LA DICHA DEL PERDÓN Por Adriana Patricia
Sé que les dije que por este año no colgaría más artículos; sin embargo, ayer me sucedió algo y no quiero dejarlo de compartir con mis lectores.
Estoy sentada frente a mi computador, haciendo cuentas fastidiosas y siento esa voz interior en mi espíritu que me dice: "deja de perder tiempo con eso y escribe de tu experiencia"; de modo que, aquí se las cuento. Cabe decir, que estoy estrenando portátil, así que, mis manos se deslizan suavemente por el teclado y se dejan llevar. Estas son las cosas con las que Dios nos sorprende y usa personas especiales en nuestras vidas para traer Sus sorpresas.
Hace muchos años, una persona me hizo daño y no quiero entrar en detalles ni decir nombres, porque eso ya no importa, eso está enterrado en el fondo del mar y si el Señor olvida, nosotros debemos hacer lo mismo. En ese tiempo, oré al Señor que me permitiera perdonarla con el amor de Él y así el Señor lo hizo y pude perdonarla de todo corazón.
Pero, el Señor no deja cabos sueltos en nuestra vida, nunca es nunca, todo ciclo se debe cerrar y el Señor es experto en hacer las cosas perfectas.
Yo me encontré de frente con esta persona hace como unos 14 años, la vi, nos miramos y cada una siguió de largo, no sé si ella me reconoció. Y de inmediato recordé el evento del pasado, pero ya con menos dolor.
Hace como unos cinco o cuatro años volví a verla, nos topamos y seguimos de largo, no sé si me reconoció; sin embargo, ya no había ningún rastro de dolor en mi corazón, recordaba el suceso, pero la maravilla de la obra de Dios es que no sentía nada negativo por ella.
Anoche regresaba a casa y ella estaba justo al lado mío, yo la miré y me sonreí, porque sabía que nuestro Dios es tremendo, Él hace cosas como esas para probarnos. Así que, comencé a hablarle de lo lleno del transporte, ella me miró y me habló; no obstante, no me reconoció. Entramos al transporte y yo me hice junto a ella, de pronto el Señor habla a mi vida y me dice: "Demuestra que la perdonaste y háblale", yo me reí nuevamente, me acordaba de Sara cuando se rió al oír que iba tener un hijo en su vejez, pensé: "Dios tiene un humor muy negro y se está acostumbrando a ponerme estas pruebas".
Pero, como el Señor es el que manda, le hablé, efectivamente no se acordaba de mí, me dijo que estaba muy cambiada, espero haya sido para bien, no me lo aclaró, pero ruego que me haya visto más joven jajajajaja.
Le pregunté por muchas cosas, ella igual, hablamos como si nada hubiera pasado, fue un tiempo especial de diálogo, claro está que faltó el café, es mejor el cafecito charladito.
Cuando me iba a despedir, ella con su voz entrecortada me pidió perdón, a mí se me aguaron los ojos y nos abrazamos, yo no tuve nada que perdonar, ya lo había hecho años atrás y se lo manifesté; ella es mi hermana en Cristo, hija de nuestro Padre, y si así no lo fuera, en nuestro corazón ya no cabe el rencor por nadie, porque Cristo es quien vive en nosotros.
Nos abrazamos y lloramos juntas. Fue lo más maravilloso que pudo sucederme, un lazo se rompió con el pasado, un ciclo se cerró de la forma más gloriosa, hubo paz en el corazón de ella y en el mío, aunque esa paz ya estaba hace tiempo, solo faltaba eso, encontrarnos y abrazarnos.
Ay mis queridos lectores, no hay cosa más hermosa que la dicha del perdón, dejar ir, soltar el cuello de los demás, es lo más glorioso que el Señor puede darnos cuando Él vive en nosotros, odiar es como desear que el otro se muera, pero usted se toma el veneno.
Cuando sucedió esto, hace más de veinte años (con razón no me reconoció, he cambiado), en ese momento sentí morir, sentí rabia, odio en mi corazón, pero cuando derramé mi vida delante del Señor en ese instante, el perdón llegó y pude perdonarla; sin embargo, quizá, necesitábamos vernos y abrazarnos como lo hicimos anoche.
Ella me deseó lo mejor y yo también le deseé lo mejor, porque se lo merece y quedamos conectadas por WhatsApp. Esto es lo que hace Dios con aquellos que se dejan tratar el corazón.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Esta mañana ella me envió este versículo y me encantó que me lo recordara:
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Salmo 32:1
Dios nos ha perdonado, ¿por qué hemos de guardar rencor nosotros? Recordemos al hijo pródigo, el Padre lo vio y fue movido a misericordia, lo abrazó, lo besó y lo restauró a su lugar en la familia. Cada vez que leo esta historia en la Biblia, lágrimas corren por mis mejillas, porque todos hemos fallado antes y después de conocer a Cristo, nadie es un santo, todos fallamos de una o de otra manera y nadie tiene autoridad de señalar a otros, todos tenemos rabo de paja, perdón a mis lectores por la expresión, pero todos necesitamos de la gracia de Cristo cada día para ser salvos de nosotros mismos en la cotidianidad de nuestra vida.
Si lo tenemos a Él lo tenemos todo; no obstante, nadie podrá llenar nunca nuestras expectativas, lamentablemente seremos decepcionados, heridos, maltratados, de una forma o de otra y lo mejor que podemos hacer, es perdonar.
Esto lo cuento para su edificación, exhortación y confrontación. Un ciclo se cerró en mi vida anoche y para ella también, Dios nunca deja cabos sueltos y para el Señor era necesario que nos viéramos. Y así lo hará con usted y lo confrontará para ver si lo que ora o lo que lee de su Biblia lo aplica en su diario vivir, pues la vida cristiana es práctica, no teórica ni religiosa, es vida práctica, ya que es la vida de Cristo viviendo en usted.
Escribió Chip Brogden:
La vida intercambiada
"Ya no soy yo quien vive, sino Cristo
quien vive en mí".
-GALATAS 2:20
La mayoría de nosotros todavía estamos
tratando de lograr algo y aún no nos hemos dado cuenta de que ya lo hemos
obtenido. Nos agotamos para ser como Cristo. Esperamos que, con mucho esfuerzo,
algún día alcancemos algún estándar al que finalmente podamos decir que estamos
viviendo como Jesús. Pero este no es el camino de Dios.
No es una vida cambiada lo que Dios busca
de ti, sino una vida intercambiada, es decir, tu vida debe ser abandonada a
cambio de Su Vida. Esa es la vida intercambiada: mi vida por Su vida.
Él hace lo que no puedes:
"Teníamos la sentencia de muerte en
nosotros mismos, que nosotros no debemos confiar en nosotros mismos sino
en Dios que resucita a los muertos ".
-2 CORINTIOS 1: 9
Sepa que Cristo no está aquí para ayudarlo
a convertirse en una mejor persona, sino para debilitarlo a usted mismo y estar
tan harto de su propio camino que no puede hacer nada más que confiar en Él
para hacer lo que finalmente se da cuenta de que no puede hacer.
No importa si
algo que "no podemos hacer" es salvarnos a nosotros mismos, controlar
nuestro temperamento, llevarnos bien con los demás, criar a nuestros hijos o
superar un hábito lujurioso. El curso es igual. Después de muchos intentos y
fracasos, finalmente nos damos cuenta de que no podemos, así que, nos arrojamos
a la misericordia de Dios y confiamos en que Él hará lo que no podemos hacer.
Deseo que mi testimonio lo aliente en su vida cristiana y pidamos que la mansedumbre y el corazón humilde de Jesús esté en nosotros.
Su amiga y hermana en Cristo, Adriana
Os encantará a ambas!!!
ResponderEliminarhttps://josemariaarmesto.blogspot.com/2017/10/libro-el-regreso-del-hijo-prodigo-herry.html
Gracias Chema... voy a compartirlo con ella. Un abrazo.
EliminarExcelente testimonio y que maravillosa enseñanza, y pienso que aunque muchas veces decimos perdonar, el orgullo es tan grande que no nos deja olvidar. Gracias por tus enseñanzasu Dios te bendiga.
ResponderEliminarLa prueba del perdón es estar frente a frente a esa persona y ver que ya no causa dolor lo ocurrido, todo ha sido olvidado. Pero, si algo he aprendido es que es Su perdón formado en nosotros, muchos intentan perdonar a través de su propias vidas y esto es imposible hacerlo, por eso escuchamos tantas veces a personas decir: "perdono, pero no olvido", solo el perdón de Cristo dice: "nunca más me acordaré de tus pecados".
EliminarMe alegra saber que este testimonio haya sido de bendición a tu vida.