NUESTRA DEPENDENCIA EN DIOS Por Adriana Patricia
“Apártate
de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está
delante del Jordán; y beberás del arroyo, y yo he mandado a los cuervos que te
den allí de comer” 1ª Reyes 17: 3 – 4
Desde hace un tiempo he estado meditando acerca de la vida de Elías, el Señor ha estado regalándome maravillosas lecciones a través de la vida de este hombre. Y una de esas enseñanzas ha sido acerca de la dependencia en Dios.
Dios realmente ha estado probándome en la dependencia a Él. A través de los años y en diferentes circunstancias, el Señor me ha estado llevando a depender cada vez más de Él y de su soberana voluntad. No ha sido fácil y no es fácil. Depender, requiere morir a todos nuestros intentos por hacer las cosas a nuestra manera y en nuestras fuerzas. Porque el hombre natural quiere encontrar la fuerza siempre en sí mismo, en independencia de Dios, como lo hizo Adán. El ser humano alardea y su ego crece cuando consigue las cosas bajo sus capacidades y su propio esfuerzo.
Pero en esta bella y corta historia de la vida de Elías, vemos a un hombre en completa debilidad y absoluta dependencia del Señor.
Elías significa “el Señor es Dios”. ¿Cuál era la unción de Elías? No era otra cosa que una vida dependiente y sometida al Señor, él era una figura y sombra del Señor Jesús. Cristo cuando descendió al Jordán, su vida en independencia del Padre quedó totalmente anulada, para no hacer nada, absolutamente nada por fuera del Señorío de su Padre, su voluntad quedó en sometimiento total a la guía del Espíritu Santo. Muchos en su ministerio vinieron para influenciarlo, hasta su misma madre quiso influir en él; sin embargo, Jesús se negó rotundamente a seguir los dictados de su carne y de los demás; su dependencia al Padre fue absoluta y la unción llegó ese día en el Jordán para hacer de la vida de Cristo una vida de dependencia total a los movimientos del Espíritu. Después que el cielo se abrió y el Espíritu Santo vino sobre Cristo, fue llevado al desierto.
La unción no es solo para tener el poder de hacer cosas asombrosas en el nombre de Dios, es para cesar de hacer nuestras propias obras, es para dejar todo en las manos de Dios, es para soltar lo que no nos pertenece, es perder el control total de lo que deseamos hacer y dejarlo en las manos de Aquel que tiene un propósito para nosotros, sometiéndonos a su soberana voluntad.
Elías apareció de la nada para profetizar a Acab acerca del juicio pir causa de la apostasía en Israel: no llovería en años y solo ocurriría por la palabra del profeta.
La lluvia es esencial para el crecimiento de las plantas, de los sembrados, es importante para el alimento. Acab y su esposa Jezabel querían que el dios de Israel fuera Baal, y este dios según sus adoradores era el responsable de la fertilidad de la tierra. El Señor retuvo la lluvia para demostrar su poder y autoridad en los Cielos y en la Tierra, y demostró cuán poderoso es en la misma naturaleza en la que se creía que este Baal tenía la supuesta potestad.
Elías dependía de Dios para su sustento, debía beber del arroyo y dejar que los cuervos lo alimentaran. Cuando leí esto dije: ¡Guau! Realmente Dios quería mostrar su poder para proveer a la vida de Elías. No había entendido la magnitud de esta prueba.
El arroyo del Querit corría por una profunda y escabrosa garganta, de ahí se deriva su nombre: “cortadura” “garganta”. No se sabe exactamente su ubicación, se dice que pudo ser un lugar muy apartado, puesto que ahí pudo esconderse. Pero recordemos que era tiempo de sequía, así que no duraría mucho tiempo antes de secarse.
Los cuervos son animales inmundos según Levítico 11:15 y Deuteronomio 14:14.
Los cuervos son aves muy interesantes. Pasan las noches en zonas rocosas y desoladas, como aquel lugar donde estaba Elías. Ellos almacenan su comida en los riscos rocosos y esto sirvió para alimentar a Elías. No son tan malos como parecen, es verdad que hasta pueden producir miedo; sin embargo, encontré cosas muy hermosas de ellos.
Dios utiliza todas las circunstancias en nuestras vidas para bien, nunca para mal, todas las cosas obran para bien a los que aman al Señor. Así sean las circunstancias más tenebrosas.
Son considerados los animales más inteligentes al nivel de los chimpancés y los delfines. Arrojan piedras a las personas para evitar que suban a sus nidos. Son tremendamente astutos, cuando no quieren brindar de comer a alguno de sus amigos, hacen que esconden la comida en un lado, pero la esconden en otro para que su amigo no la encuentre. Así que alimentar a Elías fue realmente un milagro del Señor.
Ellos pueden imitar sonidos de la naturaleza y hasta el habla humana. Son juguetones. Ellos hacen señas con su pico cuando quieren señalar a algún animal. Hacen un sonido especial cuando llaman a su amo (si es la mascota de un ser humano) y están en cautiverio. Sí, son carroñeros, por eso Noé envió un cuervo cuando cesó el diluvio y se cumplieron los días, el cuervo estuvo yendo y viniendo o según otras referencias, estuvo moviéndose de un lado para otro hasta que las aguas se secaron, porque ellos se alimentan de carroña. Pero también comen carne, semillas, frutos y pescado. Son empáticos, cuando uno de sus compañeros muere, ellos le hacen el duelo, rodean el cuerpo muerto y expresan sonidos específicos para demostrar su cariño o cuando un compañero pierde una pelea, él se muestra afectuoso con su amigo. El Señor hizo que el cuervo sintiera empatía por Elías, ¿es o no es esto obra del Señor?
En Cantares 5:11 dice de Jesús: “Su cabeza, es como, oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo”.
Sus cabellos negros como el cuervo, simbolizan el Poder Eterno del Señor. El Señor es poderoso para sustentarnos en todo tiempo, su poder no acaba, no se cansa, no se debilita.
En Lucas 12:24 dice: “Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves?”.
Si el Señor provee a esta ave carroñera y curiosa de todo su alimento, ¿cómo no cuidará y proveerá a sus hijos que le aman?
Sí, era un animal inmundo y prohibido por el Señor al pueblo de Israel para alimentarse de él, porque representa nuestra naturaleza carroñera. La naturaleza de Adán es así, quiere comer las cosas limpias de Dios, pero al mismo tiempo quiere comer lo sucio que le ofrece el mundo, la basura del pecado y de la carne. Por eso Dios debe matar nuestra carne y aniquilar la vida de Adán en nosotros.
Elías no se lo comió, fue alimentado por él en la soberanía del Señor. Elías no se contaminó, fue obediente a la voz del Señor. A veces Dios permite estas circunstancias en nuestras vidas y recibimos la provisión de Dios de donde menos lo esperamos. Muchas veces el impío llega para ser usado como instrumento de Dios a favor de los siervos del Señor. Yo lo he visto en mi vida muchas veces y de diversas maneras, Dios es soberano y nadie puede contradecir sus designios.
El sustento de Elías provenía del Señor, de nadie más. ¡Qué difícil es llegar muchas veces a este punto! En donde dependemos del Señor exclusivamente y las demás provisiones acaban. Cuando los hermanos en Cristo, la familia y los amigos se esfuman, cuando dependemos solo del alimento espiritual y físico que el Señor tiene para darnos. Cuando miras alrededor y solo hay desolación, sequía y cuervos. Solo entonces podemos aferrarnos y depender de Cristo, porque Él es la Fuente Inagotable que no se seca, que no se cansa, que no nos deja.
Esa provisión llegó a su fin. Luego el Señor llevó a Elías a más debilidad, a mayor dependencia, lo llevó a la casa de una pagana, pobre y viuda. Lo llevó al propio territorio de Baal en donde también había sequía.
Sarepta significa “lugar, taller de refinamiento, fundir, joyero”, es decir, Elías iba a seguir siendo refinado en el horno de fuego del Señor.
Se descubrieron en las ruinas de esta ciudad, unos veinte hornos para fabricación de alfarería, lo que se deduce que fue un centro de elaboración de artesanía y parece que no llegó a ser una ciudad poderosa. En pocas palabras, lo llevó a más y más debilidad.
La mujer era viuda. Esta era una época de muchas enfermedades y guerras, por lo tanto, había muchas viudas en esa región; la viudez es señal de vulnerabilidad y su desamparo en ese tiempo era muy grande. Ellas no tenían derecho a la herencia, por eso la ley debía protegerlas y brindarles el sustento.
Pero cuando Elías llegó, ella estaba recogiendo leña, este verbo sugiere que estaba buscando en el rastrojo abandonado para encender fuego. Y esta viuda no tenía más que un puñado de harina y un poco de aceite como para hacer una tortillita. El grano y el aceite eran dos de los productos de exportación de Sarepta, ahí evidenciamos la gravedad de la sequía. El Señor iba a demostrarle a esta mujer que el Dios de Elías iba sustentar a la mujer que vivía en tierra de Baal, no solo la sustentaría a ella, sino que proveería también para su siervo. Ella le dice: “vive el Señor Dios tuyo”, porque no era el Dios de ella, ¡qué prueba tan grande la de Elías! Elías iba a ser sustentado por el Señor en casa de una pagana adoradora de Baal.
El Señor se perfecciona en nuestra debilidad “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2ª Corintios 12:9
Nuestra utilidad para el Señor es proporcional a nuestra dependencia de Él. No somos nada en nosotros mismos y en cada circunstancia el Señor nos lo hace saber. Para llegar a la Plenitud debemos primero transitar por el camino de la dependencia, del sometimiento, por la vereda de la obediencia, por la vía dolorosa de vaciarnos de nosotros mismos.
Para tener un conocimiento más pleno de Él, necesitamos que este principio sea vital en nuestra vida como lo fue en Elías y en el Señor Jesús, no somos nada en nosotros mismos, necesitamos ser vaciados y ser llevados a completa debilidad.
Si hay algo además que caracterizaba la vida de Elías, era que el Celo del Señor lo consumía, es decir, él vivía para los intereses del Señor, no por sus propios intereses. Esto es el Celo de Dios en nosotros, es un apego total y único a los intereses de Dios y un desapego absoluto a los nuestros.
El Señor debe tener su lugar y sus derechos en nuestra vida. Jesús es un ejemplo de esto “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” Mateo 26:39.
El Padre tiene el derecho absoluto en nuestra vida, no solo porque nos creó, sino porque también nos compró al precio de la sangre de su Hijo. Cuando somos consumidos por el Celo del Señor, el único objetivo en nuestra vida es Cristo, nuestro objetivo en la vida no es ser o hacer o tener algo o a alguien o querer ir a algún lugar, la razón de nuestra vida es Cristo y solo Él.
Esto es lo que el Espíritu Santo vino a revelarnos. Él vino a forjar a Cristo dentro de nosotros: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” Gálatas 4:19.
El Espíritu nos revela que en Cristo está toda la plenitud de la Deidad: “por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” Colosenses 1:19 “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” Colosenses 2:9 .
Por esto nos lleva cada vez más a debilidad total y a la vaciedad.
Cuando nos sentimos decepcionados por Dios, porque nos exige demasiado o porque no llenó nuestras expectativas o no nos cumplió un caprichito o no contestó una oración o no llegó a tiempo, evidenciamos que nuestro objetivo no es Cristo, el celo de Dios aún no nos consume.
Elías oró según los intereses de Dios, no según sus deseos. Elías nos revela en su corta historia su dependencia absoluta en la oración. No oró incoherencias, ni de forma desordenada, no le dio a Dios una cantidad de información, no le ordenó, ni reclamó, ni declaró, oró según la voluntad de Dios. ¿Cómo son nuestras oraciones: “Señor, concédeme, Señor dame, dame”, como las hijas de la sanguijuela. Elías oró y actuó conforme al corazón de Dios, conforme a los movimientos e intereses del Señor.
Si queremos una comunión profunda con Él debemos morir a nuestra propia fuerza, a nuestras buenas ideas, a nuestra manera de querer hacer las cosas, debemos abandonarnos absolutamente a Él y depender de Él.
Elías le tocó esconderse, le tocó parar en el arroyo de Querit. ¡Qué difícil es esperar en el Señor! Dice el salmo 37: 23 que el Señor ordena los pasos del hombre bueno, y al pie de este versículo, en su biblia, George Mueller escribió: “y sus paradas también”.
Qué difícil es parar, mantenernos aferrados solo al Señor cuando no hay respuestas, cuando la niebla nubla el horizonte, en silencio, en soledad, dependiendo solo de lo que Dios provee. Qué difícil es replegarse y no intentar hacer nada con nuestras fuerzas, mantenerse esperando mientras el Señor nos lleva al desierto, esta es la escuela de profeta, esta es la escuela de los hijos amados de Dios. “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” Colosenses 3:3.
El Señor debe arrasar en el fuego de su prueba, en nuestra Sarepta, la autoconfianza y nuestra fuerza, porque es en la fuerza de Él. Creemos que necesitamos darle a Dios sugerencias, otorgarle nuestras buenas ideas, porque lo creemos un incompetente, pero el Señor no nos necesitó para crear los Cielos y la Tierra; lamentablemente la obra de Dios en nosotros y a través de nosotros es estropeada por nuestro afán; como en el caso de David cuando trajo el arca y Uza murió. La idea era correcta y buena, pero no esperó a las indicaciones del Señor, se apresuró, se dejó llevar por su emoción y estropeó todo la primera vez. Ver 1ª Crónicas 15: 12 - 13.
Qué difícil es mantenernos aferrados solo a Cristo en los lugares secos, pero Cristo es nuestra Esperanza de gloria: “a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” Colosenses 1:27.
Elías le dijo a la viuda: “hazme a mí primero la tortilla”; no es una petición basada en egoísmo, él era el representante del Señor. Dios primero, Dios el único, Dios el Todo. La mujer obedeció y hubo abundancia. La gente quiere la abundancia, pero no quiere la obediencia. La vida abundante comienza con la regeneración; sin embargo, llena todo nuestro ser cuando aprendemos a obedecer por amor a Él.
En la casa de esa pobre viuda pagana hubo una muerte, pero también ocurrió una resurrección. Para resucitar a una nueva en Cristo, nuestra vida debe morir, no hay otro camino. Dios le pidió su único sustento, un puñado de harina y un poco de aceite, además le quitó a su único hijo, pero se lo devolvió, porque cuando el Señor nos despoja de todo nos lo devuelve en Resurrección. El Señor nos pide todo o nada.
Elías se movió al mandato del Señor, al igual que Cristo. Cada paso de Elías fue un sometimiento a la voluntad del Señor y fue llevado a más profundidad en la vida de Dios. Cuando obedecemos y permitimos al Señor llevarnos a muerte, somos llevados a mayor profundidad en la vida del Hijo de Dios. El Señor mató en Elías todo vestigio de la voluntad propia y toda confianza en sus fuerzas. Y es lo que debe hacer en nosotros.
Nuestra vida diaria la vivimos como hijos de Dios para satisfacer los intereses del Señor, no para satisfacernos a nosotros mismos. Son sus derechos, no los nuestros los que rigen nuestra vida, este es el precio de seguir a Cristo. Nos movemos en la fe de Él, no por el desempeño de Dios, porque Él hará cosas ilógicas para nosotros, no hará lo que a nosotros nos parece, sus obras nos desconcertarán en muchos momentos; no obstante, nos movemos porque es Él, porque es nuestro Señor y porque lo amamos, así no entendamos el curso de sus movimientos.
Que Dios no libre de pedir algo que no esté de acuerdo a sus planes, que el Señor sea todo o nada en nuestra vida diaria, que aprendamos a descansar en Él, en los asuntos pequeños y grandes de nuestra vida, porque Dios es nuestro Señor. Que nuestra oración sea: “Señor, si esto no está de acuerdo a tus intereses, por favor no nos concedas nada. Si esto no te glorifica, deséchalo de nosotros, aniquila los intereses del yo. Haz que nuestro único objeto en la vida seas Tú y que tus deseos inunden nuestro ser. Señor, enséñanos que con cada orden que nos das, también nos das el poder para realizarla, enséñanos a depender solo de tu agua, de tu comida, de tus palabras; sepáranos de nosotros mismos y de nuestra fuerza, escóndenos en Ti porque tú eres la Roca. Que nuestra alma descanse en tu regazo. Llévanos a debilidad para encontrar en ti la fuerza, que no busquemos nada más fuera de ti y haz la obra que tengas para hacer en nosotros y a través de nosotros”.
Desde hace un tiempo he estado meditando acerca de la vida de Elías, el Señor ha estado regalándome maravillosas lecciones a través de la vida de este hombre. Y una de esas enseñanzas ha sido acerca de la dependencia en Dios.
Dios realmente ha estado probándome en la dependencia a Él. A través de los años y en diferentes circunstancias, el Señor me ha estado llevando a depender cada vez más de Él y de su soberana voluntad. No ha sido fácil y no es fácil. Depender, requiere morir a todos nuestros intentos por hacer las cosas a nuestra manera y en nuestras fuerzas. Porque el hombre natural quiere encontrar la fuerza siempre en sí mismo, en independencia de Dios, como lo hizo Adán. El ser humano alardea y su ego crece cuando consigue las cosas bajo sus capacidades y su propio esfuerzo.
Pero en esta bella y corta historia de la vida de Elías, vemos a un hombre en completa debilidad y absoluta dependencia del Señor.
Elías significa “el Señor es Dios”. ¿Cuál era la unción de Elías? No era otra cosa que una vida dependiente y sometida al Señor, él era una figura y sombra del Señor Jesús. Cristo cuando descendió al Jordán, su vida en independencia del Padre quedó totalmente anulada, para no hacer nada, absolutamente nada por fuera del Señorío de su Padre, su voluntad quedó en sometimiento total a la guía del Espíritu Santo. Muchos en su ministerio vinieron para influenciarlo, hasta su misma madre quiso influir en él; sin embargo, Jesús se negó rotundamente a seguir los dictados de su carne y de los demás; su dependencia al Padre fue absoluta y la unción llegó ese día en el Jordán para hacer de la vida de Cristo una vida de dependencia total a los movimientos del Espíritu. Después que el cielo se abrió y el Espíritu Santo vino sobre Cristo, fue llevado al desierto.
La unción no es solo para tener el poder de hacer cosas asombrosas en el nombre de Dios, es para cesar de hacer nuestras propias obras, es para dejar todo en las manos de Dios, es para soltar lo que no nos pertenece, es perder el control total de lo que deseamos hacer y dejarlo en las manos de Aquel que tiene un propósito para nosotros, sometiéndonos a su soberana voluntad.
Elías apareció de la nada para profetizar a Acab acerca del juicio pir causa de la apostasía en Israel: no llovería en años y solo ocurriría por la palabra del profeta.
La lluvia es esencial para el crecimiento de las plantas, de los sembrados, es importante para el alimento. Acab y su esposa Jezabel querían que el dios de Israel fuera Baal, y este dios según sus adoradores era el responsable de la fertilidad de la tierra. El Señor retuvo la lluvia para demostrar su poder y autoridad en los Cielos y en la Tierra, y demostró cuán poderoso es en la misma naturaleza en la que se creía que este Baal tenía la supuesta potestad.
Elías dependía de Dios para su sustento, debía beber del arroyo y dejar que los cuervos lo alimentaran. Cuando leí esto dije: ¡Guau! Realmente Dios quería mostrar su poder para proveer a la vida de Elías. No había entendido la magnitud de esta prueba.
El arroyo del Querit corría por una profunda y escabrosa garganta, de ahí se deriva su nombre: “cortadura” “garganta”. No se sabe exactamente su ubicación, se dice que pudo ser un lugar muy apartado, puesto que ahí pudo esconderse. Pero recordemos que era tiempo de sequía, así que no duraría mucho tiempo antes de secarse.
Los cuervos son animales inmundos según Levítico 11:15 y Deuteronomio 14:14.
Los cuervos son aves muy interesantes. Pasan las noches en zonas rocosas y desoladas, como aquel lugar donde estaba Elías. Ellos almacenan su comida en los riscos rocosos y esto sirvió para alimentar a Elías. No son tan malos como parecen, es verdad que hasta pueden producir miedo; sin embargo, encontré cosas muy hermosas de ellos.
Dios utiliza todas las circunstancias en nuestras vidas para bien, nunca para mal, todas las cosas obran para bien a los que aman al Señor. Así sean las circunstancias más tenebrosas.
Son considerados los animales más inteligentes al nivel de los chimpancés y los delfines. Arrojan piedras a las personas para evitar que suban a sus nidos. Son tremendamente astutos, cuando no quieren brindar de comer a alguno de sus amigos, hacen que esconden la comida en un lado, pero la esconden en otro para que su amigo no la encuentre. Así que alimentar a Elías fue realmente un milagro del Señor.
Ellos pueden imitar sonidos de la naturaleza y hasta el habla humana. Son juguetones. Ellos hacen señas con su pico cuando quieren señalar a algún animal. Hacen un sonido especial cuando llaman a su amo (si es la mascota de un ser humano) y están en cautiverio. Sí, son carroñeros, por eso Noé envió un cuervo cuando cesó el diluvio y se cumplieron los días, el cuervo estuvo yendo y viniendo o según otras referencias, estuvo moviéndose de un lado para otro hasta que las aguas se secaron, porque ellos se alimentan de carroña. Pero también comen carne, semillas, frutos y pescado. Son empáticos, cuando uno de sus compañeros muere, ellos le hacen el duelo, rodean el cuerpo muerto y expresan sonidos específicos para demostrar su cariño o cuando un compañero pierde una pelea, él se muestra afectuoso con su amigo. El Señor hizo que el cuervo sintiera empatía por Elías, ¿es o no es esto obra del Señor?
En Cantares 5:11 dice de Jesús: “Su cabeza, es como, oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo”.
Sus cabellos negros como el cuervo, simbolizan el Poder Eterno del Señor. El Señor es poderoso para sustentarnos en todo tiempo, su poder no acaba, no se cansa, no se debilita.
En Lucas 12:24 dice: “Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves?”.
Si el Señor provee a esta ave carroñera y curiosa de todo su alimento, ¿cómo no cuidará y proveerá a sus hijos que le aman?
Sí, era un animal inmundo y prohibido por el Señor al pueblo de Israel para alimentarse de él, porque representa nuestra naturaleza carroñera. La naturaleza de Adán es así, quiere comer las cosas limpias de Dios, pero al mismo tiempo quiere comer lo sucio que le ofrece el mundo, la basura del pecado y de la carne. Por eso Dios debe matar nuestra carne y aniquilar la vida de Adán en nosotros.
Elías no se lo comió, fue alimentado por él en la soberanía del Señor. Elías no se contaminó, fue obediente a la voz del Señor. A veces Dios permite estas circunstancias en nuestras vidas y recibimos la provisión de Dios de donde menos lo esperamos. Muchas veces el impío llega para ser usado como instrumento de Dios a favor de los siervos del Señor. Yo lo he visto en mi vida muchas veces y de diversas maneras, Dios es soberano y nadie puede contradecir sus designios.
El sustento de Elías provenía del Señor, de nadie más. ¡Qué difícil es llegar muchas veces a este punto! En donde dependemos del Señor exclusivamente y las demás provisiones acaban. Cuando los hermanos en Cristo, la familia y los amigos se esfuman, cuando dependemos solo del alimento espiritual y físico que el Señor tiene para darnos. Cuando miras alrededor y solo hay desolación, sequía y cuervos. Solo entonces podemos aferrarnos y depender de Cristo, porque Él es la Fuente Inagotable que no se seca, que no se cansa, que no nos deja.
Esa provisión llegó a su fin. Luego el Señor llevó a Elías a más debilidad, a mayor dependencia, lo llevó a la casa de una pagana, pobre y viuda. Lo llevó al propio territorio de Baal en donde también había sequía.
Sarepta significa “lugar, taller de refinamiento, fundir, joyero”, es decir, Elías iba a seguir siendo refinado en el horno de fuego del Señor.
Se descubrieron en las ruinas de esta ciudad, unos veinte hornos para fabricación de alfarería, lo que se deduce que fue un centro de elaboración de artesanía y parece que no llegó a ser una ciudad poderosa. En pocas palabras, lo llevó a más y más debilidad.
La mujer era viuda. Esta era una época de muchas enfermedades y guerras, por lo tanto, había muchas viudas en esa región; la viudez es señal de vulnerabilidad y su desamparo en ese tiempo era muy grande. Ellas no tenían derecho a la herencia, por eso la ley debía protegerlas y brindarles el sustento.
Pero cuando Elías llegó, ella estaba recogiendo leña, este verbo sugiere que estaba buscando en el rastrojo abandonado para encender fuego. Y esta viuda no tenía más que un puñado de harina y un poco de aceite como para hacer una tortillita. El grano y el aceite eran dos de los productos de exportación de Sarepta, ahí evidenciamos la gravedad de la sequía. El Señor iba a demostrarle a esta mujer que el Dios de Elías iba sustentar a la mujer que vivía en tierra de Baal, no solo la sustentaría a ella, sino que proveería también para su siervo. Ella le dice: “vive el Señor Dios tuyo”, porque no era el Dios de ella, ¡qué prueba tan grande la de Elías! Elías iba a ser sustentado por el Señor en casa de una pagana adoradora de Baal.
El Señor se perfecciona en nuestra debilidad “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2ª Corintios 12:9
Nuestra utilidad para el Señor es proporcional a nuestra dependencia de Él. No somos nada en nosotros mismos y en cada circunstancia el Señor nos lo hace saber. Para llegar a la Plenitud debemos primero transitar por el camino de la dependencia, del sometimiento, por la vereda de la obediencia, por la vía dolorosa de vaciarnos de nosotros mismos.
Para tener un conocimiento más pleno de Él, necesitamos que este principio sea vital en nuestra vida como lo fue en Elías y en el Señor Jesús, no somos nada en nosotros mismos, necesitamos ser vaciados y ser llevados a completa debilidad.
Si hay algo además que caracterizaba la vida de Elías, era que el Celo del Señor lo consumía, es decir, él vivía para los intereses del Señor, no por sus propios intereses. Esto es el Celo de Dios en nosotros, es un apego total y único a los intereses de Dios y un desapego absoluto a los nuestros.
El Señor debe tener su lugar y sus derechos en nuestra vida. Jesús es un ejemplo de esto “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” Mateo 26:39.
El Padre tiene el derecho absoluto en nuestra vida, no solo porque nos creó, sino porque también nos compró al precio de la sangre de su Hijo. Cuando somos consumidos por el Celo del Señor, el único objetivo en nuestra vida es Cristo, nuestro objetivo en la vida no es ser o hacer o tener algo o a alguien o querer ir a algún lugar, la razón de nuestra vida es Cristo y solo Él.
Esto es lo que el Espíritu Santo vino a revelarnos. Él vino a forjar a Cristo dentro de nosotros: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” Gálatas 4:19.
El Espíritu nos revela que en Cristo está toda la plenitud de la Deidad: “por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” Colosenses 1:19 “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” Colosenses 2:9 .
Por esto nos lleva cada vez más a debilidad total y a la vaciedad.
Cuando nos sentimos decepcionados por Dios, porque nos exige demasiado o porque no llenó nuestras expectativas o no nos cumplió un caprichito o no contestó una oración o no llegó a tiempo, evidenciamos que nuestro objetivo no es Cristo, el celo de Dios aún no nos consume.
Elías oró según los intereses de Dios, no según sus deseos. Elías nos revela en su corta historia su dependencia absoluta en la oración. No oró incoherencias, ni de forma desordenada, no le dio a Dios una cantidad de información, no le ordenó, ni reclamó, ni declaró, oró según la voluntad de Dios. ¿Cómo son nuestras oraciones: “Señor, concédeme, Señor dame, dame”, como las hijas de la sanguijuela. Elías oró y actuó conforme al corazón de Dios, conforme a los movimientos e intereses del Señor.
Si queremos una comunión profunda con Él debemos morir a nuestra propia fuerza, a nuestras buenas ideas, a nuestra manera de querer hacer las cosas, debemos abandonarnos absolutamente a Él y depender de Él.
Elías le tocó esconderse, le tocó parar en el arroyo de Querit. ¡Qué difícil es esperar en el Señor! Dice el salmo 37: 23 que el Señor ordena los pasos del hombre bueno, y al pie de este versículo, en su biblia, George Mueller escribió: “y sus paradas también”.
Qué difícil es parar, mantenernos aferrados solo al Señor cuando no hay respuestas, cuando la niebla nubla el horizonte, en silencio, en soledad, dependiendo solo de lo que Dios provee. Qué difícil es replegarse y no intentar hacer nada con nuestras fuerzas, mantenerse esperando mientras el Señor nos lleva al desierto, esta es la escuela de profeta, esta es la escuela de los hijos amados de Dios. “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” Colosenses 3:3.
El Señor debe arrasar en el fuego de su prueba, en nuestra Sarepta, la autoconfianza y nuestra fuerza, porque es en la fuerza de Él. Creemos que necesitamos darle a Dios sugerencias, otorgarle nuestras buenas ideas, porque lo creemos un incompetente, pero el Señor no nos necesitó para crear los Cielos y la Tierra; lamentablemente la obra de Dios en nosotros y a través de nosotros es estropeada por nuestro afán; como en el caso de David cuando trajo el arca y Uza murió. La idea era correcta y buena, pero no esperó a las indicaciones del Señor, se apresuró, se dejó llevar por su emoción y estropeó todo la primera vez. Ver 1ª Crónicas 15: 12 - 13.
Qué difícil es mantenernos aferrados solo a Cristo en los lugares secos, pero Cristo es nuestra Esperanza de gloria: “a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” Colosenses 1:27.
Elías le dijo a la viuda: “hazme a mí primero la tortilla”; no es una petición basada en egoísmo, él era el representante del Señor. Dios primero, Dios el único, Dios el Todo. La mujer obedeció y hubo abundancia. La gente quiere la abundancia, pero no quiere la obediencia. La vida abundante comienza con la regeneración; sin embargo, llena todo nuestro ser cuando aprendemos a obedecer por amor a Él.
En la casa de esa pobre viuda pagana hubo una muerte, pero también ocurrió una resurrección. Para resucitar a una nueva en Cristo, nuestra vida debe morir, no hay otro camino. Dios le pidió su único sustento, un puñado de harina y un poco de aceite, además le quitó a su único hijo, pero se lo devolvió, porque cuando el Señor nos despoja de todo nos lo devuelve en Resurrección. El Señor nos pide todo o nada.
Elías se movió al mandato del Señor, al igual que Cristo. Cada paso de Elías fue un sometimiento a la voluntad del Señor y fue llevado a más profundidad en la vida de Dios. Cuando obedecemos y permitimos al Señor llevarnos a muerte, somos llevados a mayor profundidad en la vida del Hijo de Dios. El Señor mató en Elías todo vestigio de la voluntad propia y toda confianza en sus fuerzas. Y es lo que debe hacer en nosotros.
Nuestra vida diaria la vivimos como hijos de Dios para satisfacer los intereses del Señor, no para satisfacernos a nosotros mismos. Son sus derechos, no los nuestros los que rigen nuestra vida, este es el precio de seguir a Cristo. Nos movemos en la fe de Él, no por el desempeño de Dios, porque Él hará cosas ilógicas para nosotros, no hará lo que a nosotros nos parece, sus obras nos desconcertarán en muchos momentos; no obstante, nos movemos porque es Él, porque es nuestro Señor y porque lo amamos, así no entendamos el curso de sus movimientos.
Que Dios no libre de pedir algo que no esté de acuerdo a sus planes, que el Señor sea todo o nada en nuestra vida diaria, que aprendamos a descansar en Él, en los asuntos pequeños y grandes de nuestra vida, porque Dios es nuestro Señor. Que nuestra oración sea: “Señor, si esto no está de acuerdo a tus intereses, por favor no nos concedas nada. Si esto no te glorifica, deséchalo de nosotros, aniquila los intereses del yo. Haz que nuestro único objeto en la vida seas Tú y que tus deseos inunden nuestro ser. Señor, enséñanos que con cada orden que nos das, también nos das el poder para realizarla, enséñanos a depender solo de tu agua, de tu comida, de tus palabras; sepáranos de nosotros mismos y de nuestra fuerza, escóndenos en Ti porque tú eres la Roca. Que nuestra alma descanse en tu regazo. Llévanos a debilidad para encontrar en ti la fuerza, que no busquemos nada más fuera de ti y haz la obra que tengas para hacer en nosotros y a través de nosotros”.
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