LA FE DE JESÚS QUE VENCE MI HUMANIDAD SEGUNDA PARTE Por Adriana Patricia


EL CORAZÓN DE ABIGAIL

Leer 1 Samuel 25 

Quiero tocar aquí el tema de la preciosa Abigail, esta mujer en verdad tocó profundamente mi vida y mi oración es que el Señor me dé un corazón como el de esta mujer. 

Dice la Biblia que era una mujer de apariencia hermosa y de entendimiento, es la combinación perfecta en una mujer. Que el Señor nos ayude a tener esa combinación, porque Proverbios 11: 22 dice: “Zarcillo de oro en la nariz del puerco es la mujer hermosa y apartada de razón”. Dura palabra, ¿verdad? 

Realmente esta mujer es un ejemplo maravilloso de prudencia y sabiduría, cualidades que el Señor tiene que formar en todos Sus hijos y más en nosotras las mujeres. 

Abigail era la esposa de un tal Nabal, un hombre cuyo nombre significa “insensato”, es decir que su esposo no era un angelito. Era llamado hijo de Belial, es decir, hijo del infierno, señor de la arrogancia, desobediente, rebelde, malo, perverso y corrupto en las ganancias, no era una perita en dulce. Su esposa decía que era un loco y su locura estaba con él. En cambio, Abigail significa “mi padre se ha regocijado”. ¡Qué diferente nombre! No sé cómo terminó una mujer tan hermosa y tan sabia casada con una bestia, pero así fue y así nos lo cuenta el Señor. En esa época los padres escogían los maridos de sus hijas, y este hombre era rico. Quizás, fue por esto. 

Si el matrimonio es difícil con alguien fácil de amar, no me imagino lo que era estar casada con esa bestia. Pero, ahora ella no solo tenía que enfrentarse a su marido, sino que tenía que enfrentarse a la furia de David. Como la mayoría sabemos, David era un hombre conforme al corazón de Dios y el dulce cantor de Israel, pero no le temblaba la mano para matar a alguien. Así que, ella tenía que enfrentarse a dos fieras furibundas, uno era un hijo de Dios y el otro el hijo de Belial, ella estaba en medio de una guerra. 

David había protegido las ovejas y las cabras de Nabal de animales salvajes y salteadores en el desierto, y lo único que le pidió a Nabal fue sustento para sus hombres, ellos estaban huyendo a causa de la furia de otro hombre loco, Saúl. 

Sin embargo, Nabal despreció a David y a sus hombres, y lo insultó. David se puso sensible y dijo que iba a acabar con la vida de Nabal y toda su casa. En la primera parte del artículo toqué este tema de la susceptibilidad en las mujeres, pero aquí fue David el que se puso susceptible. David se ciñó su espada e iba a matar, iba determinado a acabar con todo a su paso (versículo 22). 

Dice el Señor: “porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” Santiago 1: 20 

Y uno de los criados dio aviso a la bella Abigail. Ella hubiera podido aprovechar la oportunidad para que este hombre hijo de Belial se muriera. Su esposo le hizo la vida difícil a esta mujer; no obstante, la Biblia nos dice que ella tenía entendimiento, es decir, que ella no buscó la venganza por su propia mano, no buscó hacer justicia. Ella tuvo que aprender a convivir con su hosco marido y al mismo tiempo tener firmeza de carácter. La verdad, yo no hubiera podido. 

Abigail era una mujer resuelta. Cuando ella escucha esto, prepara una ofrenda a David y a sus siervos. Nabal solo habló de pan, agua y degollado (versículo 11), mientras que ella envió a David doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de harina tostada, cien hilos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos. Doscientos es el número del fruto de la Rectitud o de la Justicia, Cristo es el Pan, nuestro alimento, el vino es Su vida, dos es el número del testimonio, cinco es el número de la gracia y la suficiencia de Cristo, y el número cien tiene que ver con el plan de Dios. 

Ella envió esto a David por mano de su siervo y no dijo nada a su marido. Era la prudencia de esta bella mujer. Ella se estaba arriesgando y no sabía lo que podía pasar si su marido se enteraba de esto. David estaba enfurecido, su orgullo salió a flote y dijo: “este hombre que le he custodiado todo en el desierto, ahora me insulta y me ha devuelto mal por bien”. En verdad estaba enojado. Él iba a arrasar con todo sin misericordia. 

Cuando Abigail lo vio se postró a tierra, ella pidió misericordia y llevó la culpa de su esposo, se imputó la iniquidad de su esposo. Realmente, ella era muy sabia ¿verdad? Eso fue lo que hizo Cristo con nosotros, el Justo por los pecadores, hoy somos declarados justos ante el Padre por Él, porque Él habita en nuestras vidas, no porque seamos menos pecadores y más santos, sino porque el Justo habita en nosotros. 

David era el jefe de un grupo de iracundos guerreros, pero ella no tuvo miedo y se postró como sierva. Ella vio a David como un representante del Señor y sabía que él iba a ser el futuro rey de Israel. 

David cayó en cuenta de su error ante las sabias palabras de Abigail. Ella le habló de no vengarse por su propia mano, sino de dejar su causa al Señor. A David se le bajaron los humos y su ira fue disipada ante las palabras sabias y maravillosas de esta mujer entendida. Cuánto nos falta de ella, ¿verdad mujeres? Aquí los hombres deben estar amándome y las mujeres no tanto. Yo necesito aprender de esta mujer, que el Señor nos ayude y nos dé un corazón así. 

¿Saben cómo me decían en el colegio? Adriana Pelión, yo era la que armaba sindicato y la que peleaba por todo, el Señor realmente ha tratado con mi carácter, aunque falte mucho más, pero espero que algún día el Señor pueda decir de mí como dijo de Moisés, fue una mujer mansa, más que todas las mujeres de la tierra. Esa es mi fe en Él. 

Prosigamos, Abigail regresó a casa a enfrentarse a la fiera, ella fue prudente y esperó el momento adecuado, en esto fallamos muchas de nosotras. Cuántas veces decimos algo fuera de lugar o en el momento que no es el indicado ante nuestros esposos o ante cualquiera. 

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. Santiago 1:19 

Él estaba borracho y ella no iba a perder tiempo con un borracho. Esperó al otro día para decirle lo que había acontecido. Ella, le habló temblando, me imagino yo, esperando las consecuencias; sin embargo, dice el versículo 37 y 38 que su esposo cayó enfermo y murió a los diez días, diez es el número de la ley del Señor, del orden divino. 

El Señor hirió a Nabal, “… mía es la venganza yo pagaré, dice el Señor” Deuteronomio 32:35, Romanos 12: 19, Hebreos 10:30 

Meternos con un hijo de Dios para el Señor es muy delicado, que el Señor nos ayude a no decir nada de aquellos que son Sus hijos. Dios hizo venganza por David, pero también por ella. Abigail tuvo que soportar mucho maltrato, creo yo, no lo sabemos, la Biblia no nos lo dice, pero por lo que leemos entre líneas debió ser así. Si usted tiene alguien cercano que es difícil piense en Abigail. 

Luego David la tomó por esposa, él fue cautivado por la belleza y la sabiduría de ella. 

La vida de Abigail quizás no fue tan dura con el rey David; no obstante, recordemos que él tuvo muchas mujeres, además recordemos la infidelidad con Betsabé, así que, me imagino que habrá tenido muchos obstáculos con las otras esposas y sus hijos; sin embargo, Dios hizo justicia con ella. David debió amar a esta mujer, desde que la vio debió haber sentido admiración y quizás, compasión por ella, cuando ya era su esposo, en una oportunidad él la rescató cuando fue secuestrada, debió haberla amado mucho. 

La verdad desear casarse con un hombre como David es la cosa más difícil que una mujer pueda pedir, porque aunque era un hombre conforme al corazón de Dios y eso nadie lo niega, él era temperamental, propenso a la depresión y mujeriego. La vida de Abigail no debió haber sido color de rosa después de eso, pero supongo que siguió siendo la mujer sabia y prudente, si pudo con Nabal, también lo habrá hecho con David y con el resto de sus mujeres e hijos. 

David llevó la cruz con Saúl, no se atrevió a tocarlo, pero lamentablemente, falló con Nabal, lo iba a matar; a veces las pequeñas cruces que el Señor pone en nuestro camino son las que exponen lo que somos realmente. Es en la vida diaria donde Dios saca a la luz lo que hay en nuestro corazón, lo hace a través de los demás. 

El Señor expuso a David, expuso su orgullo, su enojo, su susceptibilidad, pero también su debilidad, las mujeres, cosa que lo llevó a desobedecer muchas veces. Él prevaleció en diversas ocasiones, pero en cuanto a las mujeres no. David venció al oso y a Goliat, pero fue débil ante las mujeres y esto le ocasionó grandes tragedias, mucha disciplina por parte de Dios y las consecuencias que la mayoría conocemos. 

Miren lectores, tomen nota de esto, si hay algo que más destruya la vida de un hombre es su obsesión por las mujeres y eso lo vemos en la Biblia y en la historia de la humanidad. Isaac solo tuvo a Rebeca y su vida fue tranquila, pero todos estos hombres con todas estas mujeres, tuvieron muchos fracasos. Mi padre fue uno de ellos y sus últimos días en esta tierra fueron los peores, murió solo y en derrota. Que Dios nos ayude y tenga misericordia de nosotros, pero bueno, dejemos quieto a David por el momento. 

Que el Señor nos otorgue un corazón como el de Abigail. En nuestra vida tenemos muchas personas difíciles con las que tenemos que lidiar diariamente. Nabal era un hombre necio y quizás, tenemos que vivir cerca de gente necia y loca, el peligro de andar con necios es que uno termina siendo necio también, así como David que le respondió a Nabal de la misma forma. 

Podemos creernos muy espirituales; sin embargo, ser necios en nuestra forma de actuar, como lo hizo David. Abigail, nos enseña a tratar con este tipo de personas a nuestro alrededor, ella era pacificadora, no encendía el fuego, ella lo apagaba. 

El odio despierta las rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas. En los labios del prudente se halla sabiduría; mas la vara es para las espaldas. Los sabios guardan la sabiduría; más la boca del loco es calamidad cercana Proverbios 10: 12 – 14 

Ella esperaba tal vez, casarse con un hombre muy amable, pero no fue así, por eso es tan importante que el Señor nos revele el corazón de las personas. Solo Dios conoce el corazón. 

El que seamos piadosos no significa que los demás lo sean o que los demás cambien, solo la fe de Jesús hacia nosotros puede hacer la obra. Pero hay Nabales que nunca van a cambiar. Ella no permitió que la conducta de su esposo la afectara, ella no dejó de ser entendida. Ella sabía cuando hablar y cuando callar. Con su esposo no podía razonar, pero con David sí. 

David estaba en pie de guerra, estaba huyendo, con hambre, cansado, solitario, estaba fuera de control, aunque no es justificable. Pero, ella se mantiene controlada, no pierde los estribos, no comienza a cantaletear ni se pone neurótica. Ella en medio de esta situación tan tensa fue suave al hablar y fue sabia. Supo cómo llegarle al corazón de David. Señor, haznos urgentemente a nosotras las mujeres así. 

Gotera continua en tiempo de lluvia, y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento o sujetar el aceite en la mano derecha. Proverbios 27: 15 - 16 

Hay muchos necios alrededor de nuestra vida, nosotros podemos ser uno de ellos, aunque seamos hijos de Dios, pero solo la fe en Cristo que vence nuestra humanidad, puede obrar en la vida de los demás y en la nuestra. Solo el Señor puede romper los corazones de los duros, de los necios a nuestro alrededor. 

Los que viven alrededor de nosotros no son fáciles ni se comportan como ángeles, pueden ser sus hijos los difíciles, su esposa, su esposo, un jefe o quien sea, solo la fe inquebrantable de Jesús para ellos puede hacer el cambio. 

Dios saldrá en nuestra defensa algún día, en algún momento, lo único que podemos hacer es orar unos por otros y dejar que Dios meta Su mano y trate a Su manera a cada uno, lo mejor que podemos hacer es dejar que Dios pase Su espada por nosotros y que pase Su espada en los demás. Si yo he sido necia agradecería que otros oraran por mí, entonces oremos unos por otros. 

Señor danos un corazón sabio y prudente como el de Abigail, danos la fe de Cristo para creer que tú harás una transformación absoluta en nuestras vidas y en las vidas de los que nos rodean. En tus manos dejamos nuestras causas. Amén

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