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SU GRACIAS EN MEDIO DE LAS LLAMAS

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“Y estos tres varones, Sadrac, Mesac, y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo”. Daniel 3: 23 Cuando uno lee este capítulo queda aterrado de la arrogancia de este hombre llamado Nabucodonosor, pero también uno se asombra de la grandeza de nuestro Señor. La estatua que este rey mandó a hacer, era un símbolo de sí mismo, de su orgullo, de su prepotencia, pues a sus ojos no había otro como él. Nuestro mayor enemigo no es el diablo, somos nosotros mismos. Hay un dios por derrocar y ese es nuestro “yo”, con su manera de pensar y de hacer las cosas. Esa es la estatua de oro en el corazón. Estos tres chicos hebreos estaban en serios problemas, ellos no quisieron postrarse ante esa estatua de oro que el rey Nabucodonosor ordenó adorar. Sabían que todo aquel que no lo hiciera sería echado en el horno de fuego; y, sin embargo, no temieron a esta orden, ellos confiaron su causa al Señor. Sus palabras fueron: “He aquí, nuestro Dios a quien honramos, puede librarnos del horno

¿ CÓMO LLEGAMOS A CONOCERLO?

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Un día desperté y dije: ―quiero más del Señor―. Sabía que estaba en punto de mi vida cristiana en donde el agua solo llegaba hasta mis tobillos, necesitaba más de Cristo, había algo que anhelaba con todas mis fuerzas, más del conocimiento de Jesús en la experiencia de mi vida, no solo enseñanzas grabadas en el lóbulo frontal. ¿No te ha pasado lo mismo? Y la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Cómo llegamos a esa revelación interna del Señor en nuestro caminar diario con Él? No por enseñanzas de segunda mano, no por la lectura de infinidad de libros, ni por las escuelas de los hombres, no por sermones o seminarios o cartillas. Y no me malinterpreten, no estoy diciendo que sea malo leer o aprender, soy escritora y anhelo que leas lo que escribo porque allí te muestro a Cristo, pero mis letras solo pueden ser para ti un doble o un tercer o un cuarto testigo que pueden confirmarte lo que Él ya te está hablando a ti, lo que te está mostrando, enseñando de Él en tu cotidianidad, en tu inti

EL AMOR ENTRE HERMANOS

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“Para que os conceda conforme a las riquezas de su gloria, que seáis fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis fuertes para comprender con todos los santos cuál es la amplitud y la longitud, la altura y la profundidad, para conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”. (Efesios 3:16-19). Somos las ramas y Él es la Vid, estamos unidos por la Vida de Él, no por nada nuestro, nuestra unión no depende de nosotros, nuestra unión viene por Su Espíritu habitando en cada uno de nuestros corazones. Como escribió Wayne Jacobsen: “La vida del cuerpo no es algo que puedas crear. Es un regalo que el Padre da a medida que las personas crecen en su vida”. Donde dos o tres están reunidos en Su nombre, ahí está representado el cuerpo del Señor. Pero, lamentablemente la Iglesia perdió el sello de familia, ahora es algo, es un lugar, una denominación, una parroquia más