ADORACIÓN DEL TEMPLO Por George Davis
A raíz de una conversación con mi amiga y hermana en Cristo Loly Buendía, el Señor me instó a compartir este sencillo pero maravilloso estudio acerca de la adoración del templo.
Las religiones paganas adoran sus templos y matarían si alguien se atreve a hablar mal de sus tradiciones, pero lo más triste es que muchos en el cristianismo actual no han entendido que somos el Templo del Señor como individuos y como cuerpo colectivo que es Su Iglesia. Su Templo está hecho de piedras vivas y unidas por Su Espíritu Santo, no es un lugar adornado y engrandecido para ir cada domingo a celebrar "el culto al Señor". Muchos adoran tanto estos lugares, que de seguro matarían por defenderlo.
Espero sea de edificación al Cuerpo.
No confiéis en palabras engañosas, diciendo:
Este es
El templo del Señor,
El templo del Señor,
El templo del Señor.
(Jeremías 7:4 - LBLA)
Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el
Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brille en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. (Ap. 21:22-23
RV 1960)
Pues os digo que uno mayor que el
templo está aquí. (Mat. 12:6)
¿Qué quiero decir
con adoración del Templo? No me estoy refiriendo necesariamente a la adoración
en un templo. Sin embargo me estoy refiriendo al inclinarse humano hacia hacer
de los medios el fin: la adoración de la adoración misma. Me estoy refiriendo a
la propensión inherente del hombre a adorar el modo, antes que al que lo hizo,
y al credo antes que a Cristo. Me estoy refiriendo a la tendencia humana de
confundir Cristianismo con templos, ceremonias, liturgias, rituales, y ritos.
El profeta Jeremías se dirigió a esta idolatría. Israel
se había olvidado de Dios, pero no se habían olvidado del “Templo”. “…porque
de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice el Señor”. Debido a
su pecado venía el juicio de Dios. Venía en la forma de los ejércitos de
Babilonia. A pesar de las repetidas advertencias de Jeremías, ellos encontraron
consuelo en “palabras mentirosas”. “El templo del Señor, El templo del Señor,
El templo del Señor”. Ciertamente Dios no iba permitir que su templo fuera
profanado. No tenemos nada que temer porque allí se encuentra “el templo del
Señor”. Asimismo, muchos hoy en día ponen su confianza en sus templos. Ellos
son “miembros”, y su membresía les garantiza un lugar en el cielo. Todo el
resto va a ir al infierno, pero ellos, por virtud de su identificación con el
templo, no van a ir. Si ellos están en lo cierto de que cualquiera menos ellos
va al infierno, entonces todos se van al infierno. ¿Perdonó Dios a una religión
ceremoniosa [la judía], solo para encontrar mil [denominaciones y sectas]? ¿Murió
Cristo para esto?
Todos los tipos y sistemas fueron hechos obsoletos por la
venida de Cristo de los cuales ellos fueron solo figuras. El tabernáculo de
Moisés y la ley, y el templo con todos sus rituales, fueron todos ellos medidas
temporales: sombras de lo real. El velo siendo rasgado significa un cambio; las
cosas viejas pasaron de manera que una mayor realidad pudiera tomar lugar: la
realidad de Cristo mismo. El es: “…el misterio que había estado oculto desde
los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes
Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los
gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:26-27).
“Uno mayor que el templo está aquí”. Más grande que una institución terrenal. Y con todo cuán a menudo el
hombre prefiere el clamor y actividad de los sistemas antes que el íntimo
conocimiento de Cristo.
Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus
discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo:
¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra,
que no sea derribada. (Mat. 24:1-2)
El propósito divino de Dios es liberar al hombre de la
adoración de cosas, para que le adore a El mismo. La inclinación de los hombres
hacia la adoración de cosas visibles está bien documentada a través del canon.
Aquellas cosas cuyo fin de parte de Dios no era otro que traer gloria hacia sí
mismo, se convirtieron en ídolos. Desde la serpiente de bronce hasta el mismo
templo, el hombre ha probado su inclinación, su preferencia a adorar otras
cosas antes que a Dios mismo. La serpiente de bronce, el instrumento de Dios
para curar a una nación, más tarde fue adorada como un dios, y destruida como
un ídolo.
El [Ezequías] quitó los lugares
altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la
serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban
incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán[1].
(2 Rey. 18:4)
De igual manera,
ni siquiera una piedra será dejada de todos esos ídolos religiosos o no
religiosos que desplazan al verdadero objeto de la adoración: Dios mismo.
En la forma de
adoración del Viejo Testamento, Cristo está oculto en tipos y sombras. Entonces
todo estaba envuelto en misterio, pero ahora Dios ha elegido revelar a Su Hijo,
la misma imagen de sí mismo. La insistencia del hombre en ritos y rituales es
un intento inconsciente de envolverlo una vez más en el oscuro e ilusorio
ámbito de la religión.
Eso es lo que más ama Satanás. Porque todo lo que debe hacer
para dejar al creyente sin poder es esconder a Cristo de su alcance, él debe
seducir al creyente para reemplazar a Cristo con algo visible. Para Satanás la
religión es el substituto favorito de Cristo. El trabajo primario del Espíritu
Santo es, debido a eso, revelar a Cristo. La meta de su obra en nuestras vidas
es que Cristo pueda ser formado en nosotros. ¡Cristo en nosotros, es la
esperanza de gloria! Hay un mover que está quitando las capas de los sistemas
religiosos terrenales. Y de eso, no quedará piedra sobre piedra. Dios no mora
más en templos hechos de manos. ¡Nosotros somos el templo de Dios!
“Cristo mismo emerge de los armazones de las cosas, porque todas las capas
de los tiempos pasados, de todo lo figurativo, tipológico, simbólico, y
trasciende las cosas por su propia Persona”. (T. Austin Sparks)
La tiranía de la religión
“…para que venga sobre vosotros toda
la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el
justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el
templo y el altar”. (Mat. 23:35)
Los hombres
prefieren la religión a una relación con Dios. Tanto, que va a violar la propia
naturaleza de Dios para preservarla. Matar sobre asuntos relacionados con la
religión no es nada nuevo. Comenzó con Caín y no va a terminar hasta que suene
la última trompeta. ¡Uno más grande que el templo está aquí! Y aquel que lo
exalte solo a él conocerá el azote de aquellos zelotes religiosos que están
puestos para defender sus órdenes eclesiásticas, sus templos.
“Porque hemos hallado [Ananías y los
ancianos] que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos
los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó
también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a
nuestra ley.” (Hch. 24:5-6)
Note su
preocupación por el templo. Sin embargo no hay ninguna preocupación por los
intereses de Dios, solo por los suyos propios. Pablo, sobre quien pesaban estas
acusaciones, representaba una gran amenaza a sus intereses religiosos. Y ellos
estaban intentando tratar este problema de la manera usual: ellos intentaban
matarlo… (Hch. 26:21).
El hombre natural
va a proteger sus ídolos matando a todos los que sean una amenaza para esos
ídolos. Aquí ellos estaban intentando hacer la misma cosa con Pablo que habían
hecho con Cristo solo unos cuantos años antes.
Si los últimos
1700 años de historia de la iglesia han probado algo, han demostrado en forma
conclusiva que la naturaleza de la religión sin Cristo, es tiranía.
Cristianismo es Cristo, nada más, y ciertamente nada menos.
La morada de Dios
Hch 7:49 El cielo
es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis?,
Dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo?
1Co 3:16 ¿O no
sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?
1Co 3:17 Si
alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal, porque el templo de
Dios, el cual sois vosotros, santo es.
1Co 6:19 ¿O ignoráis
que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el
cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
2Co 6:16 ¿Y qué
consentimiento el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el
templo del Dios Viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos;
y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.
Ef. 2:21-22 en el
cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un Templo Santo en
el Señor; en el cual vosotros también sois juntamente edificados, para
morada de Dios en el Espíritu.
Todo lo que el
tabernáculo y templos del Viejo Testamento predijeron fue esta verdad: nosotros
individualmente y corporalmente somos la “morada” de Dios. Somos su templo:
Su lugar de morada.
Él rompió el
velo. El escapó. Encontró una nueva casa, una nueva morada, un nuevo templo.
Las cosas viejas pasaron, no quedó piedra sobre piedra, para que uno más grande
que el templo pueda habitar Su templo, hecho de piedras vivas, las cuales somos
nosotros.
Es una afrenta al
cielo recrear las viejas formas de adoración del templo. No importa cuán
empapadas y cristianizadas puedan ser, son tan paganas como la adoración a
Baal. Ellos reemplazan con pompas y ceremonias la realidad del morar de Cristo,
e intentan hacer del templo una vez más el lugar de morada de Dios. Este es el
brazo rígido del hombre en el pecho del Padre celestial quien lo separa para
ser abrazado.
Ocupa tiempo del
hombre hacer algo que llamamos “la obra de Dios” mientras que el verdadero
objetivo de conocerlo queda olvidado en el frenético paso eclesiástico.
“Teológicamente, el templo no necesita templos. Los edificios de la iglesia
no son esenciales a la verdadera naturaleza de la iglesia. Porque el
significado del tabernáculo es la morada de Dios, y Dios ya mora dentro de la
comunidad cristiana de creyentes. El pueblo es el templo y el tabernáculo… Y
por eso, teológicamente las edificaciones de iglesias son superfluas. No son
necesarios para funciones sacerdotales porque todos los creyentes son
sacerdotes y todos tienen acceso directo, en cualquier momento y lugar, a aquel
gran Sumo Sacerdote. Una edificación de iglesia no puede propiamente ser “la
casa del Señor” porque en el Nuevo Pacto este título está reservado para la
iglesia como pueblo (Ef. 2; 1 Tim. 3:15; Heb. 10:21). Un edificio de iglesia no
puede ser “un lugar santo” en ningún sentido especial, porque los lugares
santos no existen más. El Cristianismo no tiene lugares santos, solo pueblo
santo” (Howard A. Zinder - El Problema de los Odres, Capítulo 4)
Y no vi en ella templo; porque el
Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. (Ap. 21:22)
No es por nada
que ésta sea la última referencia a la palabra templo en la Biblia. Así como
ninguna piedra del antiguo templo permaneció sobre otra. En tipo, con la
remoción de cada piedra va a haber una mayor y mayor revelación de nuestro
verdadero templo, “Dios Todopoderoso y el Cordero”, de lo cual el templo
terrenal fue solo simbólico.
Todo el trato de
Dios desde ahora hasta entonces tiene que ver con la transición a una relación.
Una relación con nuestro Creador, nuestro Padre, y Templo. Como Abram salió de
Ur, nosotros de igual manera somos llamados a dejar atrás nuestros ídolos,
“estimando todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús”.
No vi templo en ella…
“… dijo Juan. Ni
tampoco hay allí ninguna nota de sorpresa mientras el nota la omisión de lo que
la mitad de la Cristiandad habría considerado lo más esencial. Porque aparte
del tipo de religión que él había aprendido de Cristo, el tipo de la Iglesia - la mera Iglesia - es una
evasión elaborada. ¿Qué tienen que ver la pompa y la circunstancia, la moda y
la forma, las vestimentas y las posturas, con Jesús de Nazaret? En cierto
momento del desarrollo personal, y para cierto tipo de mentalidad, tal cosa
puede tener lugar. Pero cuando se confunde con cristianismo, no importa cuánto
ayude. O en qué medida lo conserve, eso defrauda las almas de los hombres, y
roba a la humanidad de su atención.
Es porque a grandes
masas de personas el cristianismo ha venido a ser sinónimo del culto en el
Templo que otras grandes masas de personas declinan a tocarlo. Es un error
suponer que las clases obreras de este país [Estados Unidos] se opongan al
cristianismo. Ningún hombre puede estar jamás opuesto al cristianismo si sabe
lo que realmente es. El hombre trabajador aun seguirá a Cristo si Él viene en
medio de ellos. De hecho ellos siguen a cualquiera, predicador o laico, en el pulpito
o en la plataforma, que sea un poco como ellos. Pero lo que ellos no pueden
seguir, y por eso debe vivir afuera de su círculo, es una adoración que termina
con el adorador, una religión expresada solo en ceremonias, y una fe no
relacionada con la vida. Tal
vez el peor hecho registrado en la historia es el fracaso de los grandes y
organizados cuerpos eclesiásticos en entender el simple genio de la religión de
Cristo. Lo que sea haya sido lo mejor que las iglesias de todos los tiempos
hayan pensado de la vida y religión de Cristo, tomándolo como un todo, solo han
tenido éxito en dejar en la mente de una larga porción del mundo una impresión
del Cristianismo que es directamente opuesta a la realidad. Hasta
esta misma hora presente, casi naciones enteras en Europa viven, adoran, y
mueren bajo la creencia de que Cristo es un Cristo eclesiástico, la religión la
suma de todas las observancias de la Iglesia, y la fe, una adhesión a los
credos de las Iglesias. No les culpo, simplemente registro el hecho.
Todo lo que la
autoridad espiritual y temporal del hombre pudo hacer, ha sido hecho - y en
ignorancia de la verdadera naturaleza del Cristianismo - para desalojar la
religión de Cristo de su morada natural en el corazón de la humanidad. En muchas
tierras las Iglesias han robado
literalmente a Cristo del pueblo; han hecho del Hijo del Hombre el
Sacerdote de una Orden; han quitado el cristianismo de la Ciudad y lo han
encarcelado tras las rejas del altar; lo han quitado de la vida nacional y lo
han repartido a los pocos que pagan por mantener vivo el engaño inconsciente. No
juzgues a la iglesia, al menos, no la verdadera iglesia, pensando que ella no
conoce todo esto. En ningún lado, ni aun en la más feroz prensa secular, hay
más exposición de este peligro, más indignación a este continuismo, que en
muchas de las iglesias de este día. La protesta contra la confusión del
cristianismo es el más gastado de los temas del pulpito.” (Henry Drummond,
Publicado primeramente en 1880).
¡Caramba!
Mirad que nadie os engañe por medio
de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres,
conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita
corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él,
que es la cabeza de todo principado y potestad. (Col. 2:8-10)
Imponer las tradiciones
de los hombres encima de nuestra relación con Cristo es dejarse llevar cautivo
y dejarse engañar. Y en vano lo vamos a adorar, porque en este caso hemos
adquirido un nuevo maestro: las expectaciones y mandamientos del hombre.
¡Uno más grande que el templo está aquí! ¡Uno más grande
que nuestras tradiciones! El que trasciende todo lo demás. El misterio revelado
“Cristo Jesús nuestro Señor”. El ha salido de las sombras. El es la
imagen misma del Dios invisible. “…el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría,
justificación, santificación y redención” (1 Cor. 1:30).
Oh Padre, en
nuestro viaje a nuestro templo, nuestra morada final, el cual eres Tú y Tu Hijo
Jesús, que nosotros declinemos toda tentación de construir de nuevo aquello que
Tú has desechado. Amén.
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