¿ES CRISTO NUESTRO ABSOLUTO? Por Michael Clark y George Davis

Es una bendición estar de nuevo con ustedes queridos lectores, mis ausencias siempre son diseñadas por el Señor. He aprendido a escuchar la voz de Dios en los asuntos de la vida, tanto grandes como pequeños, al igual que en aquello que el Señor me permite escribir y compartir, he aprendido a escuchar el sonido apacible de la voz de Su Espíritu en el interior de mi vida y no dejarme arrastrar por mis emociones (aunque esto ha implicado mucha disciplina por parte del Señor, porque  qué terca es nuestra naturaleza).

Cada cosa que hacemos debe nacer de la voluntad del Señor, nuestra carne debe morir a ese respecto y debemos permitirle al Señor guiarnos y llevarnos por donde Él quiera. Así que, cuando tengo "arrebatos del Espíritu", como yo los llamo, me siento a escribir o comparto de aquello que el Señor quiere que comparta. 

Hoy estuve meditando acerca de nuestra ocupación como hijos de Dios. Muchos cristianos se ocupan de la oración, otros se ocupan de leer la Biblia, otros se ocupan de hacer buenas obras, otros de asistir a sus cultos dominicales y así sucesivamente. Muchos están ocupados en observar los tiempos y saber cuáles son los acontecimientos del fin y otros más, se ocupan de sus doctrinas. 

Cristo se ocupó de Su Padre, el Señor Jesús siempre esperó en Su Padre y nada hacía por Él mismo, siempre hacía lo que nacía del corazón de Su Padre. Su ocupación, Su vivir, fue la Gloria del Padre. 

Pero nuestra verdadera ocupación debería ser Cristo. 

Dice Colosenses 3: 11 "mas Cristo es el todo, y en todos". Es decir que Cristo gobierna toda la vida más que cualquier otra persona, sistema, organización, etc. 

Si hay algo que debemos anhelar con todo el corazón es conocer más de Cristo, que Cristo sea revelado a nosotros en mayor profundidad, que nuestros ojos estén puestos sobre Él y en nada ni en nadie más, que podamos participar de los padecimientos de Cristo, que podamos oír Su voz y obedecerle, que Su Espíritu forme a Cristo en nosotros y podamos ser llevados a Su Estatura.

No hay cosa más sublime que comprender que nuestra ocupación más grande en la vida es Él y tan solo Él, no es nuestra doctrina, no son nuestras actividades por muy cristianas que sean, aunque no estoy diciendo que no debamos realizarlas, estoy diciendo que la motivación de nuestro corazón sea Él, que podamos conocerle en mayor profundidad,  que pasemos más tiempo en intimidad con Él, que obedecerle sea nuestro deleite y que Su vida nos consuma.  

Cuando leo las palabras de Pablo bajo la inspiración del Espíritu en Filipenses 3,  veo una relación íntima con su Señor, un amor absoluto por Aquel que lo llevó de las tinieblas a Su luz admirable, para Pablo conocerle implicaba  participar de Sus sufrimientos. 

Pero las cosas que para mí eran ganancias, las he apreciado pérdidas por Cristo.
Y ciertamente, aun aprecio todas las cosas como pérdida por el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, para ganar a Cristo,
¶ y por ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
10 por conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, en conformidad a su muerte,
11 si en alguna manera llegara a la resurrección de los muertos.
12 No que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; mas sigo para asirme de aquello como también soy asido del Cristo Jesús.
13 Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo al blanco, al premio del soberano llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3: 7 - 14

Veo tantas discrepancias entre los hermanos, tanta desunión por la doctrina, las religiones y por los acontecimientos del fin, pero solo hay una Verdad Absoluta y es Cristo. 

Que nuestra ocupación diaria e instante tras instante sea Cristo y que aprendamos a esperarlo a Él en cada momento. Que el Padre nos otorgue el privilegio de que Cristo sea revelado continuamente en nosotros.

Y mientras meditaba en esto, recordé este escrito de mi hermano y amigo Michael Clark que deseo compartirlo con ustedes, espero sea de mucha edificación. 





¿ES CRISTO NUESTRO ABSOLUTO?

Por Michael Clark y George Davis

Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (Jn. 17:18-23).

Una de las acusaciones más tristes contra la iglesia en estos últimos días es la falla en permanecer unificados en Cristo. Debido a esta reunión y constates discusiones entre los rangos del Cristianismo, la mayoría cree que Jesús y sus enseñanzas son una broma. Un misionero cristiano una vez pregunto a Mahatma Ghandi porqué él no era cristiano. Su respuesta fue muy reveladora: “creería en su Cristo si no fuese por los cristianos”.

Las sectas y denominaciones cristianas se han peleado y aun matado por años entre ellos para establecer
sus doctrinas como de absolutas y necesarias para todos los que creen en Dios; bautismo de infante vs. adulto, aspersión vs. inmersión, salvación por llamada al altar vs. sacramental, autoridad sacerdotal vs. pastoral, sola escriptura vs. infalibilidad papal, y así continua. Vamos a llamar a estas creencias “éticas”. Usted las obedece y se piensa de usted que es “ético”. Usted va en contra de eso y es acusado de ser “no-ético”. Hoy en día hay más de 200.000 sectas y denominaciones y cada uno demanda obediencia a sus doctrinas, creencias y estructura jerárquica si usted va a ser digno de congregarse con ellos. Muchos de ellos creen que todas las personas fuera de su grupo están “perdidos y van al infierno”. El análisis que hizo una persona sobre esto fue: “Todos se deben estar yendo al infierno entonces. Si Bien usted es juzgado como justo por un grupo, es juzgado de ser pecador por los 199.999 grupos restantes. Si ponemos nuestra fe en consenso debemos admitir que todos estamos equivocados por la misma definición de la palabra”.

Así que la persona pensante, aquella que no sigue ciegamente a la multitud, mira a esto y se pregunta si el tener la doctrina correcta y sistema de creencia es realmente un absoluto. Si eso fuese así, ¿no habría más de 200.000 “absolutos” contradictorios que no son - por la falta de consenso común - un absoluto para nada? Guste o no, a
bsoluto implica unidad o uno.

Las religiones del hombre demandan supremacía y control sobre las vidas de sus adherentes, si bien todo el tiempo ellos confiesan que hay un solo Dios. ¿Cómo puede ser de las dos maneras? El Absolutismo pertenece solo a Uno y no está sujeto a las opiniones de la multitud o a las demandas de un selecto grupo de líderes jerárquicos.

En las Escrituras leemos que Abraham creyó a Dios y le fue tomado por justicia. ¿Cuál fue este único acto de fe de parte de Abraham que lo puso en tanto favor con el Creador de todas las cosas? El obedeció y tomó a su hijo prometido al monte Moriah e iba a matarlo como una ofrenda a Aquel que le dio Isaac. El sabía que el Señor da y el Señor quita. Si él solo da y se sujeta a nuestras voluntades en lo que puede quitar, entonces no es Señor y nosotros somos meros religiosos paganos. Si nos hemos protegidos con un juego de reglas que nos mantienen a salvo de un Dios tan “arbitrario’ como Aquel que conoció Abraham, ¿somos realmente sus seguidores?

A menudo hemos oídos cosas como: “¿Si Dios es amor entonces porque mueren los bebés y porqué hay tanto mal y sufrimiento en el mundo?” “Dios no haría eso…”, o “Dios va a hacer esto…”. Los zelotes cristianos al igual que los ateos se ponen ellos mismos en el lugar de nuestro soberano Dios y presumen limitarlo por el pensamiento de sus mentes finitas, esperando ganar un consenso de sus colegas. Parece que creen que si ellos creen en algo lo suficientemente fuerte y consiguen suficiente gente que crea como ellos, sus pensamientos sobre Dios de alguna manera serán ciertos y ellos tendrán éxito en hacer un dios a imagen de ellos mismos.

¿Así que cuál es nuestro absoluto? Si no es consenso de grupos, ¿cual es? ¿Nos adherimos a todas las reglas y regulaciones de nuestra religión, o solo nos asimos del Único Absoluto? Ese mismo Absoluto, ¿Puede demandar de nosotros (y lo hace) algo que él considera más elevado que las doctrinas de hombre o meras éticas? ¿Qué puede ser esa cosa? Toma tantas formas como hay de personas que todavía carecen de
una cosa (vea Luc. 18:18-23). Se llama entregar su vida y obedientemente caminar en el Espíritu.  

Jesús disparó un tiro a la religión cuando dijo a Nicodemo: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Jn. 3:7-8).

La mayoría de nosotros se ha establecido un juego de reglas que pensamos que son “la voluntad de Dios”. Ellas se han convertido en nuestra
tradición. Así como fue con los hebreos 2000 años atrás, así es hoy. Dios dijo algo a un hombre miles de años atrás y otros hombres lo agarraron y lo explicaron, agregaron y codificaron esas palabras hasta que ellas no tuvieron ninguna semejanza a la íntima conversión entre el hombre original y Aquel que fue su Absoluto. De hecho, este agravado y distorsionado registro de la conversación se ha convertido ahora en el substituto para todos los hombres de manera que ellos no tienen que creer en Dios de forma personal u obedecer de ninguna manera su voz. Ellos tienen una especie de fe substituta. En pocas palabras, la fe ya no se demanda de alguien que se llame miembro de la fe, solo se demanda adherirse a las formas aceptadas.

Sujetarse a a moral de la multitud parece ser la manera más segura de existir. Si usted es un buen seguidor, usted recibirá abrazos de los líderes y la admiración de los “fieles”, pero obedecer un Absoluto distinto del que ellos sostienen es peligroso. Jesús, Pablo, Esteben y millones de otros creyentes supieron eso. Jesús obedeció la voz de su Padre e ignoró las regulaciones y tradiciones de la turba cuando ellos estuvieron en desacuerdo (y estaban en conflicto la mayoría de las veces). El sanó en un día de reposo. ¡Gritaron: Sacrilegio! Comió con las manos sin lavar. ¡Inmundo! Comió con pecadores, prostitutas y recaudadores de impuestos. “¡Es un bebedor de vinos… un glotón… un amigo de pecadores!” gritaron. ¿Quién le acusaba? ¿El Padre? No, porque fue él a quien Jesús estaba obedeciendo mientras hacía estas cosas. ¿Sus discípulos le acusaron? A menudo ellos estaban confundidos con Sus acciones así que estuvieron casi a punto de hacerlo. Hablando de los líderes religiosos ellos le dijeron: “¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?”

Jesús fue en contra de los absolutos aceptados, el consenso universal de lo que era considerado correcto y bueno por los hombres. Si no lo hubiese hecho, él hubiese sido desobediente a Aquel que es bueno, Dios mismo. Hubiese fracasado en su misión como el Cordero de Dios sin Mancha a ser ofrecido por los pecados de los hombres. Pudo ser perfectamente obediente a los otros “absolutos”, el consenso universal del Judaísmo, y recibir su honor, pero al final lo habría perdido todo.

Sí, ser una persona que camina por fe es una cosa arriesgada. Usted es tenido como peligroso a los líderes de organizaciones del hombre, porque ellos no pueden controlarlo más. Entonces usted es sospechoso ante la multitud porque no está obedeciendo al líder de
ellos. Si usted sigue el viento del Espíritu, ¿Quien sabe qué es lo próximo que usted hará? Lo que es peor, usted puede tener éxito en infectar a otro de los “fieles” con sus ya conocidos caminos “rebeldes”.

No se equivoque, siempre se reduce al consenso de la turba vs. el Absoluto. Jesús fue asesinado por una facción que nunca antes había estado unida. Su base para la unidad fue la traición y muerte del Ungido. Seguro algunos dijeron: “¿No es maravilloso cómo finalmente nos estamos uniendo ecuménicamente?” Mientras otros cantaban: “¡Nosotros somos uno en el Espíritu, somos uno en el Señor!” La verdad es que Jesús fue asesinado por ortodoxos. 

Barbra Brown escribió:

Jesús no fue asesinado por el ateísmo o la anarquía. El fue muerto por la ley y el orden aliados con la
religión, lo que siempre es una mezcla mortal. Cuidado con esos que claman conocer la mente de Dios y que están preparados para usar la fuerza, si es necesario, para que otros estén conformes. Cuidado con aquellos que no pueden diferenciar la voluntad de Dios de las de ellos. La policía del templo siempre es una mala señal. Cuando los capellanes empiezan a portar armas e ir mucho por la oficina del comisario, cuidado. Alguien está por reconocer que no hay otro rey sino solo César. (
Barbra Brown Taylor, Una Mezcla Mortal).

Viendo esto, fue Soren Kierkegaard quien como hábito solía decir: “La multitud
es error”. El también advirtió: “Cuando la verdad conquista con la ayuda de 10.000 hombres gritando, aun suponiendo que lo que fuese victorioso sea verdad, una falsedad aun mayor está inculcada por virtud de la manera en que se obtuvo la victoria”. Es una falsa esperanza y una falsa seguridad la que mira a la multitud. Jesús nunca buscó al hombre por guía y aprobación. De hecho, él a menudo evitaba las multitudes adoradoras porque el sabía lo que realmente había en sus corazones (vea Jn. 2:24-25).
Kierkegaard también observó: 


Aquellos que hablan a la multitud, buscando su aprobación, aquellos que reverentemente se inclinan y arrastran ante ellas, deben ser considerados peores que prostitutas.


¿Estamos proponiendo que todos los hombres deben desechar todo control? ¡Absolutamente no! Eso es lo que hacen las turbas. Eso es puro hedonismo. ¿Entonces qué estamos diciendo? Estamos diciendo que si usted debe caminar en pura fe como la fe de Jesús, Abraham, Pablo, Esteban, y otros que fueron enviados afuera por Dios de acuerdo a Sus propósitos, usted se pone bajo un mayor control que el de la jerarquía eclesiástica y del consenso de la multitud. Usted ya no considera primero lo que le va a costar ir contra ellos y después apartarse de seguir la voz de Dios. A usted no le importa de qué lado del pan se encuentre la manteca. Usted se convierte en una persona de verdadera fe en vez de una persona meramente religiosa caminando por el camino seguro, obedeciendo las tradiciones del hombre.


Soren Kierkegaard escribió en Provocaciones:


Pero la paradoja de la fe es precisamente esto, que el solo individuo es mayor que lo universal (la 
multitud), que el individuo determina su relación con lo universal a través de su relación con lo Absoluto (es decir, Dios), no su relación con lo Absoluto a través de su relación con lo universal. Esto es, vivir por fe significa que uno tiene una absoluta obligación a Dios y a nadie más que a Dios. En esta atadura de obligación, el individuo se relaciona absolutamente, como un simple individuo, a lo Absoluto: el Dios que ordena. Solo esta obligación es absoluta y por esta razón lo ético, para la persona de fe, es relegado a lo relativo. En temor y temblor, esta es la paradoja de la fe: la suspensión de lo ético.


Mientras lo observamos, la historia de Abraham contiene una suspensión de lo ético. El, como un simple individuo, se ha convertido mayor que lo universal. Esta es la paradoja de fe que no puede ser explicada.


Así que todo se pierde si caminamos por fe. ¿Es todo costo y ninguna ganancia? Para nada, pero la naturaleza de lo que consideramos ganancia cambia. Pablo habló de este maravilloso camino al que somos llamados porque él supo no solo el costo de seguir el verdadero Absoluto, sino también la gloria del caminar por fe:


“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.” (Fil. 3:7-11)

Más tarde, Pablo habló de su encuentro con los líderes de la Iglesia judía en Jerusalén y él evidentemente no estaba impresionado. “Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron” (Gál. 2:60).


Pablo sabía que servir en los tabernáculos de los hombres y a sus sistemas religiosos era negar el lugar de Dios en su vida y negar la fe misma. Así, el escrito de Hebreos concluye:


No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la
gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas. Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. (Heb. 13:9-14).


Ir en contra del consenso cuesta. A Timoteo Pablo escribió: “Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes” (2 Tim. 1:15). Eventualmente Pablo perdió los que eran fieles a su ministerio.


“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de  toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. (2 Tim. 4:16-18)


Este es el camino a la cruz, y el siervo no es mayor que su Maestro.


“He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Jn. 16:32-33).


Dios demanda una elección si es que hemos de ser contados como fieles suyos y esa elección es hecha diariamente mientras caminamos por la fe solo en él. Nuevamente citamos a Kierkegaard quien aprecia que tenía una clave en la diferencia entre el consenso y la verdad: “…cuanto mayor la multitud, más probable sea que lo que alaban sea necio, y más improbable de que sea la verdad, y aún más improbable de todo, es que sea eterno”. (Pureza de Corazón).  

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