PORQUE YO HE OBRADO MUY LOCAMENTE Por Adriana Patricia
Cuando terminé de escribir este artículo, no sabía cuál era la imagen que lo iba a acompañar, oré al Señor, pero no recibía la confirmación. Siempre he pensado que una imagen habla más que mil palabras y en todos los artículos anteriores, el Señor me guió acerca de las imágenes.
De pronto, el Señor me trajo una imagen interesante. En una oportunidad fui a conocer las cabras y darles de comer, lo curioso es que son medio arrebatadas, no se estaban quietas, me pegaban con el hocico para que las alimentara, porque no son nada pacientes, realmente estaban locas. Así que, las asocié con el título de este artículo "obrar locamente".
Foto tomada por Manuel Alejandro Suárez - Año 2008
Hay cosas que como hijos de Dios deberían llamar
nuestra atención de forma absoluta y una de ellas es el de presentar el
Testimonio del Señor; sin embargo, hay asuntos internos en nuestra vida que no
permiten que esto sea posible.
Dicen los expertos que los hijos no aprenden lo
que sus padres les dicen, sino lo que ven hacer a sus padres. De la misma
manera, el mundo puede ver a Cristo en Su Cuerpo por lo que este es en esencia
y no solo por lo que predica.
El Cuerpo de Cristo es la vasija del Testimonio
del Señor y lo que hace cada miembro de manera privada afecta a ese Cuerpo y
por ende a ese Testimonio. Muchas de las cosas que hacemos en secreto o en
público afectan el Testimonio de Cristo en Su Cuerpo.
Si hubo una persona que mostró una actitud
hipócrita delante del Señor, fue el rey Saúl, parecía que él se preocupaba por
los intereses de Dios, pero la verdad no era así. Lo único que a él le interesaba
era quedar bien ante los demás, sus intereses primaban antes que los intereses de
Dios. Podemos decirnos mentiras, pero al Señor no. Así mismo, los corintios
creían que eran muy espirituales y que velaban por los intereses de Dios; sin
embargo, no era así, Pablo les habló como a carnales, como a bebés espirituales.
“Sin embargo, hermanos y hermanas, no puedo
hablarles en cuanto a personas espirituales, sino [solo] en cuanto a [ a ] personas mundanas [dominadas por la naturaleza humana], ¡simples infantes
[en la nueva vida] en Cristo!” 1
Corintios 3:1 Versión Biblia Amplificada (AMP).
Lo que representaba carnalidad e hipocresía en
el pueblo de Dios con Saúl, fue enjuiciado y se dio paso al reinado de David,
él era un hombre conforme al corazón de Dios.
“Y cuando lo hubo quitado, levantó a David para
que fuera su rey. De él testificó y dijo: " Encontré a
David, hijo de
Isaí, un hombre conforme a mi corazón [conforme a mi voluntad y propósitos],
quien hará toda mi voluntad” Hechos 13: 22 Versión Biblia Amplificada (AMP).
Y usted va saltar de la silla y me va a decir:
“¡pero David pecó!” y yo le diré: “sí, David pecó, pero su corazón vivía por y
para los intereses del Señor”.
Cuando Natán lo confrontó por el pecado con
Betsabé, David dijo: “He pecado” y de ese absoluto arrepentimiento nació el precioso
Salmo 51. Fue llevado a las profundidades del dolor por haber fallado al Señor.
En cambio, cuando Saúl desobedeció y fue confrontado por el profeta Samuel dijo:
“Yo he pecado…mas te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo,
y delante de Israel”. A Saúl solo le preocupaba “el qué dirán”, los intereses
del Señor no eran su ocupación.
Podemos tener apariencia de piedad y mostrar que
somos muy espirituales, pero el Señor mira el corazón y sabe realmente quien tiene
corazón para Él. Esto lo dejó muy claro cuando el profeta Samuel fue enviado
por el Señor a ungir al nuevo rey de Israel entre los hijos de Jessé, todos
eran bien parecidos; sin embargo, Dios no los escogió, porque Dios ve lo que
hay en el corazón. David también era bien parecido, la diferencia estaba en su
corazón, era un hombre conforme al corazón de Dios; no obstante, esto no lo
eximía de ser imperfecto.
Adulteró, asesinó y fue un loco arrebatado al
censar al pueblo, era un hombre con la posibilidad de pecar y de fracasar, era
un hombre con defectos, igual que todos nosotros, pero en él había algo distinto,
tenía un corazón que velaba por los intereses del Señor, un hombre que deponía
toda su vida por la vida de Dios. Su pecado le dolió y el costo fue bastante
alto para este hombre, lo confesó con
llanto y quebranto, su corazón se dolió hasta lo más hondo por haber ofendido a
Dios y el Señor lo perdonó y lo restauró.
El Señor llega hasta lo más recóndito de nuestro
corazón y mira si nuestra lealtad es hacia Él, si nuestros intereses son los de
Él o son los intereses propios, si lo que nos mueve es satisfacer Su corazón o
satisfacernos a nosotros mismos. Y para esto Él tiene que quebrantarnos y
vaciarnos de nuestra propia vida.
El camino de Saúl era el camino de su yo, pero
el camino de David era el camino del Señor, a pesar de sus imperfecciones. El
Señor nos deja seguirlo a pesar de nuestras imperfecciones, porque en el camino
irá quebrantando nuestras vidas, nos irá vaciando de nosotros mismos, matando
todo vestigio de nuestra naturaleza, mutilando nuestro yo, disciplinándonos, tratando
con nosotros a través de cada una de las circunstancias difíciles en nuestra
vida, a través de la prueba, del sufrimiento, el Señor nos meterá en el crisol
del fuego para arrancar toda raíz de la vida natural en nosotros, todo lo que
no sea Cristo lo irá desarraigando sin piedad, toda oscuridad la irá
deshaciendo con la luz de Su Vida y tendrá toda la paciencia necesaria. Y lo
hará si ve que nuestro corazón es para Él y no para nosotros mismos, si ve que
no estamos tratando de usarlo para alcanzar beneficios propios o para
satisfacernos, si ve que realmente queremos conocerlo y anhelamos Su gobierno.
Si usted ve sus faltas y ve que no es digno de Él,
no se atreverá ni por un instante a echarle piedras a David, porque todos somos
iguales. Yo he tenido muchos fracasos y muchas debilidades en mi vida, y puedo
contar el cuento porque el Señor tuvo misericordia de mí y me concedió el arrepentimiento.
Todos tenemos algo que Dios debe vaciar, todos tenemos
nuestra luchas y cosas a las que todavía estamos atados y aferrados, y Dios
debe arrancar eso de nosotros. Cristo se despojó de toda Su Gloria en los
cielos por venir a salvarnos; sin embargo, nosotros todavía nos aferramos a nuestros
propios intereses, nos aferramos a ciertas cosas, todavía somos impulsivos,
confiamos en nosotros mismos, nos cuesta aprender a esperar al Señor y actuamos
bajo la fuerza de nuestra voluntad, y muchas cosas más. Si todavía retenemos
algo de nosotros mismos, Dios tendrá que arrasar con todo eso.
Dice 2 Samuel 24:10
“y después que David hubo contado el pueblo, le
hirió su corazón; y dijo David al SEÑOR: Yo he pecado gravemente por haber
hecho esto; mas ahora, oh SEÑOR, te ruego que traspases la iniquidad de tu
siervo, porque yo he obrado muy locamente”.
Esta es otra historia interesante en la vida de
David. Dios dejó plasmadas las grandes equivocaciones, pecados y locuras de
algunos de Sus siervos, para nuestra enseñanza y esta es una de ellas. Había
algo que faltaba por quebrantar en la vida de David y esta historia nos lo
relata.
Dice el capítulo 24 de segunda de Samuel, que el
furor del Señor volvió a encenderse con el pueblo de Israel, porque David
realizó un censo. Aunque Joab y los capitanes del ejército le insistieron que
no lo hiciera, David fue terco en el asunto. En 1 Crónicas 21:1 dice que
Satanás incitó a David a realizar el censo. Pero, recordemos que Las Escrituras
nos dicen en Santiago 1:14 que cada
uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia en atraído y cebado. El Señor nunca nos inducirá a pecar, pero el
mismo diablo es un instrumento del Señor para exponer a la luz lo que hay
escondido en nuestro corazón.
El censo no era necesario en Israel a menos que
Dios lo ordenara, como lo hizo en el libro de Números; no obstante, esta vez el
Señor no lo ordenó, esto nació del corazón de David. Él actuó alocadamente,
impulsivamente, se apresuró, se aceleró y no le preguntó a Dios si esto
provenía de Él o quizás, asumió que venía de parte de Dios y no discernió que
era incitado por Satanás.
Hermanos, qué tragedia cuando no le preguntamos
a Dios y nos apresuramos a tomar decisiones sin la guía de Su Espíritu o
creemos que algo viene de parte de Dios y no es así, que el Señor nos conceda urgentemente
el discernimiento.
Desobediencia no es solo hacer lo que no se nos
ha ordenado, sino también es hacer las cosas que han sido ordenadas por el
Señor, pero en nuestro tiempo, podemos fallar por apresurados o por demorados. Cuando
Dios se detiene, debemos detenernos, cuando Dios se retira, debemos retirarnos,
cuando el Señor nos da un tiempo, debemos hacerlo en ese tiempo señalado, ir
más allá de lo que el Señor nos ha dicho, es desobediencia.
Prosigamos, todavía había algo de ego y de autoconfianza
en la vida de David y el Señor lo expuso, debía quebrantarlo una vez más. En un
momento, en menos de nada, se soltó de la mano del Señor, perdió su confianza
en Dios y confió en los recursos humanos, ¡qué Dios nos libre de buscar ayuda
en los recursos humanos cuando Él no nos ha dicho que lo hagamos!
El versículo 3 de 2 Samuel 24 dice literalmente “¿Por
qué se complace en esto mi señor el
rey?”, cuando le preguntó Joab. La raíz de esta palabra en el hebreo también
significa codiciar, desear. David se agradó de hacer esto, se deleitó.
De manera que, cuando el censo fue acabado y le
trajeron los datos al rey, dice el versículo que el corazón de David se hirió,
fue redargüido por el Señor. Se sintió mal y supo que había desagradado a Dios.
Notemos que algo era distinto en David, ya no era el mismo de aquel que pecó
con Betsabé. La primera vez David estaba muy confiado y no fue sino hasta que llegó
Natán que fue confrontado y redargüido; no obstante, esta vez fue distinto, este
acto produjo un dolor profundo en su corazón, porque había pecado y había
defraudado al Señor. El profeta llegó después con el anuncio del castigo. Cuando
somos quebrantados nos volvemos más sensibles a la voz del Señor en lo recóndito
de nuestro ser, nuestros oídos se afinan para escuchar Su voz y podemos
percibir el sentir de Dios muy dentro de nosotros. Recordemos que los de limpio
corazón, verán a Dios (ver Mateo 5:8).
David lamentablemente, se había soltado nuevamente
de la confianza en Dios, de su dependencia en Él y no le preguntó al Señor si
debía realizar este censo. Cuando tuvo el ímpetu, no frenó, sino que se
aceleró, se dejó llevar por los impulsos de su carne y muy hábilmente, el
enemigo, que no pierde el tiempo, lo incitó a censar el pueblo y el Señor en su
sabiduría lo permitió, para juzgar lo que estaba escondido en su corazón, esto
era algo que el Señor debía quebrantar.
Luego el Señor a través del profeta Gad, le da tres
opciones a David para ser disciplinado. La primera vez no tuvo opciones, aunque
Dios lo perdonó y lo restauró, hubo consecuencias tremendas para su vida y su
familia, hubo castigo, pero sin opciones.
De las tres, David no escogió ninguna, todas
eran terribles, él dejó que el Señor escogiera. Sabía que había actuado locamente, se dejó
llevar por su carne, fue impulsivo, no preguntó al Señor, no confió en Dios,
ahora solo podía someterse al Señor y dejar que Él eligiera. David sabía que las
misericordias de Dios eran muchas, porque ya las había visto en todo su caminar
con Dios y prefería no caer en manos de los hombres, porque los seres humanos
somos implacables.
A veces olvidamos fácilmente que el Señor sabe y
conoce mejor todas las cosas, por eso el Señor tiene que apretarnos de vez en
cuando y tratar con nosotros como lo hace.
Mientras el ángel hería al pueblo, David y los
ancianos se postraron cubiertos en cilicio y David rogó al Señor que la mano de
Dios se volviera contra él y contra la casa de su padre y no contra el pueblo. “Yo
pequé, yo hice la iniquidad ¿qué hicieron estas ovejas?”, dijo David. Hermanos anotemos esto, lo que hacemos tiene
consecuencias en todo el Cuerpo de Cristo, ya no estamos solos, ahora
pertenecemos a una familia y si uno de nosotros actúa locamente, todo el Cuerpo
se afecta. ¡Que el Señor escriba esto profundamente en nuestros corazones!
Necesitamos urgentemente que nuestras imperfecciones
sean juzgadas por Dios, necesitamos que el Señor nos exponga y saque lo que
está escondido en nosotros para ser quebrantado. Necesitamos ser llevados al
final de nosotros mismos y que nuestras locuras sean quebrantadas, tenemos que
ser llevados a la nada para tener todo de Él. El Padre quiere revelarnos a Su
Hijo en el interior de nuestras vidas, quiere que entendamos que no nos dio
nada aparte de Cristo, que Su Hijo es el único que llena Sus expectativas. Los
mayores descubrimientos del Señor, los hacemos en medio de los apretones de
Dios y en las angustias de nuestro corazón, cuando salimos de la prueba, de la
disciplina, de los tratos de Dios, salimos más completos en Él, Cristo tiene
más espacio en nuestras vidas y nosotros hemos menguado mucho más.
Dios tiene que vaciarnos de nosotros mismos, para
ser llenados cada vez más de Él, recordemos que la meta de Dios Padre es ser
conformados a la imagen de Su Hijo, llegar la madurez del Cristo, que vivamos
para sus intereses y no para los nuestros. El Señor nos lleva por diversas
situaciones para tratar con nuestras imperfecciones, con nuestras ataduras,
nuestros apegos, nuestro ego, con la confianza en nosotros mismos y con la
fuerza de nuestra voluntad. Esto es lo que nos lleva a vivir para los intereses
del Señor, a tener un corazón para Dios y ser ese Testimonio de Cristo al mundo
entero.
Dios eligió la pestilencia, todo se hizo a la
manera de Dios y lamentablemente murieron setenta mil hombres. Mil es un número
que tiene que ver con la perfección del Señor y setenta es un número que tiene que
ver con la restauración de todas las cosas. Para el Señor llevarnos a Su
perfección, necesita destruir en nosotros todo lo que viene de nuestra vida
natural.
Dios le dijo a David que hiciera un altar al Señor
en la era de Ornán o Arauna, el jebuseo, para que la mortandad cesara. Ornán,
el jebuseo, estaba trillando el trigo cuando vio el ángel, qué curioso este dato,
tenemos que ser trillados como el trigo. Esta era de Ornán estaba en el monte
Moriah, se cree que fue el sitio donde Abraham ofreció a su hijo como
sacrificio. Más tarde, Salomón construiría el templo en ese lugar.
Arauna quería regalarle este lugar a David, para
que hiciera el altar al Señor, pero David no lo quiso, porque no ofrecería a
Dios sacrificio que no le costara nada. Hermanos, la vida con el Señor tiene un
costo muy alto y en ese altar debemos poner nuestra propia vida para que Dios
la desangre, allí deben morir nuestros propios intereses, la fuerza de nuestra
voluntad y la confianza en nosotros mismos.
El Señor respondió por fuego, porque el fuego de sus tratos arrasa y quema toda nuestra vida natural. Dios tiene que desenfundar Su espada para acabar con todas nuestras locuras, la espada del Señor debe cortar con el control de la carne en nuestras vidas, porque el camino de la carne produce muerte y nos aleja del propósito del Señor.
Finalmente, Dios escuchó a David y David no se
atrevió ir al lugar alto en Gabaón en
donde estaba el tabernáculo que había hecho Moisés y el altar del holocausto,
porque estaba espantado por la espada del ángel del Señor. Aprendió la lección.
Que el Señor también nos enseñe esta lección y la escriba en nuestro corazón.
[ª] Lit. Carnal.
Muchas gracias por compartir este tema de gran bendición espero que el Señor lo escriba profundamente en mi corazón y en el de los miis. Recibí este mensaje muy a tiempo antes de seguir actuando en mi propia humanidad. Un abrazo grande para ti. Atte. Dory
ResponderEliminarHola Dory, me alegra que este mensaje haya sido oportuno a tu vida, también le pido a mi Señor que lo grabe cada día en mi corazón y le ruego que su disciplina en nuestras vidas sea tan contundente que no nos queden ganas de desobedecer. Un abrazo también para ti.
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