CUANDO DIOS NOS ENFRENTA CON NUESTROS IGUALES (Choque de Trenes) Por Adriana Patricia
CUANDO
DIOS NOS ENFRENTA
CON NUESTROS
IGUALES
Choque
de trenes
“Y
Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él un mes
de días. Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me has de servir
de balde? Declárame que será tu salario” Génesis 29: 14 – 15.
Jacob emprendió su
viaje directo a las circunstancias que Dios le tenía deparadas para tratar con
él. Y llegó a casa de su tío Labán.
Después que su tío lo
recibió y lo atendió como invitado, al mes de estar allí, le dijo que no lo iba
a tener de balde, que debía ponerse a trabajar por un salario.
El tío Labán salió
gallito fino al lado de nuestro Jacob, Labán era tan negociante como él. El
Señor lo había llevado exactamente a enfrentarlo a uno igual que él. Pudo
engañar a su padre y a su hermano, pero a su tío, no. Tenía que trabajar y no
estar de holgazán en ese lugar. Mi abuela decía que al mes, ya las visitas olían
mal.
El Señor permite
enfrentarnos con gente igual que nosotros, para tratarnos. Ahí comienza un
choque de trenes para confrontarnos con lo que somos realmente. Nos expone ante
otros como espejos, para que veamos lo que somos en nuestra naturaleza; puede
ser que tu esposa o tu esposo sea igual a ti o tus hijos sean un reflejo tuyo o
tú te enfrentes a la realidad desagradable que eres un reflejo de tus padres o Dios
te pone enfrente de un jefe igual que tú o con un compañero de trabajo o un amigo
o tus propios hermanos; y como dos búfalos que se enfrentan, así chocas con la
realidad que tienes delante de tus ojos, porque Dios simplemente te está mostrando
quien eres y lo Él que debe obrar en tu vida y desarraigar de ti.
Todas las personas a
las que Dios nos enfrenta son escogidas por Él para disciplinarnos y tratar con
nosotros, con el objetivo de transformarnos a la imagen de Jesús. No escogimos
a nuestros padres ni a los hermanos ni a la familia, fue el Señor quien nos los
dio para usarlos en nuestra disciplina. Los demás son nuestros espejos. Y esto
se convierte en un camino adverso y a veces muy amargo para nosotros, es algo
que no nos gusta, porque, ¿a quién le gusta ser expuesto? ¿Verdad? Jacob era el
hijo consentido de Rebeca, ahora le tocaba trabajar para alguien muy astuto,
codicioso y engañador, igual que él.
Para que el acero pueda
ser doblado se necesita una tensión continua para lograrlo, es por esto que el
Señor nos enfrenta con nuestros iguales para doblar nuestra naturaleza, a fin de
ser útiles para los propósitos del Señor. Dios debe disciplinarnos por donde más
nos duele, para forjar en nosotros a Jesucristo su Hijo. El Señor tenía que tratar
en Jacob sus características más sobresalientes, al igual que debe hacerlo con nosotros,
y una de las formas que el Señor utiliza,
es enfrentarnos ante personas igual que nosotros, allí es donde se produce el
choque de trenes.
Cuando nuestro Señor
nos pone con los iguales, es porque tiene que exponer lo que somos, para
quitarnos la apariencia de piedad.
Esta historia me parece
muy apropiada para entender lo que el Señor nos está enseñando aquí:
“Recientemente un
conductor de camiones fue llamado para transportar una carga de zinc. Él acababa
de terminar de transportar una carga de tomates y negligentemente se olvidó
lavar por dentro el camión antes de cargar el zinc. Cuando finalmente llegó a
su destino, se dirigió hacia la parte trasera del camión y abriéndola para
descargar el zinc, explotó en ese momento en su cara. Nadie le había dicho que
el ácido que contenían los tomates podría reaccionar de esta forma cuando
llegase a estar en contacto con el zinc. El zinc es una de las impurezas que
debe ser removida del oro al momento del procesamiento purificador. Es muy
volátil. Como mineral, tiene un sabor muy amargo. Muchos de nosotros tenemos
zinc (amargura, ajenjo) en nuestros corazones. ¡Alguien se acerca con actitud
de ácido, y explotamos en su cara! Hay muchos tomates allá fuera, los cuales
usa Dios para sacar y purificar el zinc del oro. Para cada problema de zinc,
existe su propio tomate” Tomado del "Jubileo de la creación", por Stephen E. Jones.
Para cada Jacob hay un
Labán.
El Señor es el amo de Su
casa, que somos nosotros y Él elimina lo que no sirve. El Señor expone
ante Su luz cegadora nuestro hombre natural, como lo hizo en su momento con
nuestro Saulo de Tarso, para que llegara a ser Pablo.
Dice Isaías 25:2 “Que tornaste la ciudad en
montón, la ciudad fuerte en ruina…”
El Señor debe derribar las fortalezas
que hemos puesto a nuestro alrededor, para no ser descubiertos, a fin de que
conozcamos quienes somos realmente y así el Señor pueda obrar en nuestros
corazones y quebrantar toda la fuerza de nuestro yo y acabar todo lo del viejo
y retorcido Adán.
Isaías
25: 10 – 12 “Porque la mano del SEÑOR reposará en este monte; y Moab será
trillado debajo de él, como es trillada la paja en el muladar. Y extenderá su
mano por en medio de él, como la extiende el nadador para nadar; y abatirá su
soberbia con los miembros de sus manos”.
El trillo para Jacob
era Labán. Esto hace el Señor, nos trilla, es decir nos quebranta al
enfrentarnos con nuestros iguales (trillar viene del latín tribulum sustantivo neutro, derivado del verbo tribulare, que significa quebrantar o machacar, de ahí proviene la palabra
tribulación), para abatir nuestra soberbia, para deshacer la vida natural en nosotros
como la paja en el muladar. Lo interesante es que normalmente la paja no se
trilla en el muladar, el muladar es un estercolero. Una prueba más que Dios
desea destruir nuestra vida natural, porque no es nada agradable para Él. Es
sucia y ruin.
Cuando Dios hizo lo que
tenía que hacer en ese momento en la vida de Jacob, Labán no pudo impedirlo.
Por muy dura que sea la circunstancia, durará el tiempo necesario hasta cuando
el Señor haya obrado en nosotros lo que se propuso y cuando sea el tiempo de
salir de esa situación, Dios dará la salida. Labán no pudo maldecir ni decir
nada en contra de Jacob, porque el Señor se lo impidió.
Al final Jacob se salió
con la suya y se quedó con una buena parte de las ovejas. Ni Labán pudo con él,
era un acero difícil de quebrantarse. Por eso Dios tuvo que seguir llevándolo
por más disciplina.
Dios sabe qué
necesitamos para doblar el acero que somos, Dios debe exponernos a muchos
tomates en el camino, nuestro Labán nos está esperando a la vuelta de la esquina,
pero todo siempre tendrá un propósito soberano del Señor, para llevarnos a la
madurez de Cristo.
Cuando haya choque de
trenes en tu vida, no te angusties, recuerda que nada es por casualidad, Dios
siempre tiene el control de nuestras vidas y Él no está inadvertido de las
cosas que nos suceden. ¡Cuánto necesitamos aprender de la historia de Jacob!
Muy interesante y ayuda a comprender cuando Dios nos enfrenta con personas difíciles en nuestra vida y nos preguntamos por qué nos toca a nosotros lidiar con ellas... Gracias!
ResponderEliminarAsí es, somos limas unos con otros, las piedras de los ríos se pulen y se redondean rozándose unas con otras. Todos tenemos nuestros trenes.
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