UN TESORO DERRIBADO

 


¿Cuántos tesoros tenemos todavía escondidos en el corazón?, solo Él lo sabe, hay otros amores que compiten con su amor. Al Señor no le toca nada fácil, hay muchos antagonistas en esta historia tratando de robar nuestra atención; sin embargo, el Señor nos corteja como solo Él sabe hacerlo para atraernos a una relación de amor con Él.

Los tesoros deben ser derribados uno por uno en nuestras vidas en el momento indicado y a su manera. “Porque donde esté nuestro tesoro, ahí estará nuestro corazón” (Mateo 6: 21). “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”. (Marcos 12: 30).

La vida de Jacob es muy interesante, en los últimos años me he dedicado a estudiarlo, ya que nosotros somos él, el trabajo de Dios con él es el trabajo de Señor con nosotros. Y hoy deseo reflexionar de algo que nos tocará a todos en alguna forma y en algún punto de nuestra vida.

“Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y se enlutó por su hijo muchos días. Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Porque yo descenderé a mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y lo lloró su padre”. (Génesis 37: 34 – 35).

Jacob estaba avanzado en años, había pasado por tantas cosas, tantos tratos de Dios, había recorrido un largo camino, un camino muy pedregoso, su visión espiritual se había agudizado, ya no era el mismo. Y ahora debía enfrentarse a una nueva circunstancia, una muy dolorosa, debía dejar ir a su tesoro más preciado y seguir adelante en lo que Dios quería para él.

Jacob no lloró de esa manera cuando murió su amada Raquel, pero sí lo hizo con José. El tesoro de su corazón mejor guardado y más preciado fue derribado en un momento. ¡Qué gran dolor para Jacob! ─Lo que faltaba, pero no faltó─ decía mi abuela. Si hubo alguien en Las Escrituras que fue quebrantado una y otra vez hasta ser despojado de todo lo que amaba, fue Jacob.

Dios debe ganar más y más espacio en nuestras vidas, y nosotros debemos disminuir. Y por esto habrá muchos momentos de desprendimientos. Habrá situaciones que se nos saldrán de las manos y no podremos controlarlas. Y lo mejor que podemos hacer es descansar en Dios, dejar ir nuestros asuntos en sus manos, Dios tiene el control de cada cosa que nos sucede. Soltarnos en sus preciosas manos y asirnos de Él es lo único que podemos hacer. No había nada que Jacob pudiera hacer ante la noticia de sus otros hijos, ellos habían desaparecido a José aun sabiendo el dolor que le causarían a su padre.

Dios conoce el futuro, nosotros no, Él conoce cada detalle de nuestras vidas. Dios tenía preparado de antemano todas las cosas en la vida de Jacob para cumplir sus propósitos y los llevaría a cabo a su manera y de formas misteriosas, a través de cosas dolorosas, pero transcendentales con el fin de destronar todo aquello que ocupara el primer lugar en su corazón, Jacob debía disminuir mucho más. Ante las situaciones que Dios nos presenta en el camino, somos totalmente impotentes y débiles. Necesitamos de su gracia para soportar cada circunstancia planeada por Dios para nosotros. Jacob tenía un plan, pero Dios tenía otro.

El plan de Jacob era descansar, estaba muy tranquilo, muy cómodo en Hebrón, y Dios es experto en sacarnos de nuestra comodidad espiritual. Tenía tanto tiempo libre que le hizo una túnica de colores a José. Esta túnica no era que fuera de varios colores, el original dice ─túnica de adornos─, podía ser de colores o no, era una túnica que llegaba hasta los pies y de mangas largas. Este tipo de túnica era usada por los ricos, por los hijos de los reyes que no tenían necesidad de trabajar ─es decir José era el nené de Jacob─; los que trabajaban usaban ropa corta para poder moverse en el trabajo pesado y no era blanca para que no se notaran las manchas. En cambio, esa túnica de José podía ser blanca con bordes dorados o algo parecido. José era un niño muy consentido.

Era una túnica de privilegio y autoridad, además de representar el favor de Dios con José. Quizás por eso él era como un niñito un poco engreído que llevaba las noticias de las fechorías de sus hermanos a su padre. ¿No has visto un hijo consentido y malcriado en esta época, al cual no se le niega nada?, se vuelve caprichoso, exigente y cree que el mundo gira alrededor de él; así era José, por eso él debía tener su propio desierto para ser tratado, pero eso es tema para un próximo artículo. A José no le tocaba ir a trabajar como a sus hermanos, él se quedaba en casa siendo el favorito de su padre. Me imagino que Jacob se acordó que él también fue el hijo consentido de su madre Rebeca.

Dice Génesis 37 que Jacob amaba más a José porque le había tenido en su vejez, él era el recuerdo de su amada Raquel ─el amor de la vida de Jacob─. Así que, este niñito consentido llevaba informes a su padre y por esto sus hermanos lo aborrecían. Además, porque sabían que era el amado de su padre, el tesoro más querido.

Jacob tuvo muchas predilecciones, como las tenemos nosotros, el Señor tuvo que hacerse espacio en su vida a través de muchos tratos, Dios tuvo que cortejarlo a través de las situaciones por las que atravesó, sus preferencias fueron un Talón de Aquiles para él, primero fue Raquel, ahora era José y luego fue Benjamín.

Por eso Dios debe tratar con nuestras predilecciones naturales, con los tesoros mejor guardados en nuestro corazón, nada puede competir con Él, incluso pueden ser cosas muy espirituales y muy nobles, pero no pueden estar en el lugar que solo le corresponde a Él. El Señor debe ser forjado en nosotros y aumentar, y todas estas situaciones hacen esta labor.

Al Señor no se le escapa nada, todo estaba bien planeado por Él para obrar tanto en la vida de Jacob como en la de José. Para madurarnos el Señor debe tratar con todas esas predilecciones, todos esos ídolos consentidos. Madurar es ser llenos completamente de esa vida divina, es más de Cristo y menos de nosotros. Al final de la vida de Jacob lo vemos con su bordón, con su apoyo en la vida del Señor, y todos estos tratos y todas estas circunstancias que lo rodearon hicieron esta labor.

Jacob en sus últimos años pasó por este dolor tan hondo que transformó por completo su vida y lo llevó a una madurez sin igual, Dios tocó sus sentimientos más profundos de una forma radical, a mí me eriza la piel todo esto. Jacob al final de sus días expresó totalmente la vida de Dios en él, ya no vivía él sino el Señor, llevaba la imagen de Dios en su vida, esto es madurez y es el objetivo de Dios también con nosotros. Entonces Dios tuvo que tocar una debilidad muy profunda para madurarlo.

¡Cuánto tiene que hacer el Señor con nosotros para que Cristo sea formado! El trabajo de Dios será hasta última hora porque nuestra carne no da tregua.

Los hermanos de José lo odiaban y lo odiaron más cuando soñó dos sueños similares, ─gavillas y estrellas─, que mostraban la posición que él tendría en el futuro por encima de ellos y de su padre. Y esto generó más envidia en sus hermanos. José era sincero, auténtico y decía la verdad, pero al decirla creó problemas con sus hermanitos mayores. Decir la verdad nos acarreará problemas. Por eso el mundo no nos amará porque si somos hijos de la Verdad, al mundo no le gustará lo que digamos, como le sucedió a Juan el Bautista, que al final se quedó sin cabeza por decirles la verdad a Herodes y a Herodías, su mujer (Marcos 6: 18). Los hermanos de José no eran unas almitas de Dios y por eso lo odiaron más, así el mundo nos odiará si verdaderamente mostramos la Verdad que es Cristo en nuestras vidas.

Jacob envió a José a mirar cómo estaban sus hermanos, ellos estaban pastoreando en Siquem, y José fue obediente a su padre y fue a buscarlos. Y cuando lo vieron de lejos se burlaron de él llamándole “el soñador” y pensaron en matarle, ¡¡¡qué corazones tan negros, pero qué familia, qué hermanos, qué hijos!!! Como dijo nuestro Señor “los enemigos del hombre son los de su propia casa”. Y si tenemos el favor y la gracia de Dios, muchos nos odiarán, incluso los de nuestra familia.

Y cuando José llegó ante ellos, lo desnudaron y lo echaron en una cisterna sin agua. Eso precisamente eran ellos, cisternas sin agua, sin la vida de Dios, había mucha maldad en su corazón, y lo echaron y se sentaron a comer pan, una burla total para José. Me imagino su risa mientras José gritaba que lo sacaran de ahí, sentados comiendo como si nada. Rubén, su hermano mayor, quiso librarlo y devolverlo a su padre. Judá lo libró de la muerte diciéndoles que mejor lo vendieran a los ismaelitas, este fue el comienzo del desierto de José y el quebrantamiento para Jacob.

Vendieron a su hermano a los ismaelitas por 20 piezas de plata. Y les importó un bledo los ruegos de José, los gritos, las lágrimas que derramaba, su llanto no los conmovió, la angustia de su alma no los llenó ni siquiera de remordimiento. Se hicieron los locos.

“Entonces se dijeron el uno al otro: Verdaderamente somos culpables en cuanto a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos, por eso ha venido sobre nosotros esta angustia”. Génesis 42: 21 LBLA

Y José fue llevado a Egipto, Egipto representa la carne, y esto eran los hermanos de José, pura carne. Pero, todo fue usado por el Señor para cumplir sus propósitos. Dios tenía un plan más grande en sus manos. Todo lo que ellos pensaban para mal, Dios lo iba a encaminar para bien (Génesis 50: 20). Porque todas las cosas obran para bien a los que aman al Señor (Romanos 8: 28), así en principio no lo podamos ver, las nubes del dolor a veces ciegan el resplandor del sol detrás de ellas.

Nuestra teología se vuelve real cuando nos toca experimentarla, nuestras doctrinas y conocimientos de la Biblia se hacen verdaderas cuando las vivimos en nuestra piel.

José le fue arrebatado de un momento a otro a su padre. Después de la muerte de Raquel, Jacob se había apegado a José y Dios tenía que destronar ese ídolo de su corazón. El Señor se vale de todas las cosas para llevar a cabo sus propósitos, incluso usa la maldad del corazón de los hombres, aun el mismo diablo es solo un instrumento del Señor y no significa que debemos hacer maldades para que Dios haga bondades, es que cuando Él dice que TODO obra para bien, todo es todo, esta es la economía de Dios, el Señor no desperdicia nada.

Y sus hijos con todo el descaro y sin una gota de arrepentimiento le hicieron creer que había sido devorado por una bestia, ¡qué dolor tan grande para Jacob y para José!, ¡qué prueba tan profunda! Mientras Jacob lloraba, José también lloraba hacia un rumbo desconocido, con gente desconocida, en tierra extraña, sus comodidades las había perdido, ya no sería más el hijo consentido de Jacob.

Mientras Jacob pensaba que él estaba muerto, José estaba comenzando su desierto; sin embargo, iba a ser preparado para reinar. Para eso estamos siendo preparados, para reinar con el Señor, eso debería hacer que nuestros rostros cayeran a tierra y nos asombráramos de su gracia inmerecida y viéramos cada prueba, cada circunstancia como parte de un propósito más grande que nuestras lágrimas o nuestra tristeza.

Jacob rasgó sus vestidos, estaba totalmente quebrantado y despojado. Estaba destrozado y sin consuelo. Había perdido el tesoro de su corazón, fue el duro golpe que el Señor le dio por su misericordia para madurarlo, fue un golpe profundo y muy certero.

Y todos tendremos que pasar por esta prueba, todos tendremos que ser despojados de nuestros tesoros más preciados, todos tendremos que caminar por este sendero tan oscuro y doloroso; Jacob tuvo que atravesarlo, pero al final fue llevado a madurez. Esto afectó su corazón; no obstante, ganó algo más grande, la presencia de Dios en su vida en plenitud. Nada lo había afectado tanto como esta pérdida, fue tan dolorosa que por eso dijo que iría a la tumba con dolor y sin consolación, Jacob estaba totalmente quebrantado y con dolor en su alma, pero este sería el camino hacia la madurez.

¿Cuál es el objetivo de Dios con nosotros?, que Cristo sea establecido en nuestras vidas, para que la vida que vivamos sea la vida de Él en nosotros. El Señor quiere ver reflejado el carácter de Cristo en cada uno de nosotros, que todo lo que es Cristo sea formado en nuestro ser.

“Hijitos míos, que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros, hasta que Cristo sea formado en vosotros…” Gálatas 4: 19

Este era el clamor del Apóstol Pablo. Estamos crucificados con Cristo y ya no vivimos nosotros, vivimos por la vida de Él morando en nuestras vidas. Es así como nuestra relación personal e íntima con Jesús es la fuente de todas las cosas. Permaneciendo en Él, rindiéndonos al trabajo del Espíritu Santo, a su trabajo de perfeccionarnos, pulirnos, tamizarnos, quitar toda la paja de nuestros corazones y llenarnos cada día más de la vida de Él. El trabajo de Dios es tan minucioso que va desprendiéndonos, va desarraigando todo lo que no es Cristo en nuestros corazones.

Nuestra tierra prometida es Cristo y hemos entrado en ella, pero Él debe conquistar cada área de nuestro corazón que ha sido usurpada por el yo, debe desangrar cada parte de nuestra naturaleza igual que tuvo que hacer el pueblo de Israel en la tierra prometida ─despojar a las naciones que habitaban allí hasta acabarlas─. Todavía hay cardos y espinos anímicos (celos, envidia, egoísmo, amargura, etc.) en la tierra de nuestra vida que deben ser arrancados sin piedad. Todavía hay tesoros consentidos.

José no estaba muerto, ni perdido, estaba protegido por el Señor en Egipto, era el comienzo del desierto en su vida para producir la gloria del Señor en él. Estaba siendo llevado a la escuela de Dios, esta escuela lo prepararía para el reinado.

─ Jacob no llores, sé que te duele y crees que tu hijo está muerto, que fue despedazado y devorado por una fiera, pero tu hijo está bien ─qué consuelo para los que hemos perdido seres amados. ─Regocíjate Jacob, tu hijo está en Egipto, está recibiendo una preparación necesaria para reinar, y ayudarte a ti y a tus otros hijos cuando la tierra se llene de hambre.

¡Qué grandioso es nuestro Dios! Nada lo hace por casualidad, todo está planeado por Él, si viéramos esto, menos preocupaciones tendríamos, menos dudas, menos incertidumbres, menos dolor. El Señor tiene el control de todas las situaciones, nada se sale de sus manos; no obstante, Él debe llevarnos a madurez y por eso nos despojará de los tesoros más queridos que compiten con Él, para darnos algo más grande, darnos la plenitud de su Hijo en nuestro corazón.

¿Cuáles son tus tesoros más queridos? Que el Señor nos ayude y tenga misericordia de nosotros.

Hasta la próxima.

AL

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