LA GRAN TRAGEDIA DEL CORAZÓN Por Adriana Patricia


Permanece en mí y yo en ti...Juan 15:4 (Versión ESV)

Deléitate en el Señor...Salmo 37:4 (Versión ESV)

...entonces te deleitarás en el Señor...Isaías 58:14 (Versión ESV) 

Hijo del hombre [Ezequiel], he aquí, te quito el deseo de tus ojos [tu esposa] de un solo golpe. Sin embargo, no llorarás ni te lamentarás, ni correrán tus lágrimas. Ezequiel 24:16 (Versión AMPC)

Cuando el Señor me guió a escribir este artículo, lo pospuse por un buen tiempo, siempre tengo la idea tonta que al Señor se le va a olvidar. Pero, la insistencia de Dios y Su deseo de enseñarme fueron más grandes.

Realmente no necesité ponerme en los zapatos de este profeta de antaño Ezequiel, porque yo perdí el deleite de mis ojos de un solo golpe, solo que a él no se le permitió llorar su tragedia. Imagíneselo por un instante, cierre sus ojos y piense en alguien muy querido para usted, alguien que ame con todo el corazón y por favor, no se "espiritualice" en este momento, realmente piense en ese alguien e imagínese que el Señor le dice: "ni se te ocurra llorarlo, reprime tu dolor y tus lágrimas, y haz como si no pasara nada"; pues eso fue lo que le sucedió a Ezequiel.

Esta madrugada me desperté llorando, estaba soñando con la muerte de Manolo, cuando pasan los años, hay cosas que se van olvidando y el Señor quería que yo recordara este dolor, para entender a Ezequiel y el dolor del corazón de Dios por Su pueblo.

Los dolores superficiales afectan las pasiones más fáciles de mover. Los grandes afectan al alma misma, dijo Adam Clarke.


Ese tipo de dolores aplastan tu corazón y tu alma de tal manera, que te asfixian por completo. 

La sentencia de Dios fue: no llorarás, ni endecharás, ni correrán tus lágrimas, punto. Cuando el dolor aplasta de esa manera, las lágrimas salen solitas, no necesitan esfuerzo alguno, la tristeza profunda hace que el llanto fluya como un río. 

Reprime el suspirar, le dijo el Señor. Cuando se te muere alguien muy amado los suspiros te traicionan en los ambientes más ruidosos, el pensamiento se eleva y llegan los recuerdos, y ahí en ese instante suspiras.

No hagas luto público, fue otra de las cosas que el Señor le prohibió a este hombre. En el libro que acabo de escribir, me referí a este tema cuando hablé de la muerte de nuestro Señor Jesús, y expliqué la importancia para los judíos de hacer duelo por sus familiares, el duelo para ellos es un acto de amor, y a este profeta se le dice que no puede y punto.

También el Señor le indica que tiene que atar su turbante sobre sí, este turbante era usado para festividades, además le dice que ponga zapatos en sus pies, como si nada hubiera pasado, caminar descalzo era una señal de dolor. Por eso los colores oscuros son característicos en un funeral, porque demuestran dolor, tristeza, llanto en el corazón; quizás, en otras culturas sea diferente, pero en esta cultura el duelo era un acto muy importante, tanto que duraban siete días endechando al muerto, no trabajaban, ni lavaban ni los esposos tenían relaciones íntimas, no era un momento para celebrar.

Luego el Señor le dice que no ponga rebozo en sus labios, los dolientes se cubrían la parte inferior de la cara, desde la nariz hasta la barbilla. Tampoco podía comer pan de hombres (lékjem anáshim) dice el original, "pan de hombres dolientes" (la raíz anásh significa melancolía, doloroso, desesperado), es decir que no participara del banquete funerario.

¿Por qué hizo esto el Señor?, miren amados lectores, Dios nunca hace nada sin un propósito, aunque no lo entendamos. Cuando leemos nuestra Biblia encontramos cosas muy pero muy locas a nuestros ojos, inconcebibles, cosas que quizás, nosotros las sacaríamos de allí, cosas como esta historia. ¿Por qué Dios hizo esto con Su profeta? Aquí el Señor entra y se reivindica, porque el pueblo de Dios había perdido el deleite en el Señor.

Y la tragedia más grande del corazón en estos tiempos es que gran parte de la cristiandad ha perdido el disfrute de Cristo.

Dios llevó a este hombre lleno de la presencia del Señor a un profundo sufrimiento para enseñarle a Su pueblo una gran lección, es decir, lo puso como carne de cañón.

Y cuando las personas se sorprendieron de la actitud de Ezequiel, le preguntaron la razón de su comportamiento y Ezequiel les dijo: "Esto es solo un símbolo de lo que son ustedes, ustedes perdieron al Señor, han sido infieles y no se les da nada, ustedes no se conmueven, perdieron la presencia del Señor y a ustedes no les importa".

Ezequiel sale bajo el poder de Dios, sin una señal de su inmenso dolor a decirles en la cara que ellos habían perdido algo más grande y ni siquiera se sentían redargüidos. Estas personas estaban escandalizadas a causa de la represión de Ezequiel, pero no se daban cuenta que ellos estaban peor, habían perdido algo más grande, más profundo y no les importaba, les daba lo mismo.

Ellos seguían sirviendo en el templo y haciendo sus deberes religiosos, pero habían perdido al Señor, qué tragedia hermanos, cuando cayó Jerusalén, su esposa murió, él supo que ella era una imagen terrible del golpe de destrucción sobre Jerusalén.

Y esta es la tragedia de nuestro tiempo actual, hemos perdido el deleite en Cristo, estamos tan entretenidos con nuestras actividades religiosas, con nuestro yo miserable, con las doctrinas, con el diablo, con las cosas de este mundo y con todo lo demás, que hemos perdido el disfrute de nuestro Señor. Si lo perdemos a Él, lo perdemos todo.

Todas las cosas en el universo se mantienen unidas y en perfecto equilibrio por la Vida de Cristo, toda la creación muestra la Gloria del Hijo de Dios, vislumbra Su supremacía, porque Jesús es el modelo de la creación. Jesús es el centro de la existencia y fue por amor a Su Hijo, que el Padre creó todas las cosas. Cada átomo de esta existencia muestra la gloria de Cristo.

Dios ha marcado un camino para nosotros, ha marcado una línea en nuestras vidas y esta línea es Cristo y nada puede reemplazarlo. Desde Génesis hasta el final del Apocalipsis, está nuestro Señor Jesucristo.

Si perdemos la línea de Cristo, perdemos el deleite en Él y lo perdemos todo, esta es la gran tragedia de nuestro corazón, perderlo a Él es perder la Vida, la Sustancia de la existencia. Cuando el pueblo perdió al Señor lo perdieron todo, no había bendición; cada vez que perdemos la línea de Cristo y su deleite, llega la tragedia nuestras vidas. Cuántas tragedias nos han ocurrido en el trascurso de nuestra existencia sobre esta tierra, porque perdimos el disfrute de Cristo y nos desviamos.

Todas las fuerzas malignas, todos las huestes del infierno trabajan para sacarnos del deleite de Cristo y entretenernos con sus juguetitos baratos, y si hemos entrado en Cristo el enemigo hará lo que esté a su alcance para sacarnos de Él, por eso la palabra contundente de nuestro Señor es: "permanece en mí y yo en ti, no hay otra manera, permanece en mí, porque sin mí nada podéis hacer". Si nos soltamos de Cristo, caeremos bajo el poder del diablo y compartiremos su terrible final.

Solo cuando los intereses de Cristo gobiernan nuestra vida, podremos deleitarnos en Él. Pero, si nos salimos de ese terreno, si nos dejamos seducir, el deleite de nuestros ojos nos será quitado y la tragedia golpeará con fuerza como el mar golpea con fuerza sobre las rocas. Amados perderlo a Él es perderlo todo.

Las actividades cristianas y religiosas no son lo mismo que Cristo, hacerlas no significa que las estemos haciendo por amor al Señor, aquí cuenta son los motivos del corazón, y no estoy diciendo que no podamos hacerlas, pero si ellas nos hacen perder de vista a Cristo, el Señor debe hacer un ajuste muy grande y definitivo ahí. Amar a Cristo no es lo mismo que servirlo, cuántas de nuestras actividades nos hacen perder de vista a nuestro Señor, cuántas de las cosas que nos ofrece este mundo lo ocultan a nuestros ojos, estar ocupados con nosotros mismos nos hace perder de vista lo único importante.

Cuántas tragedias fueron provocadas en nuestra vida por perder el disfrute de nuestro Señor, cuántas elecciones y decisiones fueron tomadas separados de Él, fuera de su deleite, puede ser la elección de un esposo o una esposa, un noviazgo, una carrera, un negocio, un trabajo, un lugar para vivir, no podemos movernos de la línea que el Señor ha establecido para nosotros y esa línea es nuestro Señor, separarnos de Él es experimentar la tragedia del desastre espiritual y eso lo supo muy bien Elimelec, ¿se acuerdan de la historia de Rut? Elimelec se salió de la línea del Señor y lo perdió todo.

Cristo nunca perdió de vista a Su padre, Él se deleitaba en Él cada día y en cada momento, una vida de total dependencia en el Señor y de absoluto deleite puede ser para nosotros un idilio continuo con Él, una luna de miel de nunca acabar, con Cristo hacemos descubrimientos cada vez más profundos de Su Vida; no obstante, olvidémonos del Señor, soltémonos de Su mano y perdamos a Cristo y no tendremos nada. Cristo fue persuadido muchas veces y de diversas maneras por muchas personas y por el mismo diablo para perder el deleite de Su Padre, pero Él no fue conmovido, no se dejó seducir por las sutiles insinuaciones de nadie y rechazó todo lo que podía distraerlo.

Hay lazos que todavía nos atan a algo que no nos deja disfrutar a Cristo, hay una necesidad muy grande de que todo lo del viejo hombre en nosotros sea completamente roto para que Cristo tenga Su lugar de preeminencia en nuestras vidas, para que Cristo sea nuestro único y total placer, la carne es nuestro principal y más asqueroso enemigo y es implacable, ella es ansiosa, no da paz, no da alegría, no da sosiego, no satisface, es posesiva, sutil, manipuladora, controladora e insistente, y nos quiere robar el gozo de deleitarnos en el Señor. 

"El yo nos hace infelices. Es una raíz de amargura en cada corazón donde reina. El secreto de la alegría está oculto en el seno del amor, y los brazos del yo son demasiado cortos para alcanzarlo. Hasta que no vivamos en Dios y Dios en nosotros, y aprendamos a encontrar nuestra felicidad perdiéndonos en Él y viviendo para Su gloria y para Su pueblo, nunca conoceremos lo dulce de la bendición divina. Cada ídolo debe ser abolido, cada cosa alta debe ser derribada, y la carne no tiene gloria en Su presencia. ¡Oh, amados, si continúas en tu propia voluntad, en tu propia fuerza, para tu propia gratificación y gloria, ten cuidado! Las espinas se encuentran en tu camino, las serpientes se esconden bajo tus pies, los abismos bostezosos, los precipicios peligrosos, las tempestades enojadas, la oscuridad de la medianoche, muchos dolores, muchas lágrimas, muchas caídas te esperan. "El que confía en su propio corazón es necio", "Hay un camino que parece correcto para un hombre, pero su fin es camino de muerte". A. B. Simpson.

Por esto la cruz nos libera de nosotros mismos para que podamos satisfacernos en el Señor, la cruz abre espacio para nuestro Señor, hace los ajustes necesarios en cada área de nuestra vida, para que Cristo sea nuestra única fuente de satisfacción, para que el Señor sea el pan que sacia nuestra hambre y el agua que calma nuestra sed. Y cuando somos liberados de nosotros mismos somos entregados a Cristo y Él se convierte en nuestro Todo.

Qué proceso tan doloroso mis amigos y amigas en el Señor, pero tan glorioso, es preferible este proceso y no el dolor de perder a Cristo. Si entenderíamos y viéramos el valor de Jesús en nuestra vida dejaríamos de jugar a ser cristianos y nos derramaríamos delante del Señor.

Si Él corta el poder de la carne, la fuerza de nuestra propia vida y mutila nuestro yo es para darnos algo mejor, para darse a Sí mismo. Esta es la explicación que Dios le da a nuestras dificultades, Él sabe exactamente cuáles experiencias brindarnos para llevarnos más a Cristo y a que Cristo sea nuestro único y total deleite.


Jesús cansado del camino, se sentó a la fuente en la ciudad de Samaria. El Señor había podido tomar la ruta más larga, pero decidió pasar por Samaria para ir a Galilea, porque era la ruta más corta. Eran las doce del medio día, debía estar haciendo calor, Jesús tenía sed. Jesús había viajado por seis días, era lógico que estuviera cansado. El Señor le dice a la mujer Samaritana dame de beber y ella la contesta: "tú me pides agua a mí que soy samaritana y tú judío". Jesús hábilmente le dice “si conocieras el don de Dios”. La mujer samaritana había conocido cinco maridos, pero no había conocido el don de Dios. Ella estaba seca en su corazón, quería saciar su vida, pero ninguno de sus maridos la había saciado. Cristo es el agua viva, Dios es el proveedor de la fuente de Vida Eterna.

Ella le pregunta si Él es mayor que su padre Jacob, Jesús no discutió este punto con ella, Él deseaba plantear otro tema mucho más importante. Ella hablaba literalmente, Él lo hacía simbólicamente. Ella estaba enclavada en su religión, era ciega en su religión y su vacío del corazón era evidente. Ella le pide esa agua para no tener sed, ella hablaba del agua literal. Jesús pone su dedo en un asunto fundamental, le dice que llame a su marido. Ahí estaba el vacío de su corazón, ahí radicaba su sed. Ella tenía una sed que no podía ser saciada ni por su religión, ni por sus creencias ni por sus maridos, ni por nada. 

Cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido. Ella le dice “no tengo marido”, es como si hubiera dicho: "no tengo quién sacie mi vida".

Jesús le estaba mostrando que la respuesta a su necesidad, a su vacío, estaba en Él, la necesidad de su vida, el llanto de su corazón, la sed de su alma solo podía ser satisfecha por Aquel que es el Agua Viva.

“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” Juan 4: 13 - 14


Ay mis hermanos, cuántos maridos tenemos que nos roban la satisfacción en el Señor Jesús, esto no solo fue de ella, cuántas cosas nos roban el disfrute, el placer de nuestro Señor, ya sean cosas muy espirituales, religiosas, del mundo o de nuestro corazón.

Les dejo esta bello extracto de A. B. Simpson que me hizo estremecer hasta las lágrimas:

"Muchos de nosotros hemos visto en algún momento a una muchacha joven, hermosa, acariciada, lujosa y egoísta, creciendo rodeada de riqueza, afecto, admiración, adulación, hasta que fue totalmente mimada y nos convertimos en el centro del círculo en el que vivía. Todo su ser pervertido por su egoísmo. Pero, a esa niña la hemos visto años después, y no la habríamos conocido si no hubiéramos rastreado los pasos intermedios. Ella era ahora una esposa y madre amorosa, abnegada, todo su ser estaba dedicado a la felicidad de ese marido cuyas fortunas había seguido en medio de la pobreza, la oscuridad y la separación de todos sus antiguos amigos; compartiendo su penuria, esforzándose por su comodidad, y amamantando como una madre fiel y amorosa, a los niños pequeños que habían llegado a sus brazos, con el amor que nunca se cansaba, que no sentía ninguna tarea demasiado difícil ni un trabajo demasiado humilde. ¿Qué ha hecho toda la diferencia? ¿Qué ha expulsado a ese ídolo, el yo, desde su trono? Nada más que amor. Ese hombre ha ganado su corazón. Él ha entrado y tomado el lugar que había ocupado; lo echó fuera y él reina. Esa es la simple historia de la muerte del yo en la vida cristiana.

Es el amor de Jesús lo que lo ha excluido, y hasta que nos fascinemos con Su afecto y ganemos en total cautiverio a Su amor, dejamos de vivir para nosotros mismos. Entonces, como esa chica, lo seguiremos a donde sea. Trabajaremos y sufriremos con Él. Estaremos contentos sin muchas cosas que antes pensábamos que debíamos tener, porque su sonrisa es nuestra luz del sol, su presencia es nuestra alegría, su amor derramado en nuestros corazones es nuestro cielo y no podremos hablar ni pensar en el sacrificio porque nuestro corazón estará tan satisfecho con él.

Amados, si quisieran morir a sí mismos, deben enamorarse de Jesús y dejar que Él se convierta en la realidad personal de la dulce Canción de Salomón en la que todo el corazón se sumerge en una tierra de Beulah y en un "Hephzibah" de alegría".

"Señor rompe todos los lazos, todos los vínculos afectuosos, todos los apegos del corazón, incluyendo los que tienen connotaciones religiosas, todas la cosas que deben ser rotas en nosotros, todo lo que se interpone en el camino para que Tú tengas la preeminencia y el lugar en nuestro corazón, arranca sin misericordia lo que no permite que Tú seas nuestro todo y nuestro único deleite, satisface el hambre y la sed de ti en nuestra alma, sácianos con tu vida, sé nuestra única necesidad y nuestro anhelo constante, te queremos a ti, solamente a ti, pues tú eres suficiente para nosotros". Amén.

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