EL PASO DE LOS AÑOS…UNA BREVE REFLEXIÓN Por Adriana Patricia

Foto tomada por Jennifer Cárdenas

Hace poco recordé con cariño, a un anciano muy precioso, yo era muy joven, tenía tan solo 20 años e iba a su casa cada sábado a estudiar con él la Biblia. 

Este anciano era muy dulce, su sencillez, su humildad y su amor por el Señor realmente tocaron mi vida. Yo iba a enseñarle la Biblia, pero él con su vida me enseñaba más que toda la teología del mundo. Yo era joven e inmadura en todos los aspectos; sin embargo, Dios me permitía ir para que aprendiera de él, aunque yo creía que él aprendía de mí. 

Tenía que caminar muchas cuadras para llegar a su casa y la calle era muy empinada, llegaba siempre con la lengua afuera y él me tenía jugo de guayaba; su esposa tenía cáncer, ella ya había perdido una de sus piernas a causa de su enfermedad y necesitaba de oxígeno porque su cáncer había hecho metástasis, ella desde su alcoba escuchaba atenta la enseñanza del día. Nunca escuché una queja por parte de ellos ni un reclamo al Señor, a pesar de sus dolencias y su situación financiera, su amor por el Señor era más grande y su fe inquebrantable, este par de ancianos me enseñaron más que lo que yo pude enseñarles a ellos.

Ha pasado mucho tiempo desde esa experiencia, el Señor me ha enseñado muchas lecciones en una escuela muy costosa, pero efectiva. 

Ahora ellos son jóvenes y están en casa de Papá Dios y yo soy la que estoy envejeciendo. Los años han pasado y cuando me miro al espejo lo veo, realmente pensé que el Señor iba a llegar hace tiempo o yo iba a partir a casa mucho antes; no obstante, el Señor me hizo llegar hasta aquí. Cada vez más estoy sintiendo el paso de los años, no sé porqué, pero mi cuerpo se hace cada vez más pesado, mis articulaciones suenan más, la elasticidad de mi piel está cayendo en picada, los virus se sienten cada vez más confortables en mi cuerpo y muchas cosas más, soy una joven adulta.

Dijo Pablo en 2 Corintios 4:16: 

“Por lo tanto, no nos desanimamos (completamente sin espíritu, agotados y cansados ​​por el miedo). Aunque nuestro hombre externo está [progresivamente] decayendo y consumiéndose, nuestro ser interno se está renovando [progresivamente] día tras día”. (Versión AMPC).

Esta es mi fuerte confianza, que mientras yo voy envejeciendo, mi espíritu se renueva cada día por la Vida de Cristo en mí. Su Vida es la fuerza para cada día, es Su Gracia la que me sostiene en medio de los ataques del paso de los años, esto es inevitable, pero en Cristo está puesta nuestra esperanza.

Su Vida es inagotable y está disponible para todo aquel que desea obtenerla, la Vida de Cristo es valiosa, por eso es costosa y el costo es nuestra propia vida rendida a Sus pies, no es una vida barata, no es cualquier cosa, es una Vida que sacia, que llena, que completa, que rejuvenece nuestro espíritu cada día y nos da la motivación para seguir adelante a pesar de todas las circunstancias en nuestras vidas. 

Dijo Austin Sparks:

"... Todos somos conscientes de que estamos envejeciendo. Todos somos conscientes de que en el ámbito natural las fuerzas y habilidades humanas están disminuyendo, pero no vamos a aceptar eso como la ley que rige nuestra vida. Debería haber un aumento de esta naturaleza incorruptible de Cristo a medida que envejecemos, y por lo tanto, debe haber un embellecimiento y endulzamiento de nuestras vidas a medida que envejecemos. Aunque es cierto que nuestros poderes naturales de resistencia se están debilitando y el sistema nervioso debe soportar un peso excesivo y estamos envejeciendo; sin embargo, si Cristo está haciendo Su camino en nosotros, debería haber en medio de estas mismas condiciones un testimonio de la nueva creación, que no se rompe y no decae, pero siempre está fresca hasta el final... Dios no permita que envejezcamos espiritualmente y contradigamos la naturaleza real de la nueva creación. Dios no permita que las condiciones naturales en el cuerpo, en la mente y en el mundo, se conviertan en las cosas dominantes en nosotros, pero que para nosotros lo más importante debería ser que haya un espíritu de vida reinando, triunfante, siempre fresco". 

No importa cuán vieja llegue a estar (si Cristo sigue retardando su venida o no me muero antes), para Él siempre seré Su niña. 

“El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo vine para que puedan tener y disfrutar la vida, y tenerla en abundancia (al máximo, hasta que se desborde)”. Juan 10:10 (Versión AMPC).

Les dejo un extracto de una enseñanza de C.H Spurgeon que bendijo mi vida al respecto:

"Ustedes que gozan de buena salud deben decir: "mi Dios, en verdad bendíceme. Dame un alma sana. Sáname de mis males espirituales. Jehová mi sanador, ven y límpiame de la lepra que está en mi corazón por naturaleza: hazme sano en sentido celestial, para que no sea apartado entre los inmundos, sino que se me permita estar en medio de la congregación de Tus santos. Bendice mi salud corporal para que la pueda usar rectamente, gastando la fuerza que tengo en Tu servicio y para Tu gloria; pues si no, aunque sea bendecido con salud, podría no ser bendecido en verdad.

Algunos de ustedes, queridos amigos, no poseen el gran tesoro de la salud. Tienen asignados días y noches pesados. Los huesos de ustedes se han convertido en un almanaque en el que observan los cambios del clima. Hay muchas cosas en ustedes que excitan a la piedad. Pero yo ruego para que puedan tener en verdad la bendición y yo sé lo que es eso. Puedo comprender de todo corazón a la hermana que me dijo el otro día: "Yo tenía mucha cercanía con Dios cuando estaba enferma, una seguridad muy completa, y mucha alegría en el Señor. Y lamento decir que esa cercanía la he perdido ahora; casi desearía estar enferma otra vez, para tener una renovación de la comunión con Dios.

Muchas veces he mirado con agradecimiento a mi habitación de enfermo. Tengo la certeza que nunca he crecido en la gracia divina, ni aun en la mitad de ella, como en la cama del dolor. No debería ser así. Nuestras misericordias gozosas deberían ser grandes fertilizantes para nuestro espíritu. Pero con frecuencia nuestras aflicciones son más saludables que nuestras alegrías. El cuchillo que poda es mejor para algunos de nosotros. 

Después de todo, lo que tengan que sufrir ustedes a causa de debilidad, de pena, de angustia, puede ser enfrentado con la divina presencia para que esta ligera aflicción pueda producirles un peso eterno de gloria, y así ustedes puedan ser en verdad bendecidos".

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