LA BENDICIÓN DE LA AFLICCIÓN


“Porque esta leve y momentánea aflicción nos prepara un eterno peso de gloria más allá de toda comparación” 2 Corintios 4:17 ESV

Estos días no han sido fáciles, no solo por todos los acontecimientos de muerte, de violencia, de corrupción, de injusticia y de todo lo demás que rodea a mi país, sino también por los fallecimientos de personas tan cercanas a mi corazón y a mi familia, muchos de mis amigos y hermanos en Cristo están pasando por momentos muy difíciles.

Si me preguntan, ¿Cómo pude seguir adelante después de ver a mi Manolo sufrir un cáncer tan agresivo?, ¿Cómo pude sobrevivir a una muerte tan dolorosa, a la ausencia y a los recuerdos que me sofocaban? El dolor era tan profundo que a veces sentía que no podía respirar.

¿Cómo se puede sobrevivir a la pérdida no solo de seres amados sino de tantas cosas más?

Porque el Señor fue mi estandarte, Su bandera sobre mí fue amor, fue mi fuerza y mi motivación para seguir adelante.

Hoy estoy convencida más que nunca que Dios está con nosotros en medio del desierto más sofocante y que a través de cada quebrantamiento el Señor logra que salga un aroma exquisito para Él, como se hace con la mirra cuando se tritura.

¡Cuán grande es Él y cuán pequeños somos! Y aun así el Señor piensa en nosotros. Dios nos quita nuestros tesoros terrenales para darse a Sí mismo, más que quitarnos los sufrimientos, el Señor desea darnos todo de Él, Él desea ser nuestro único tesoro, nuestra mayor necesidad y nuestra absoluta satisfacción. En el dolor, Cristo se vuelve nuestro deleite.

La vida golpea de muchas maneras, un día te despiertas y alguien a quien amas profundamente pierde la razón; te levantas por la mañana y no te imaginas que ese día recibirás la noticia que tu única hermana morirá en un accidente de tránsito y un año después tu sobrino será atropellado por un vehículo; suena el teléfono y escuchas que tu padre o tu hermano se suicidó; alguien golpea a tu puerta y te dice que tu hijo recibió varios disparos y murió; le das un beso a tu esposo en la mañana y en la noche muere; te buscan para decirte que tu esposo lo asesinaron y lo colgaron de un árbol.

Te ufanas de que posees un hogar maravilloso, un esposo fiel, unos hijos obedientes y de pronto todo esto se derrumba en un instante; tu esposo se va con otra, te divorcias, tus hijos desobedecen y se rebelan contra Dios; tus seres amados fallecen de enfermedades que pensaste que nunca tocarían a tu puerta o alguien que amas se enferma de repente.

Pierdes tus logros profesionales, te ves haciendo algo menos para lo cual te preparaste o ganas menos de lo que tú crees que mereces. Escuchas malas noticias de tu salud, pierdes todos tus ahorros o tus bienes de un momento a otro; pierdes el trabajo, el dinero se acaba, la profesión se estanca, los logros humanos no sirvieron de nada y todo por cuanto luchaste se viene al piso de un momento a otro. Dios nos despoja de todo lo que nos aferramos, de todas esas cosas externas que nos hacen sentirnos satisfechos y nos saca de la comodidad de la vida que hemos formado. Y esas pérdidas simplemente nos liberan de las trampas externas que nos alejan de lo importante, allí en esa escena de las cenizas de nuestra hoguera Dios se revela para darse a Sí mismo.

El horno de la aflicción es para aplicar su cruz, para que todo lo que somos en nosotros mismos sea deshecho y dejar el lugar para Cristo. Es la medida de Jesús lo que busca el Padre en nosotros, Cristo debe aumentar y nosotros debemos disminuir, la vieja creación debe desaparecer, el reino de Dios no va a ser un yo restaurado, reparado, remendado ni mejorado ni ninguna otra cosa, no va ser nada de nosotros sino todo de Cristo. El Señor aun utiliza nuestros fracasos para Sus propósitos.

Él se nos revela cuando llegamos al final de nosotros mismos, cuando el fuego arde el Señor es revelado a nosotros, cuando llegamos al final de nuestras fuerzas, Cristo aparece, Él se compromete en nuestra adversidad cuando nos hemos comprometido con Él en medio de un mundo oscuro, Él se compromete en medio de nuestro horno de aflicción para darnos Su fuerza y tendernos la mano.

Cristo mostrará Su preeminencia en medio de las circunstancias más difíciles de la vida y demostrará su fidelidad más allá de todas las cosas. Todo lo que Dios ha hecho, está haciendo y hará en nosotros es para llevarnos más profundamente en Cristo, lo que Él comenzó un día cuando lo recibimos en el corazón por primera vez, lo perfeccionará. Y eso explica todo lo que el Señor hace, lo que está haciendo y lo que hará.

Esto debería ser un gran consuelo para nosotros, nuestro camino es hacia la plenitud de Cristo en nosotros y algún día entenderemos el camino por donde Dios nos llevó, quizás no hoy o mañana, pero si en la eternidad y daremos gracias al Señor, así haya sido por un camino doloroso; sin embargo, inmensamente glorioso.

Hasta la próxima,

Su amiga Adriana.

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