UNA PROPUESTA INDECENTE


“Y hubo hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para peregrinar allá; porque era grande el hambre en la tierra” Génesis 12:10

Hace unos años, vi una película con Robert Redford y Demi Moore, que se llamaba “una propuesta indecente o indecorosa”, y cuando la vi dije: “¡qué horror!, este hombre cambió su mujer por un millón de dólares, ¡qué película tan fea!”. Y cuando leí esta historia de Abram, el padre de la fe, la recordé.

Abram después de ser llamado por Dios, de darle una gran promesa y de comenzar a vivir por fe, fue puesto a prueba. A ninguno nos gustan las pruebas. Y es mejor no decirle al Señor que no nos las envié, porque más rápido llegan, lo sé por experiencia. Dios es un Dios soberano, nada se le sale de Su control, no mires tus circunstancias personales o las circunstancias que estamos viviendo en el país o en el mundo, no pienses que a Dios se le salió todo de control, porque no es así, Él dirige el universo para nuestro beneficio, aun Satanás es solo un instrumento del Señor.

Es fácil remontarnos a las alturas con el Señor, pero es muy difícil mantenernos allí, estar con el Señor cuando todo nos favorece es muy chévere, pero cuando vienen las pruebas renegamos, ahí no es tan chévere caminar con Dios. Abram tenía que aprender igual que lo tenemos que hacer nosotros, estas historias están allí para nuestro aprendizaje, Dios no ocultó las debilidades de sus siervos, las expuso para nuestra enseñanza y para nuestra disciplina.

Abram debía vivir por fe no solo para las grandes promesas sino para su vida cotidiana y fue puesto a prueba; hubo hambre en la tierra y él bajó a Egipto. Buscó en el lugar equivocado, confió en lo que no debía, eso es buscar ayuda humana cuando Dios no nos ha dicho que lo hagamos, es confiar en nuestras fuerzas, es dejar de vivir por fe, es dejar de creerle al Señor, para vivir una vida llena de ansiedad, de preocupaciones, es abandonar nuestra dependencia en Él, para hacer las cosas a nuestra manera, es cuando nos preocupamos más por nuestro estómago que por obedecer al Señor. Ver Mateo 6: 30 -34

Pero, Abram entró en pánico, se angustió por su comida y bebida, se le olvidó en Quien había creído, en Quien había confiado. Es Su gracia que nos sustenta, Él es fiel y verdadero aun en medio de las circunstancias más recias, en medio de la crisis mundial o de nuestro país, el Señor dijo que nunca nos dejaría ni nos abandonaría.

Abram tuvo miedo igual que lo podemos tener nosotros; sin embargo, NO BUSCÓ AL SEÑOR, en ese momento hizo lo que le pareció, lo que pensó supliría su necesidad, se le olvidó que había hecho dos altares al Señor rindiendo su vida a Él, porque eso significa el altar, rendirnos a Él y a Su gobierno, pero cuando el hambre acecha a veces olvidamos en Quien hemos puesto nuestra confianza y nuestra prioridad se convierte en satisfacer el estómago.

Abram descendió a Egipto y mintió al faraón al decirle que su esposa era su hermana, él fue capaz de dejarla con faraón para preservar su vida. Abram prácticamente vendió a su esposa y recibió muchas cosas de parte de faraón, como ovejas, bueyes, camellos, siervos y criadas. Y Sara consintió, no se quejó, no protestó, ella estuvo de acuerdo. Muchos son capaces de cualquier cosa para preservar su propia vida. Pero el Señor nos dijo:

“El que hallare su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí, la hallará”. Mateo 10:39

Y en vez de decir: “no faraón, no quiero nada de eso, no quiero ser rico a cambio de Sara, devuélveme a Sara por favor”, no, él no dijo eso, se hizo rico a costillas de ella.

Cuántas veces preferimos hacer alianzas con el mundo, mezclas con nuestra carne, lo que sea para saciar nuestros antojos y cumplir nuestros deseos. Él estaba dispuesto a dejar que Sara fuera de otro hombre con tal de salvar su vida. Cuántos hombres son capaces de hacer lo que sea por su estómago, hasta de vender a su esposa para conseguir lo que quieren, esta es nuestra naturaleza, muchos hacen lo que sea para conseguir sus objetivos, de mentir si es necesario, porque su obsesión es su estómago. ¡Qué el Señor nos ayude! Ver Filipenses 3: 18 -20

Pero, Su gracia nos redime en el peor momento, nos preserva, tiene misericordia de nosotros y eso que no lo merecemos, nos sustenta, nos sostiene, porque Él es fiel y verdadero; esto fue lo que hizo el Señor con Abram, el Señor intervino y toda la casa de Faraón enfermó porque llegaron plagas, todos se enfermaron, menos Sara y ellos se habrán preguntado la razón y Sara tuvo que caer en cuenta de esto y tuvo que haberles dicho.

Dios le devolvió a Sara, el Señor los preservó, fue Su gracia infinita la que los guardó. Abram tuvo que haberse arrepentido de esto y darse cuenta de esta gracia maravillosa, él entendió que Dios era quien cuidaba de él y que lo único que debía hacer era confiar en el Señor, que todo estaba en Sus manos, que Su soberanía está por encima de todas las circunstancias. Él nos guardará de todo mal, Él guardará nuestra entrada y nuestra salida, porque Él es quien nos sustenta, Él es más que el alimento y que todo lo demás.

Creo que Abram pudo sentirse avergonzado por su pecado, Dios tuvo misericordia y salió con bendición, no porque el Señor sea alcahueta de nuestro pecado, sino por la fidelidad de Dios, aunque nosotros seamos infieles. La fe es ir mas allá de nuestra propia vida, tenemos que aprender a confiar en el Señor, no podemos hacer que las cosas sucedan o no sucedan, tenemos que aprender que Dios es el único que puede obrar donde nosotros no podemos, lo único que podemos hacer es entregarnos a Él, no importa cuán difíciles se pongan las cosas a nuestro alrededor, debemos seguir adelante con Él con base en todo lo que Él ha hecho por nosotros en el pasado y por todo lo que Él es. Todo parece confuso en este momento, incierto, inexplicable y hasta terrorífico, pero confiemos, Dios es fiel.

Abram cometió errores, pero él tenía un corazón para Dios. El Señor busca gente que tenga un corazón para Él, que se rinda, que lo den todo por Él, no busca que seamos infalibles y hagamos todo a la perfección, sino que confiamos en Él y le obedezcamos. Esto es lo que cuenta para Él. La fe se basa en la renuncia, es morir a nuestra voluntad para aceptar la de Él. La fe no es terquedad ni jactancia.

Estos hombres de Dios no fueron infalibles, todos cometieron errores; Moisés se enojó y perdió la tierra prometida; Elías se echó debajo de un enebro, deseando que Dios le quitara la vida; Abram cometió este error y el error de Ismael, pero fueron humildes, se dejaron corregir el corazón, eso es lo que el Señor busca, corazones para Él.

Confiemos en el Señor y a Él eso le bastará, aprendamos de Abram y no bajemos a Egipto a buscar lo que no se nos ha perdido, dependamos del Señor y nos ahorraremos muchos dolores de cabeza, nos ahorraremos duras equivocaciones, comida de uñas, visitas al psicólogo, visitas al médico, ansiedades y preocupaciones que nos robarán la paz, todo es del Señor y Él nos proveerá de todas la cosas, enviará recursos, abrirá puertas, nos protegerá, hagamos lo que Él nos envía a hacer y Él hará el resto, Dios suplirá los que nos falte conforme a Sus riquezas en gloria, pongamos nuestra mirada en Él y Él nos levantará cuando fuere tiempo, busquemos el reino de Dios y Su justicia y todo lo demás será añadido.

Abram volvió al lugar de donde salió, hacia el mediodía, es decir, regresó al Señor, regresó al altar que había hecho antes e invocó el nombre de Dios, entendió que solo en el Señor está nuestra fuerza y nuestra provisión.

Señor aumenta la fe de Cristo en nosotros, para creer que todo obra para nuestro bien y que nuestro Dios es fiel y verdadero, porque tú eres confiable. Tú no nos dejarás ni nos abandonarás aun en la hora más oscura, no nos soltarás ni ahora ni por la eternidad. Amén.

Bendito el varón que se fía en el SEÑOR, y cuya confianza es el SEÑOR. Porque él será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viniere el calor, y su hoja será verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de hacer fruto. Jeremías 17: 7 - 8.

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