OCUPADOS CON CRISTO EN MEDIO DE LA OSCURIDAD

 


“Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está el Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con el Cristo en Dios”. Colosenses 3:1 - 3

Cuando Pablo escribió Colosenses se encontraba como prisionero en Roma, ya no podía viajar, no podía visitar las iglesias, había perdido su libertad, su obra estaba llegando a su final y él no lo sabía, pronto le iban a imponer la sentencia de muerte.

Pero, fue en este encierro que escribió estas verdades tan profundas para la iglesia. La mejor manera de liberarnos de nuestros problemas es ocuparnos con las cosas grandes del Señor Jesús, ocuparnos en la majestad y la grandeza de nuestro Señor hará que esos problemas parezcan pequeños. Pablo podía estar prisionero, pero su espíritu era libre.

Si me preguntan, cómo pude seguir adelante después de ver a Manolo sufrir un cáncer tan agresivo, después de ver mis sueños rotos, después de padecer el dolor de su muerte, de la soledad, de la ausencia y de tantos recuerdos que me sofocaban, el dolor era tan profundo que sentía que no podía respirar; cómo pude seguir después de comenzar a sufrir una artrosis tan temprana y tan dolorosa, de perder mi útero, de sufrir un trastorno de ansiedad, de sufrir insomnio y de una depresión tan fuerte; porque el Señor fue mi estandarte, mi fuerza y mi motivación para seguir adelante.

Hoy estoy convencida más que nunca que Dios está con nosotros en medio del desierto más sofocante y que a través de cada quebrantamiento el Señor logrará que salga un aroma exquisito para Él, como se hace con la mirra cuando se tritura. 

Las pruebas no acaban, las viejas adversidades hoy son reemplazadas por nuevas; sin embargo, sé que el Señor está con nosotros en medio de todo y que hay un propósito más allá que nuestro corazón no alcanza a ver. La felicidad se puede ir en cualquier momento, pero su amor nunca cambia. El amor de Dios nunca falla.

¿Por qué el Señor permite estos momentos tan oscuros en nuestras vidas? Porque estamos siendo llevados al final de nosotros mismos, estamos siendo llevados a conocer al Señor en mayor profundidad, como nunca lo hubiéramos conocido de otra manera; la prosperidad nunca hará que nos rindamos a Él, pero el dolor nos hará caer de rodillas a sus pies, el amor de Cristo lo conocemos en mayor profundidad cuando somos abatidos por las circunstancias. El Señor nos llevará a un lugar en Él, en donde la próxima vez le quedará muy difícil al diablo volver a zarandearnos.

El Señor no estuvo ausente en mis tiempos de desespero, Él estuvo ahí todo el tiempo, solo que estuvo en silencio. No importa que tan dura pueda ser la crisis en nuestra vida, no importa si pasa lo peor que no esperamos que pase, Él siempre será suficiente.

Él nos dejó claro que seguirle es un camino muy costoso, pero cuando hemos sido cautivados por su amor, nada importará, así nos lleve por momentos de desesperación. Cuando hemos visto el valor de Cristo, cuando sabemos que nada hay de valor en este mundo y que lo único de valor es nuestro Señor, pondremos voluntariamente nuestra vida por Él, Él no nos dice que limpiemos nuestra vida, nos dice que entreguemos nuestra vida, porque Su Espíritu se encargará del resto.

Pablo sabía que su vida estaba escondida con Cristo, se enamoró tanto del Señor, fue conquistado, fue hecho prisionero de Cristo y cautivado por el amor de Jesús, que nada importaba, nada podría separarlo de su Señor, ni enfermedad, ni la cárcel, ni nada de este mundo, “poned la mira en las cosas de arriba” él no tenía otro interés que su Señor, su corazón estaba en Él, para Pablo Cristo era más que todo lo que este mundo le podía ofrecer. Por esto pudo soportar el encierro y su sentencia de muerte.

Que encontremos el valor de Cristo y podamos estar ocupados con Él en nuestro corazón en medio de las labores en esta tierra, para que cuando lleguen esos momentos oscuros en nuestras vidas, nada nos quite la mirada de Él.

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