UNA PALABRA PARA TERMINAR EL 2019 Por Adriana Patricia
Había estado tomando un descanso en estos últimos tres meses por causa de mis problemas mecánicos del cuello, porque en verdad fue algo difícil para mí y no he podido superarlos, a veces el malestar es muy grande, hay cosas que estresan y ese estrés se mete en el cuerpo. Y necesitaba hacer otras cosas, cambiar de rutinas y sentí que debía parar, pero creo que es necesario seguir en este breve descanso de la escritura de libros por el año que viene.
Tengo unos proyectos en mente para el 2020, si el Señor me dirige a hacerlos, así que, los escritos serán muy pocos y solo cuando la inspiración de Dios sea traída a mí como el día de hoy. Necesito tomarme más tiempo para hacer otras cosas el año que llega y para conectarme nuevamente con Jesús, a quien amo con toda mi alma, así como Él se retiraba a orar a las montañas, yo necesito reconectarme con Él y no es que me haya desconectado de mi vida espiritual, solo que hay cosas que distraen, aun las que tienen connotaciones religiosas.
Estoy reservando tiempo para que mi cuello se recupere totalmente, quiero tener tiempo para mí misma, no solo para los demás, amo estar pendiente de otros, pero esta vez necesito tiempo para mí misma, mi corazón está agotado por muchas cosas y necesita cambiar de rutinas y actividades. No puedo ser útil para otros, si yo misma estoy agotada.
Al escribir estos libros, me convirtieron en un blanco fácil del enemigo, porque Su verdad prevaleció en medio de la oscuridad, pero lamentablemente subestimé en gran manera el costo que esto tendría, y no descansé, sino que seguí y seguí hasta que mi corazón se adormeció. Necesito hacer cambios y hacer cosas diferentes, y sé que esto implica estar lejos de muchas cosas que amo, como escribir libros.
Espero sus oraciones por mí para el próximo año y que el Señor me lleve por el camino que Él escoja para mi vida. Seguiré trabajando en una nueva página y en otras cosas para dar a conocer los libros escritos hasta el momento y de vez en cuando escribiré algún artículo, pero por ahora no habrá más libros.
Está terminando el 2019 y se fue como un relámpago que destella a lo lejos en el horizonte, fue un año de muchos retos, de muchos cambios, de dichas y desdichas, de luchas y de triunfos, de alegrías y tristezas, porque todo esto hace parte de la vida. Pero, a pesar de todo lo que nos haya sucedido, fuimos sostenidos por un Dios grandioso y que nos ama infinitamente, a pesar de los que somos como seres humanos. En medio de la dificultad no nos abandonó y en medio de la escasez, no nos faltó nada.
Cada detalle que cobijó nuestra vida, fue diseñado por Dios para demostrarnos Su gran amor, para corregirnos cuando nuestros pasos se querían salir del camino. Su vara y Su callado fueron nuestro aliento en este año. En muchos momentos las nubes oscurecieron el firmamento, muchos de los seres que amamos se fueron de nuestro lado, pero en medio de todo eso, Su sombra nos cobijó, disipando los temores, las dudas y la congoja.
Este año como cada año de mi vida me topé con la fuerza de Aquel que lo es todo en mi vida y que sin Él nada soy, ni nada tengo, porque me podrá faltar todo, hasta la plata, hasta las personas más queridas, pero que no nos falte el dueño de nuestras vidas. Pude ver el amor de Dios expresado en tantas personas que hicieron el camino más amable, más alegre y menos escabroso.
Y quiero aprovechar para dar las gracias a todos los que apoyaron el lanzamiento del nuevo libro, gracias a mis lectores del blog, gracias por leer cada publicación, fue la manera de estar juntos a pesar de la distancia, gracias a los que con sus oraciones sostuvieron mi vida.
Gracias a los que me dejaron entrar a sus vidas en este 2019, por ahí dicen que nada es casualidad y que todo está planeado y controlado por Dios, y quiero creerlo. Gracias a ti Andrés Vargas, por hacer parte de mi vida y ser mi compañía el tiempo que Dios lo considere.
A todos los que se tomen el tiempo de leer estas palabras, un año 2020 lleno de la misericordia del Señor, que sus vidas sean perfeccionadas, corregidas y llevadas a Cristo. Lo demás es añadidura.
Un feliz año 2020, que un buen libro y un buen café los acompañe en el camino…
Pero no me voy sin antes regalarles esta pequeña reflexión:
Si hubo alguien que admiro profundamente en la Biblia es a José, el esposo de María, la madre de nuestro Señor. No sé ustedes, pero a ese hombre me le quito el sombrero, si un hombre puede ser considerado hombre en todo el sentido de la palabra es él.
Estaba comprometido con una joven virgen de Israel, ella iba a ser su esposa, y como en un cuento de horror él se entera que está embarazada y no es de él, creo que su hombría se fue al piso; sin embargo, la amaba, así que, secretamente pensaba dejarla y no decir nada, saben por qué, porque toda mujer en Israel encontrada en adulterio debía ser apedreada según la ley de Moisés, y aquí no voy a discutir leyes, quiero que vean la esencia de lo que estoy mostrando.
Este hombre realmente amaba a María, no era su esposa, era su prometida y no quería ponerla al descubierto para que no fuera lapidada, iba a huir sin decir nada, había sido herido en su corazón pensando que su futura mujer lo había engañado, había sido herido en su orgullo de hombre y los hombres que me leen saben que es así; pero de pronto un ángel se le aparece en un sueño y le dice que no tema tomar a María por mujer, porque el hijo en su vientre había sido engendrado por el Espíritu Santo y sería Jesús el salvador. Este realmente era un hombre de Dios, porque creyó el sueño, un hombre sin temor de Dios, diría “si como no del Espíritu Santo, me creen bobo, ¿verdad?”; sin embargo, él creyó a Dios y recibió a María como su esposa y a Jesús como su hijo. Este hombre fue realmente un hombre de verdad y con corazón para Dios.
José aceptó lo que todos tenemos que aceptar en algún momento de la vida, es un hecho que rige la existencia humana y que ha traspasado los siglos, quiéralo o no, acéptelo o no, Cristo está en todos los pensamientos de Dios y Sus caminos. Cristo es central y supremo en todas las edades de esta tierra, todo en el universo se relaciona con Él, todo se conecta con Él de una o de otra manera, Cristo es el fin, porque Él fue el principio de todo.
En el pensamiento de Dios solo se encuentra Jesucristo y ese pensamiento influencia cada trato de Dios con los hombres, con las naciones, con el mundo entero y con cada acontecimiento de esta tierra.
Dios no está interesado en hacerlo a usted buena persona, Dios está interesado en que Su Hijo viva en usted y sea transformado a Su imagen, punto. Y esto no tiene que ver con religión. Si no se lo dijeron en los cursos de religión, perdió el tiempo, pero yo se lo enseño y podría mostrárselo desde Génesis y hasta Apocalipsis.
Dios quiere traer todas las cosas a Su Hijo y llevar a Su Hijo a todas las cosas. Todo nuestro curso en esta tierra se trata de Cristo, la vida no solo es acumular cosas, hacer hijos, hacer patrimonio, tener profesión y mucho dinero, esto es bueno, nadie dice que no, pero hay algo más en la vida que todo eso, recuerde que usted no se lleva nada a su tumba.
El centro de todo en esta vida, es aprender a Cristo los años que usted dure en esta tierra, no doctrinal, ni mentalmente, si no aprendió nada al final de sus días, usted reprobó su estancia en este lugar llamado tierra y cuanto más vivimos, más nos damos cuenta de lo poco que sabemos de Él y de cuán extenso es Jesucristo.
La diferencia de Él y nosotros es el hombre interior, a nosotros nos rige la carne con todas sus desviaciones, Él es enormemente distinto a nosotros. Lo que hace Su Espíritu en oposición al diablo es traer a Cristo a nuestra vida, ocuparnos en Él y ocultarnos de nosotros mismos, cuando Jesús está en nosotros, el Padre nos ve a través de Él.
Pero, hay un problema tremendo que el hombre no entiende y que ha sido su fracaso en la ciudad de la religión, que queremos llevar al otro lado del Jordán, lo que somos en la vieja creación, en nuestra vieja naturaleza, esto es una aberración espiritual y no crean que el pueblo de Israel pasó el Jordán y todo fue perfecto, no más lea el libro de los Jueces y se dará cuenta de ello, nuestro corazón es engañoso y está podrido.
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17:9
La vida de nuestra alma es una mezcla horripilante que nunca sabrá cuando está usted en un lugar seguro con ella, no es confiable. Nuestra carne nos llevará a todo tipo de engaños, en cuanto a nosotros mismos y a los demás si seguimos viviendo en la vida del alma.
Y para la vida del alma solo hay muerte, solo queda la vida de Cristo. José dio el paso más impresionante de su vida, aceptó a Cristo y lo recibió no solo como padre putativo, sino también como el Dios de su vida. Si usted no vio esto cuando celebró la navidad pasada, perdió el tiempo. Se cree que José murió muy joven y Jesús tuvo que hacerse cargo de su madre, José debió haber sido un padre terrenal muy bueno para Jesús y él se fue de esta tierra sabiendo que en su vida dejó entrar al salvador de este mundo.
Miren lectores, nuestra vieja creación debemos dársela a Dios para que la mate y solo lo que viene de Dios debe resucitar en nosotros. Hasta que no nos sometamos a Él no conoceremos el poder engañoso de nuestros corazones, somos capaces de lo peor y yo lo he visto en mí. Así que, si usted me consideraba muy santa o espiritual se equivocó, todos los días debo, como dice Michael Clark, exorcizar los demonios en mí y que al fin y al cabo, son mi propia carne.
El único correcto y seguro es Cristo desde el punto de vista de Dios. Cristo es nuestra tierra prometida, estar en otro terreno, sea religioso, filosófico o carnal es peligroso, miren lectores, la vieja creación un día se irá y solo lo que fue forjado de Cristo en usted permanecerá. Lo demás se quemará por el fuego.
Haga de Cristo su Señor en este año que comienza, así sea fiel católico o evangélico por más de no sé cuántos años, deje que lo salve cada día de su propia vida en la cotidianidad de sus días, recuerde que la salvación no es estática, ella obra cada día.
Nada de lo que usted haga en sus fuerzas o consiga de este mundo sean carros, casas, dinero, hijos, estudio, lo que sea, lo salvará en el último día, solo Cristo viviendo Su vida en usted, deje que Jesús sea su dueño y que habite en su vida y verá la diferencia, se lo aseguro.
Este es mi deseo para usted el próximo año y lo que consiga de más será añadidura.
Su amiga,
Adriana Patricia.
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