LA MENTIRA DE LAODICEA Por David Wilkerson
Esta enseñanza la publiqué en el mes de Agosto del año 2017, pero como los seres humanos olvidamos con facilidad, sentí del Señor volverla a leer y volverla a publicar, por todo este asunto de las elecciones presidenciales de mi país. Es lamentable el estado de los creyentes.
Que el Señor nos dé discernimiento y tenga misericordia de los que decimos ser Su hijos.
Esta enseñanza no necesita introducción, ¡realmente es un llamado del Señor con voz de trueno!, el que tenga oído para oír, que oiga lo que el Espíritu dice !
Hermanos y hermanas – ésta es la
GENERACIÓN TIBIA. Usted no necesita ser un teólogo para comprender que hemos
llegado a la era de Laodicea de la cual Jesús profetizó que surgiría en los
últimos días. Simplemente compare lo que Jesús dijo acerca de la iglesia tibia
de Laodicea con la que hoy en día es llamada la Iglesia de Jesucristo. Jesús
advierte que es mejor que el que tiene oídos oiga lo que el Espíritu Santo está
diciendo acerca de este sistema religioso.
Jesús claramente advirtió que una iglesia surgiría
en los últimos días de esta civilización, la cual se jactaría de ser rica,
creciente y aumentando en miembros, y autosuficiente. En otras palabras, una
iglesia con gran influencia, adquiriendo reconocimiento y poder, y la cual
rechazaría toda corrección o escrutinio.
Jesús dijo de esta iglesia, "Tú dices… yo soy
rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad…" (Ap. 3:17).
Cuán triste es que esta iglesia en particular, arrogante y jactanciosa, sea
anunciada por cristianos con poco discernimiento como la gloriosa iglesia de
poder y dominio de los últimos días y que controlará el mundo haciendo que
Jesús regrese como Rey. ¡Esta es la mentira de Laodicea! Un alma querida
escribió lo siguiente, “¿No se da cuenta, señor, que nuestro próximo presidente
será un hombre lleno del Espíritu y que habla en lenguas? ¿No sabe usted que
todos estos proyectos de construcción de grandes edificios por evangelistas,
son ordenados por Dios? El Señor está entrenando líderes, desarrollando grandes
proyectos para que ellos se puedan colocar en posiciones en el gobierno,
habiendo aprendido todo acerca de altos financiamientos y construcción. La
iglesia va a tomar posesión del gobierno – líderes llenos del Espíritu van a
hacer las leyes, quitando aborto, pornografía y crimen. Dios ha levantado una
iglesia poderosa para tomar el dominio ahora”.
El elemento principal del concepto de "El
Reino de Dios sobre la tierra" es aquél de un gobierno perfectamente
justo, abarcando a todas las naciones; bajo este gobierno cesarán toda
injusticia, opresión y lucha, los males de la pobreza no serán más conocidos, y
todos los hombres habitarán en paz y prosperidad como hermanos.
Me parece que se están jactando demasiado,
“¡Hemos llegado! Tenemos de treinta a cuarenta millones de evangélicos. Tenemos
líderes simpáticos, populares y con mucha facilidad de palabra. Tenemos el
dinero, la capacidad, la experiencia y un número creciente de miembros que se
unirán a nosotros -- ¡tomemos el dominio!”.
He oído a pastores de grandes iglesias carismáticas
jactarse, "Voy a construir la iglesia más grande de América, porque los
números significan poder, influencia. Debemos tener una iglesia lo
suficientemente grande y poderosa para que pueda aplicar con fuerza la
moralidad y la voluntad de Dios en nuestra nación y en nuestras
comunidades." ¡Así es de descarada y orgullosa!
Esta iglesia orgullosa, rica y arrogante ahora
codicia poder. No el poder de Dios – sino el poder político. Ambiciona la Casa
Blanca, el Congreso y la Corte Suprema. Puesto que hemos fracasado en traer un
avivamiento de arrepentimiento semejante al de Jonás y un cambio en los
corazones de los hombres; tomaremos, según algunos, los reinos del gobierno y
legislaremos justicia.
Suena tan piadoso, tan espiritual y vital. Así como
Israel, mucho del pueblo de Dios está clamando por un púlpito Imperial – con un
líder espiritual quien desarraigará los fuertes poderes del mal y establecerá
un nuevo sistema moral. El dedo acusador de la voz profética y el atalaya
gimiente están para ser reemplazados por la refinada pluma de congresistas
cristianos decretando leyes morales.
Aunque usted no lo crea,
esta es la iglesia que Dios
va a vomitar de su boca.
Dios no está impresionado en lo más mínimo con esta
iglesia que tiene una estima hinchado de sí misma. La iglesia tibia de Laodicea
no está destinada a dominar, ni a tener poder o autoridad de ninguna clase.
¡Está destinada a juicio! Es la peor clase de ceguera espiritual alinearse con
aquellos que presumen que la iglesia americana moderna, carismática u otra, se
enfrenta a su mejor época. Qué falta tan increíble de discernimiento
espiritual. Yo, por mi parte, debo alinearme con lo que Jesús dijo de la
iglesia de los últimos días.
Jesús arranca la máscara y expone la verdad acerca
de la iglesia de Laodicea. No es lo que piensa que es – no es lo que dice que
es. No es rica -- ¡es pobre! No va en aumento – ¡es despreciable y a punto de
ser cortada para siempre! No es fuerte y sin necesidad de nada – ¡está desnuda
y avergonzada! No es una iglesia con nueva revelación y conocimiento profundo
de las Escrituras -- ¡Jesús dijo que ESTÁ CIEGA! No va a ser el vehículo del
dominio de Cristo sobre la tierra, sino más bien el objeto de su ira y
aborrecimiento.
La iglesia de Dios es un remanente
triunfante, despreciado y perseguido.
Usted puede estar seguro de que Dios tiene su
pueblo en estos días finales, pero son un remanente despreciado, santo y
separado. Estas personas santas del remanente caminan en la luz y disfrutan de
gran discernimiento espiritual. Ellos ven la moderna iglesia de Laodicea a
través de los ojos de Jesús y no van a ser engañados por el esplendor, grandeza
o pompa de la religión popular. La verdadera iglesia es invisible; existe en
ella un gran arrepentimiento; anhela el regreso de Cristo, el Amado.
La verdadera iglesia no puede disfrutar del favor y
buena voluntad del mundo. ¿Creemos y temblamos ante la Palabra de Dios o no?
¿Cuándo vamos a enfrentar lo que Jesús dijo que les esperaba a los que se
negaban a sí mismos, tomaban su cruz y le seguían? Jesús dijo, “Si el mundo os
aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del
mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os
elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os
he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido,
también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también
guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no
conocen al que me ha enviado” (Jn. 15:18-21).
Hablando de lo que les pasará a los santos en los
últimos días, Jesús dijo, “Os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a
las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante
gobernadores por causa de mi nombre” (Lc. 21:12).
Jesús continuó advirtiéndoles acerca de traición, y
“… matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi
nombre” (Lc. 21:16-17).
Pablo declara enfáticamente, “Todos los que quieren
vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Ti. 3:12).
Es absolutamente imposible para la iglesia
verdadera, o cualquiera de sus líderes, ser aprobados o aceptados por el mundo.
Un hombre piadoso, una iglesia piadosa será perseguida y difamada por el mundo,
por sus reyes y sus gobernantes. Jesús no va a permitir ninguna excepción a
esta regla – ya que advirtió, “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen
bien de vosotros! Porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Lc.
6:26).
¡Ay de esta iglesia de Laodicea y sus aspiraciones
políticas! Si el mundo los acepta, sólo puede ser el resultado de quitar la
afrenta de la cruz. Por casi dos mil años la iglesia de Jesucristo ha sido
rechazada y perseguida por el mundo. La sangre de millones de mártires
rechazados clama desde la tierra. Por siglos, hombres y mujeres de Dios guiados
por el Espíritu han sido quemados en la hoguera, aserrados, perseguidos y
cazados como animales. Santos piadosos fueron decapitados; otros fueron
ahogados; muchos fueron arrojados a los leones. La Biblia dice que todos
murieron en fe y que el mundo no era digno de ellos. ¿Tengo ahora que creer que
Jesús ha cambiado de parecer y ha decidido cerrar las edades con una iglesia
tibia, rica, mimada, jactanciosa, egocéntrica? ¿Acaso el último ejército de
Dios estará formado por promotores políticos en busca de votos? ¿Acaso los
ganadores de almas serán reemplazados por solicitantes yendo a las carreteras y
a los caminos buscando firmas para alguna causa social?
¡La gran preocupación de Dios es con la
iglesia que se dice ser bautizada por el Espíritu!
Hace mucho tiempo que la iglesia muerta, fría y
liberal ha sido abandonada a sus caminos pecaminosos – no es la principal
preocupación de Dios en estos últimos días. Hay denominaciones completas que se
han vuelto paganas – el Espíritu de Dios las dejó hace muchos años. Pero el
enfoque de Dios está, tanto en las iglesias evangélicas y carismáticas, en los
compañerismos y ministerios organizados como en los no organizados. Es del
cuerpo de creyentes carismáticos de donde ha salido toda la predicación de la
prosperidad. Aquellos que se dicen ser bautizados y guiados por el Espíritu
Santo, son los que andan diciendo: “Dios te quiere rico, lleno de bienes y
autosuficiente en todas las cosas.” Es de este cuerpo que las nuevas doctrinas
del dominio de la tierra han nacido.
He sido un predicador carismático por más de 30
años y puedo decir con Pablo: “Hablo en lenguas más que todos vosotros.” Pero
me aflijo por las seducciones y falsas doctrinas que están ahora barriendo con
tantos creyentes carismáticos faltos de discernimiento. Multitudes de ellos
están siendo engañados, acribillados, estafados y arrastrados por doctrinas de
demonios.
Lo que Dios lamenta es LA MEZCLA siendo introducida
en círculos carismáticos. Mezcla es sinónimo de tibieza. Usted encuentra esta
mezcla dondequiera que mire en estos días. Asista a un, así llamado, concierto
de rock cristiano por ejemplo. Qué mezcla tan increíble. Casi siempre empiezan
diciendo, “Estamos aquí sólo para ministrar a Jesús – para glorificarlo.”
Escuchará una dulce plática acerca de santidad, arrepentimiento y de renunciar
a todo por Jesús. Luego, de repente el espíritu de Elvis Presley parece que cae
sobre ellos y son transformados enfrente de sus ojos en rockeros apasionados,
descarados, sensuales rockeros endurecidos. Antes que el evento termine, los
oirá jactarse, “Vamos a llevar a Jesús a donde la iglesia nunca va. ¡Dentro de
bares, conciertos seculares, MTV programa de música en televisión! Estamos
orando para que Dios nos dé el oído del mundo. Queremos llegar a la misma
multitud que llega el mundo".
Si voy a creer lo que Jesús dijo – les serian
lanzados tomates y serian corridos del escenario por esa gentuza del mundo –
eso es, si realmente ministraran en el Espíritu. Entre más canten para Jesús,
más serán odiados y despreciados. Los cantantes del evangelio que son alabados
y aceptados por el mundo, han perdido la presencia de Jesús – la misma causa
del rechazo. El evangelio de Jesucristo es una ofensa al judío y locura al
gentil.
La mentira de Laodicea incluye él
rechazo al repentino e inminente
regreso de Cristo.
¿Puede usted creer lo que están predicando ahora?
Ellos están diciendo: “Jesús no puede venir, sino hasta que dominemos el mundo.
Él no puede venir hasta que tomemos el dominio y lo traigamos de regreso a un
mundo al cual hemos traído a sumisión.” Se burlan de un repentino e inminente
regreso de Cristo. Jesús dice que un “siervo malo” es el que dice en su
corazón, “Mi Señor tarda en venir” (Mt. 24:48).
Este tipo de enseñanza es el resultado directo del
decaimiento espiritual, tibieza y cansancio de cargar la cruz. Cuándo el amor
por Jesús está encendido, hay un anhelo por su pronto regreso – hay un anhelo
“¡de estar con él, de contemplar su gloria!” Pero ahora, como el pecado abunda,
el amor de muchos se ha enfriado; el sacrificio propio y la negación de sí
mismo son repudiados; y la iglesia corre en busca del honor y el poder de este
mundo.
Ahora se mofan en la idea de que los creyentes
serán “transformados en un abrir y cerrar de ojos” (1 Co. 15:51-52). Han
colocado la venida del Señor en un futuro remoto y su principal preocupación no
es lo que Cristo está haciendo, sino lo que la iglesia está haciendo. El
interés actual no es interno, sino externo – alcanzar más miembros, crecer en
influencia y establecer un reino terrenal.
Jesús dijo: “He aquí yo vengo pronto” (Ap. 22:12).
Pablo escribió: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor
vendrá así como ladrón en la noche… Mas vosotros, hermanos, no estáis en
tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” (1 Tes. 5:2-4). Pedro
también confirmó el regreso repentino del Señor: “Pero el día del Señor vendrá
como ladrón en la noche” (2 Pe. 3:10).
Jesús le advirtió a la iglesia de Sardis que fueran
vigilantes y expectantes – y que se arrepintieran o serían tomados por
sorpresa. “Guárdalo y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como
ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Ap. 3:1-3).
¿Por qué debe velar cualquier cristiano y estar
alerta si la venida de Cristo ha sido pospuesta para alguna hora lejana? Vamos
a creer en predicadores modernos y tibios, o vamos a descansar nuestra fe en lo
que Jesús dijo, “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo
del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mt. 24:44).
Jesús nos advirtió, “Velad, pues, porque no sabéis
el día ni la hora” (Mt. 25:13). Esa es la manera en la que los cristianos
apostólicos del Nuevo Testamento vivían en el primer siglo. Compartían el deseo
intenso de Pablo de “partir y estar con el Señor.” Estaban ocupados haciendo la
obra del Señor, ocupados y obedeciendo sus mandamientos – pero así como
Abraham, buscaban una ciudad cuyo constructor y creador es Dios.
Los predicadores de la doctrina del reino y del
dominio espiritualizan todo lo que tenga que ver con el pronto regreso de
Cristo. Pero cómo se espiritualiza el mandamiento de Jesús tan práctico:
“Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer,
o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga
de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo:
Velad” (Mc. 13:35-37).
La corona de justicia que el Juez dará en aquel día
está reservada sólo para “LOS QUE AMAN SU VENIDA” (2 Tim. 4:8). Yo le pregunto
a usted, ¿anticipa su pronto regreso? ¿Lo anhela? ¿Es su regreso por sus
escogidos todavía su esperanza? Lo era para Pablo quien escribió: “Aguardando
la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).
Las últimas palabras de Jesús en la Biblia son:
“Ciertamente vengo en breve” (Ap. 22:20). El Espíritu y la Esposa dicen: “Ven”
(Ap. 22:17). ¿Qué dice usted? ¿Quién cree usted que está poniendo dudas en la
mente de la novia acerca del regreso de su Amado? ¿Quién es ese que busca tener
su mente atada con cosas del mundo – enfocada no en la gloria de Cristo, sino
en su propio dominio y lugar en este mundo? ¿Quién haría a la novia sentirse
como viuda desamparada – abandonada por su Novio porque todavía no está lista y
dominante? Ciertamente no el Espíritu Santo – porque el Espíritu clama, “¡Sí,
Señor Jesús, ven pronto!”.
¿Acaso el Señor ha mandado a su iglesia a que
posponga su venida y en su lugar establezca un reino terrenal de justicia – o Él
nos ha mandado a poner aceite en nuestras lámparas, despertar y alistarnos en
cualquier momento para su regreso? ¡Deje de que la Palabra conteste eso! “Estén
ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed
semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que
cuando llegue y llame, le abran enseguida” (Lc. 12:35-36). Luego Cristo añadió
estas palabras: “Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando
venga, halle velando” (Lc. 12:37). ¿Para qué velar, para qué estar alertas,
para qué ceñir los lomos, para qué estar listos, para qué buscarlo, si la
venida de Cristo está pospuesta al futuro remoto, esperando las acciones
militantes de la iglesia?
El Señor sabía lo que pasaría con la iglesia cuando
fue dicho: “El Señor retarda su venida.” Habría negligencia; habría gente
comiendo y bebiendo, borrachera, no habría una urgencia de prepararse. “Mas si
aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzara a
golpear a los criados y a las criadas, y a comer y a beber y embriagarse,
vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no
sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que
conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su
voluntad, recibirá muchos azotes…” (Lc. 12:45-47).
Tal ignorancia de su condición espiritual real es
posible para la iglesia sólo cuando el Espíritu Santo ha sido contristado y su
voz silenciada. Si el Espíritu de Dios no puede hablar, ellos fomentan sus
propios engaños y se obsesionan con orgullo y se vuelven arrogantes y
jactanciosos cuando los juicios de Dios están a punto de estallar.
Gracias a Dios, hay un remanente santificado,
separado, escuchando la voz del Espíritu Santo, y no pueden ser engañados o
encontrados desprevenidos. Son los atalayas que han detectado los desvíos del
enemigo; son valientes para exponer las enmascaradas doctrinas de demonios.
Aquellos que oyen lo que el Espíritu está diciendo, saben lo que el Señor está
a punto de hacer. Ellos ven la tormenta formándose – oyen el trueno
avecinándose – saben que Dios ya está juzgando Su casa y su nación en
particular.
La iglesia de Laodicea se ha elegido a sí misma,
sin ninguna guía del Espíritu Santo, no para alumbrar al mundo, sino para
dominarlo. Se ha convertido en la maestra de mentiras más grande del universo.
Está confiada en su propia fuerza y sabiduría, mientras mezcla falsedades
anticristo con la verdad del evangelio. Ella ha decidido derribar la gran
distinción que Cristo estableció entre la iglesia y el mundo.
Debemos aferrarnos al concepto
apostólico del reino de Cristo.
Los apóstoles vieron en la persona sobrenatural del
Rey, una sombra de la grandeza y gloria de su reino (2 Pe. 1:16). Como el Hijo
de Dios encarnado, y teniendo toda potestad en el cielo y en la tierra, su
reino sobre la tierra no podía compararse con otros reinos terrenales. Su
símbolo era la Santa Ciudad, que descendería desde el cielo proveniente de
Dios. Y, como el Rey era un hombre que había resucitado de los muertos y
llegado a ser inmortal, así podía ser el gobernante perfecto de parte de Dios a
través de todas las edades, así serán también todos aquellos que le ayudarán en
la administración de su gobierno. Sus reyes y sacerdotes deben ser hechos
semejantes a Él; solamente bajo este tipo de gobierno celestial podrá
establecerse un orden social perfecto, y todas las naciones habitarán en paz
bajo Su reinado.
Los apóstoles siempre distinguieron claramente
entre la acción sacerdotal actual del Señor en el cielo que comenzó con su
ascensión, y su futura función como Rey aquí en la tierra. Él ha ido al Padre
para ser el gran Sumo Sacerdote, siempre intercediendo en el Lugar Santísimo.
Cuando esta obra de intercesión sea terminada, y la iglesia, Su cuerpo, sea
reunido y perfeccionado, entonces y sólo entonces vendrá para sentarse sobre el
trono de su gloria y así comenzar Su obra como Juez y Rey (Mt. 25:31). En el
momento de su ascensión, fue investido de toda autoridad; sin embargo, la
ejecución presente de ella es providencial e invisible. Ahora mismo, Su
autoridad es suprema – aunque el mundo todavía no lo conoce ni lo reconoce como
Rey. La esfera de Su gobierno visible está actualmente en la iglesia misma,
donde Su voluntad es dada a conocer por el Espíritu al escoger a Sus ministros,
y a Su completa administración.
Hasta que Él regrese y tome el reino, será su
gobierno sobre las naciones revelado, y todos los gobernantes humanos lo
reconocen a Él como la fuente de Su autoridad. Entonces, Él “toma para Sí mismo
gran poder, y reina.” Hasta ese tiempo, la iglesia deberá estar en el mundo,
así como Él lo estuvo, Sus derechos divinos no han sido reconocidos, sino
rechazados y expuestos a la enemistad y reproche. La iglesia no puede reinar
con Él, hasta que Él venga a establecer Su reino.
Ese es el concepto apostólico del reino de Cristo.
Esto difiere en gran manera con aquellos que enseñan que Cristo comisionó a la
iglesia para que administrara el reino en su ausencia, y traer a todas las
naciones a su obediencia – para traerlo de regreso como rey a un mundo en el
que todos los enemigos ya están puestos debajo de sus pies. Ellos enseñan que
Cristo puede regresar, sólo después que todas las naciones crean en Él, y
justicia y paz llenen la tierra. Esto es un alejamiento radical de lo que los
apóstoles enseñaron.
Roma desarrolló totalmente esta doctrina de
dominio, siglos atrás. Fue formulado por Agustín en su “Ciudad de Dios.”
Entonces la iglesia empezó a reclamar que habían de gobernar a favor de Cristo
en su ausencia. Llevaron la enseñanza hasta su lógica conclusión, asegurando la
absoluta supremacía de su obispo – el Papa.
Cuándo el primer amor se enfría y el regreso del
Señor está retrasado indefinidamente, los de Laodicea se cansan de cargar la
cruz y empiezan a preguntar, “¿No son estas palabras descorazonadoras del Señor
y los apóstoles, limitadas a sus propios días? ¿Acaso ha de continuar esta
hostilidad del mundo hacia la iglesia hasta el final? ¿Cómo puede ser esto
conforme a Su misión divina y a Su evangelio de amor? ¿Acaso Él no ha dicho que
el evangelio debe ser la levadura fermentando la comida, y como la semilla de
mostaza convirtiéndose en un árbol? ¿Acaso Él no ha dicho que “todo el poder es
ahora mío”? ¿No se llama a Sí mismo “El Príncipe de los reyes de la tierra?”
¿No debe el hombre fuerte, Satanás, ser atado antes de que nosotros podamos
saquear sus bienes?” Y cuando en el cuarto siglo, Constantino, el emperador
romano, se convirtió en un creyente y el cristianismo tenía el poder imperial
tras él, llegó a ser casi la creencia universal que el día de sufrimiento y
persecución había pasado. De todas las bases cristianas se levantó un clamor de
júbilo, “¡Satanás está atado; el día de triunfo ha llegado; Cristo está
reinando a través de Su iglesia!” Ahora las profecías pueden cumplirse: “Todas
las naciones vendrán a Su luz, y los reyes al resplandor de Su nacimiento.”
¡Qué engaño resultó ser!
¡Los de Laodicea no reconocen a
Satanás como dios de este mundo!
Existe una negación práctica del poder de Satanás
como “el príncipe de este mundo.” Ellos no pueden negar su existencia, ya que
ha sido muy claramente testificado por el Señor y sus apóstoles. Tampoco pueden
decir que su poder ha sido destruido y que ya no es temible. Pablo lo llamó “el
dios de este mundo” (2 Co. 4:4), y Juan dijo, “el mundo entero está bajo el
maligno” (1 Jn. 5:19). En Apocalipsis 12:3, aparece bajo el símbolo del dragón,
como el enemigo activo de Dios y de su Cristo, y esto durará hasta la derrota
del anticristo, hasta que él sea atado (Ap. 19:20). Pero a pesar de todas estas
declaraciones claras y el reconocimiento continuo de varias formas de actividad
satánica en individuos, los de Laodicea ahora dicen, “Satanás ya no reina; está
atado; no puede ofrecer oposición efectiva alguna a nuestra unidad o a nuestra
actividad misionera ni va a impedir que nosotros establezcamos el reino".
Hay muy poco acuerdo en lo que respecta al tiempo
en que fue atado. Ellos argumentan, “¿Cómo puede establecerse el reino de Dios
mientras Satanás y sus ángeles todavía tienen su poder en la tierra?”
Creyendo que ya no están expuestos a los ataques de
este sutil y poderoso adversario, no ven necesidad de estar alertas en forma
especial. Estando el hombre fuerte atado, la iglesia puede apoderarse de los
bienes de éste; estando expulsado de la tierra, la iglesia ahora puede tomar
posesión de ella. ¡Qué perversión tan sutil de la verdad!
Con increíble arrogancia, se jactan que sus obispos
hasta pueden tomar sus lugares entre los príncipes de la tierra. La iglesia
deja de ser peregrina y extranjera, ella es la novia del Gobernante en el
cielo, exaltado para sentarse con Él en Su trono, el mundo debe estar sujeto a
ella y por lo tanto todas las distinciones y honores pertenecen a sus líderes
como los nobles del Rey. ¡Qué arrogancia!
¡El reino de Cristo nunca ha sido--y
nunca será-- “de este mundo!”
Jesús dijo: “Mi Reino no es de este mundo... mi
Reino no es de aquí.” (Jn. 18:36). Eso es suficiente para mí, como debe serlo
para todos los creyentes que tiemblan ante Su Palabra.
En cuanto a mí concierne, prefiero estar sentado
con Cristo en lugares celestiales, y estar entre aquellos sobre los cuales Enoc
profetizó, “Vino el Señor con sus santas decenas de millares.” (Judas 14).
Los de Laodicea pueden quedarse con este mundo
presente y todos sus reinos y su gloria. Está destinada a quemarse, según
Pedro. “Pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la
misma palabra, guardados par el fuego, en el día del juicio y de la perdición
de los hombres impíos.” (2 Pedro 3:7). ¿Puede estar más claro? “la tierra y las
obras que en ella hay serán quemadas.” (2 Pedro 3:10). Que la iglesia vencedora
proclame con Pedro, “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos
y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” (2 Pedro 3:13).
Iglesia de Jesucristo – ¡qué ningún hombre te
engañe concerniente al regreso de nuestro Señor! Obtiene consuelo de la promesa
de nuestro Señor: “El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en
el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a
los otros con estas palabras. (1 Tes. 4:16-18).
Y nosotros hemos conocido y
creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que
permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
(1 Juan 4:16).
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