EL NUEVO ÉXODO Por Michael Clark, George Davis y Douglas Weaver
Este libro fue de bendición hace algunos años en mi vida. Y sigue siendo de bendición. El Señor respondió muchas preguntas a través de su lectura. Estamos entrando en un nuevo tiempo y una nueva etapa está comenzando para cada hijo de Dios que está obedeciendo, que está haciendo la voluntad del Padre y se está dejando tratar el corazón, una nueva etapa para la Iglesia de Cristo y para el mundo entero. El Señor inquietó mi corazón para compartirlo con los lectores, espero sea de gran bendición a sus vidas y les ayude en su propio Éxodo.
Lo iré compartiendo por capítulos para que su lectura sea fácil y no tengan excusa mis queridos lectores.
CAPÍTULO 1
El llamado a la movilidad
El llamado a la movilidad
Desde la rebelión de Adán, la orden recurrente al pueblo de Dios en cada cambio de estación, se resume en una palabra ‐‐ ¡VE! Dios no se agrada de esa tendencia inherente en el hombre de permanecer y de edificar, porque produce una generación letárgica y satisfecha, y finalmente, extraviada.
Dios está hablando una palabra fresca de movilización en la tierra hoy. Es una palabra de liberación y de éxodo, como lo fue en los tiempos de Moisés. Dios está diciendo a los faraones de nuestros días que “¡Dejen marchar a mi pueblo!” El Mensaje a Sus escogidos es el mismo que el de antaño, “Salid de vuestros amos y adoradme solo a Mí”.
Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, judíos y gentiles, esclavos o libres, todos ellos son llamados a abandonar las estructuras religiosas tradicionales, impotentes y rituales y a levantarse en Dios. Tenemos que levantarnos más allá de las manifestaciones de avivamiento para llegar a una forma de pensar enteramente nueva. Dios nos está desafiando a reconsiderar nuestra teología y a re‐alinear nuestras creencias. Dios está llamando de nuevo a la iglesia a un status migratorio.
Desde los tiempos de la rebelión de Abel, el hombre ha sido inmigrante, viajando con Dios y hacia Dios o alejándose de Él y en contra de Él. La naturaleza caída del hombre continuamente intenta frenar su viaje hacia Dios, para establecerse y construir sobre la tierra. El Espíritu de Dios siempre nos llama a ser parias y extranjeros—peregrinos con Dios como revela Levítico 25:23. “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo” (Levítico 25:23). Tenemos que estar preparados para movernos cuando Dios nos llama.
Ahora mismo el Espíritu de Dios está llamando al cuerpo de Cristo a una posición más profunda en Dios. Tenemos que abrazar nuevos niveles de verdad. Cada nueva verdad que Dios traiga ampliará a la anterior hacia una luz mayor. De la misma forma que se mueve la nube de Su Testimonio, nosotros también tenemos que movernos. Tenemos que migrar de un nivel de gloria a otro. Dios está hablando y está liberando el ímpetu para migrar, para llevarnos otra vez al viaje de asir aquello para lo cual fuimos asidos.
A la gente religiosa le gusta pensar que su sistema de creencia está completo, de forma que son amenazados por lo desconocido. El hombre religioso se siente inseguro cuando no puede codificar todo en su teología de forma que le es difícil aceptar la idea de que aún hay más por venir.
La Restauración de TODAS las Cosas
En Hechos capítulo 3, Pedro y Juan sanaron a un cojo que se sentaba mendigando junto a la puerta de la Hermosa, en el templo en Jerusalén. Los que fueron testigos de este milagro quedaron asombrados. Pedro, hablando de Jesús, les dijo:
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” (Hechos 3:19‐21).
Dios pretende rectificar todos los desórdenes de la caída. La palabra restauración implica igualmente una partida y un regreso a la intención original de Dios para la humanidad. Cristo ha comprado nuestra completa redención, pero la creación gime, esperando la manifestación completa y el cumplimiento del propósito para el que fue creada. Aunque todas las cosas permanecen sujetas bajo los pies de Cristo, el autor de Hebreos afirma: “pero todavía no vemos que todas las cosas le estén sujetas”. (Hebreos 2:8). ¿Una contradicción aparente? ¡En absoluto! Él es el Señor, pero todas las cosas todavía no se han postrado ante Su Señorío. Los cielos Le han recibido hasta que todas las cosas sean puestas delante de Sus pies—hasta que todas las cosas sean restauradas.
Al pueblo de Dios aún le espera una restauración completa. Debemos permanecer separados y listos para salir de todo aquello que fracase en expresar Su pensamiento y Su gloria completos, y avanzar con Él hacia esa restauración.
Para poder comprender el impacto completo y el significado de la restauración de todas las cosas, debemos primero entender que la humanidad ha caído y que todo lo que vemos a nuestro alrededor se queda escaso de la gloria de Dios. Con ese pensamiento firmemente puesto en nuestra mente, también tenemos que entender que somos peregrinos en un viaje de recuperación, regresando hacia esa gloria. Este mundo, la carne y el diablo resisten este peregrinaje en cada ocasión, ejerciendo todas sus energías para apartar al peregrino, tentándolos a asentarse y a construir. Por esta razón, es imperativo que veamos nuestro status migratorio y lo que las Escrituras tienen que decir al respecto desde el principio. Comenzaremos con Génesis.
CONTINUARÁ...
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