UN PRISIONERO EN APRIETOS Por Adriana Patricia

Buenos días a todos y a todas, he estado un poco alejada, primero, porque el Señor es el que inspira y cuando no lo hace, no hay que forzar nada, y segundo porque estoy en la elaboración de un cuarto libro y esto me demanda mucho tiempo. Pero, quiero dejarles esta pequeña enseñanza que el Señor ha estado hablando a mi vida o más bien recordando. 

Deseo que usted esté llevando esta crisis mundial de la mejor manera, guiado(a) por el Señor, yo llevo más de seis años en auto cuarentena, así que para mí no es un cambio tan dramático, pero sí sé que para algunos de ustedes es difícil; sin embargo, me hace falta salir cuando se me da la gana, ver a seres que amo profundamente, abrazar y dar picos, porque de por si soy una persona muy cariñosa y casi lambona; todo sea por la salud de todos nosotros, soy casi como los perros, que no pueden estar sin contacto físico por más de tres minutos, en eso los gatos nos ganan, ellos practican muy bien el distanciamiento físico. 

He tratado de no ver tanta noticia sino solo lo importante, estoy alejada un poco más del Facebook, cada persona tiene sus teorías, los cristianos unas, los demás otras y a veces es mejor aislarse para escuchar el murmullo suave de Su voz; cuando la tormenta arreció en el mar, el Señor Jesús la calmó y no por Él, pues Él dormía plácidamente sino por los discípulos que temblaban de miedo, donde está Jesús hay paz y si la tormenta está alborotada, es mejor tener la paz de Cristo que estar al lado de gente que hace que la tormenta empeore, así sea virtualmente.

Ya sabemos lo que tenemos que saber, que es un virus real, mortal y contagioso, que se queda pegado al plástico, al papel y al metal, pilas con el papel higiénico, si podemos localizar uno, porque la pandemia demostró que cuando la gente entra en shock lo primero que agarra es el papel higiénico; el virus dura varios días en esas superficies, así que usted tiembla cada vez que abre la puerta, destapa el correo y demás, es un virus que crece exponencialmente, es decir que crece de manera rápida, ya aquí en Colombia hasta anoche habían más de 1400 contagiados y comenzamos con el primer contagiado el 6 de marzo, claro está que no estamos como otros países. 

Mi consejo si quiere recibirlo, ponga su confianza en el Señor, su única fuerza es Él en medio de esta tormenta, el Salmo 23 es una buena lectura, el Señor la dejó para que sepamos que si pasamos por el valle de sombra de muerte del virus o de lo que sea, Él está con nosotros, Su luz es más grande que toda tiniebla, Él arranca las tinieblas de nuestra vida y de esta tierra, solo que esto está cumpliendo un propósito, y creo que necesitábamos parar esta frenética carrera del ser humano; si su economía está en el reino de los cielos, no tiene que temer, pero si su esperanza está en la economía de este mundo, creo que se va a ver afectado porque esta crisis va a dejar secuelas. 

Solo le puedo decir que voltee a ver a su Señor hoy más que nunca, vea la luz no las tinieblas. No debemos desperdiciar el tiempo en esta crisis, estamos en arresto domiciliario, ya podemos entender a Pablo, y podemos empatizar con él. 

Podemos hacer las cosas que no habíamos podido hacer antes, leer es una buena opción, orar más, escriba un diario, vea películas con mensaje positivo, haga ejercicio, evite distracciones innecesarias, no pensemos en zombis o en el ataque de los reptilianos, confieso que llegué a pensar en eso, pero trate de mantener su mente ocupada; cuando se acuerde lávese las manos, profundice su relación con Jesús y con su familia y amigos más queridos, la distancia a veces une más, cuando las relaciones no son saludables a veces el encierro no ayuda mucho, pero saque la mejor versión de usted mismo, pídale a Dios que lo ayude a ser mejor ser humano, que el carácter de Cristo sea formado en usted, si puede ayudar a otros miembros del Cuerpo de Cristo hágalo o a un vecino. Que esta crisis lo lleve a trascender en su vida. 

Bueno y sin más preámbulos, aquí está el artículo.


UN PRISIONERO EN APRIETOS 

“Y bendito es el [a] que no [b] se ofende por Mí”. Mateo 11: 6 Versión NASB 

Notas al pie: 

Mateo 11: 6 Lit., quienquiera 

Mateo 11: 6 O tropezar conmigo 

Esto lo dijo el Señor cuando Juan el Bautista estaba en prisión y envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús, si era Él el que había de venir o esperaban a otro. 

El fin de Juan el Bautista fue impactante. 

Me imagino la escena escalofriante: se abre la puerta de la prisión, Juan, iba quizás encadenado, iba escoltado por guardias, fue conducido a la guillotina, acomodaron su cabeza en una guillotina sucia y llena de sangre seca por otras ejecuciones, la hoja cortante se levantó y Juan pudo haber recordado las palabras del Señor, “bienaventurado el que no se ofende por mí”. 

Juan murió en presencia de un Dios que no obró como él esperaba. Murió porque Herodes lo mandó a decapitar, pues Herodias lo pidió, guiada por su madre. 

Ofender es también tropezar, significa un obstáculo. Y el Señor sabe que nos vamos a ofender en algún momento, Él conoce nuestra naturaleza. En ninguna parte de Las Escrituras plantea que esa posibilidad no surja, surgirá tarde que temprano, habrá muchas oportunidades para ofendernos por Él, para estrellarnos a causa de Él y es bueno que lo reconozcamos y no seamos prontos para decir: “Yo nunca me escandalizaré de ti”. 

La tentación no es pecado, y muchas veces seremos tentados a ofendernos con el Señor, y Dios entiende esa parte de nosotros. El Señor Jesús no mandó a regañar a Juan, no le dijo, “¿cómo no vas a saber que soy yo?, ¿acaso no viste que el Espíritu Santo descendió sobre mí en forma de paloma y oíste una voz que dijo que yo era el hijo amado de Dios, en quien tenía Su complacencia?”. Esto no se lo dijo Cristo, ya que Él conoce que somos polvo y siempre toma en cuenta nuestra debilidad, eso no se le escapa. Sin embargo, le atribuye a esto una bienaventuranza, una bendición. 

Juan fue un hombre especial para Dios, del tipo Elías, fue un hombre completo en Dios; no obstante, así terminó su vida, debajo de la guillotina, con su cabeza en una bandeja. La vida de Juan se había derramado para Dios, “he aquí el Cordero de Dios”, había vivido para los intereses del Señor, esto nos tiene que ayudar a entender que seguir a Jesús tiene un costo bastante alto y no garantiza una vida fácil, seguir a Cristo va a causar persecución de alguna forma, malos entendidos, difamaciones y todo lo demás. Somos llamados a sacrificar nuestras vidas por Él. 

Vivir la cruz es algo muy distinto que hablar o predicar de ella, cuando Cristo los enfrentó a todos ante la cruz, el día que murió, todos quedaron pasmados. 

Para entrar en el reino de los cielos debe haber un aumento de Cristo y una disminución de nosotros, y este es un proceso continuo, una y otra vez, el yo solo disminuye de esta manera, a través de pruebas y circunstancias difíciles somos disminuidos, ahí será más de Cristo y menos de nosotros. 

Juan dijo, “Él debe aumentar y yo disminuir”, qué corazón para Dios, qué amor por el Señor, “no soy digno de desatar su calzado” y ahora está en prisión, la guillotina lo llama, su ministerio se cortó, su popularidad se frenó, y Dios no parece mover un dedo. 

El Señor le envió a decir todo lo que estaba sucediendo, los cojos caminan, los ciego ven, los sordos oyen y solo le dio una bienaventuranza, porque todo aquel que vive para lo celestial, que se aferra a lo que no es visible, tiene su recompensa, por Él vale la pena vivir, lo demás aquí es pasajero. Como dice Hebreos 10:35: “No perdáis pues esta nuestra confianza, que tiene gran remuneración de galardón”. 

El final de los tiempos de prueba tendrá su recompensa, recibiremos un reino que no podrá ser removido porque es una Roca, es algo que no puede ser conmovido, todo en esta tierra será sacudido hasta nosotros dejaremos de ser algún día, pero hay algo inquebrantable y firme, y es Su reino. 

Juan, vas a la guillotina, pero encontrarás tu recompensa más allá de todo lo visible. Juan no alcanzó a cumplir su trigésimo tercer cumpleaños. Aprendió que la Vida del Señor es por lo único que vale la pena vivir. 

Nuestro Dios no es como los imaginábamos, y nunca lo entenderemos ni llegaremos comprender todas las cosas que hace ni porqué las hace, y solo podremos conocerlo por fe y confiar en Él, a pesar de todo. 

Jesús no actúa según nuestras expectativas, sino de acuerdo al horario de Su padre. Él no actúa según nuestro deseo de satisfacernos y suplir una necesidad, Él actúa a Su manera. El Señor no nos dará nada que no podamos soportar, Él nos quiere madurar y meterá Su mano hasta donde sea necesario, nuestro camino es sobre espinas no en medio de nubes de algodones. 

Cristo dijo de Juan, “porque os digo que, entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista…”, Juan será reconocido por Dios y por todos como el hombre que amó hasta el final. “Al que venciere le confesaré delante de mi Padre y ante sus ángeles”, cuando el amor nos distingue a pesar de todo lo que suceda, somos conocidos por el Señor, si lo amamos tanto como para poner nuestra vida por Él, seremos reconocidos en el Cielo y seremos tenidos en cuenta por el Padre. 

Un hombre que pasó desapercibido a los ojos del mundo, no tuvo hijos, no dejó herencia, no tuvo esposa, no conoció el amor íntimo; sin embargo, no pasó desapercibido en el Cielo. Juan conoció la soberanía de Dios. Y estamos en ese mismo punto en esta hora. 

Que nuestro anhelo sea Él a pesar del costo, para que Cristo aumente y nosotros disminuyamos. 

Bienaventurado aquel que no haya tropiezo en Él. 

Su amiga, Adriana.

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