EL NUEVO ÉXODO Por Michael Clark, George Davis y Douglas Weaver
Caín y Abel
La palabra génesis significa origen o comienzo. El libro de Génesis comienza con oscuridad y caos sobre la faz del abismo. Esto era una oscuridad espiritual. El sol, la luna y las estrellas no fueron creados hasta el cuarto día. El primer acto de Dios el primer día de la creación fue separar la luz de la oscuridad. Esto establece el patrón de todos los actos futuros de Dios en Su creación.
Por causa de la caída de Adán y Eva en la oscuridad espiritual, perdieron el estado primario del hombre, fueron expulsados del Huerto del Edén y apartados del árbol de la Vida. Cuando fueron expulsados, Dios les dio una promesa de redención—una promesa de restauración. Dios dijo a la serpiente astuta, “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15).
Inicialmente Adán y Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel. Estos dos hombres son prototipos de la humanidad. Surgen dos tipos completamente distintos. La simiente de la serpiente y la simiente de la mujer, lo piadoso y lo impío, lo justo y lo maligno, Cristo y el anticristo, el Hijo de Dios y el hijo de perdición, el trigo y la paja, las ovejas y las cabras, las vírgenes necias y las sabias, el hijo de la esclava y el hijo de la libre. En Abel y Caín vemos al peregrino y al fundador de ciudades. Vemos la tendencia piadosa del servicio en Abel; se convirtió en un cuidador de rebaños. En Caín vemos la tendencia carnal de dominar la tierra con su propia fuerza e ingenuidad. Uno era nómada, siguiendo a sus rebaños en armonía con la tierra. El otro estaba asentado y era territorial‐un arador y plantador de la tierra maldita que insistía en producir espinos y abrojos.
Se cree ampliamente que Eva consideraba a su primogénito, Caín, como la simiente prometida de que hablaba Génesis 3:15. Alfred Edersheim explica:
“De los dos hijos de Adán y Eva, Caín, era el mayor, y de hecho, el primogénito de todos sus hijos. Por toda la antigüedad, y en el Oriente hasta este día, se considera a los nombres propios como portadores de un significado más profundo. Cuando Eva llamó a su primogénito Caín (‘obtenido’ o ‘comprado’) dijo, “He adquirido varón de Yahvé”. Aparentemente, ella conectó el nacimiento de su hijo con el cumplimiento inmediato de la promesa de la Simiente, que había de herir la cabeza de la serpiente. Si se nos permite esta comparación, la expectativa de ella era tan natural como la creencia de algunos primeros cristianos de la inminencia de la nueva venida de nuestro Señor. Esto muestra igualmente lo profundo que había calado esta esperanza en el corazón de ella, lo viva que era su fe en el cumplimiento de la promesa, y lo ardiente que era su expectativa. Pero si esos eran sus pensamientos, que pronto quedarían incumplidos. Quizás por esta misma razón, o quizás por haber sido informada más ampliamente, o por otras causas con las que no estamos tan familiarizados, el otro hijo de Adán y Eva mencionado en la Escritura, fue llamado Abel, es decir, ‘aliento’ o ‘extinción’.” 1
Conozcamos la historia.
Caín era un hombre religioso. Como el justo Abel, vino a adorar a Dios. Dios mostró favor sobre la ofrenda de Abel. La diferencia obvia entre su ofrenda y la de Caín era el derramamiento de sangre en el sacrificio del animal. Una diferencia menos obvia era la incapacidad de Caín de escuchar y de seguir a Dios por causa de la condición de su corazón. Caín trajo sus dones y su ofrenda a Jehová pero su sacrificio fue inaceptable porque su corazón no estaba puesto en ello. No fue tanto la naturaleza de la ofrenda de Abel lo que Dios vio como aceptable, sino el corazón con el que la hizo. Fíjate que Dios no reprendió a Caín por el tipo de la ofrenda, sino por el estado de su corazón (Génesis 4:6,7). Que Dios mostrara favor sobre el corazón y el sacrificio de Abel llenó de tal ira a Caín que mató a su hermano. La historia está saturada de la sangre de los que son guiados por el Espíritu, cuyas vidas han sido tomadas por otros que moran en el espíritu religioso del anticristo.
Dios juzgo a Caín como sigue:
“Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc.” (Génesis 4:11‐17).
Cuando Adán y Eva cayeron, la tierra fue maldita. Ahora esa maldición había sido puesta sobre el hombre en un grado mayor. Caín no solo era maldito sino que lo era en extremo más allá de la maldición que había sobre la tierra. Por causa del acto violento de Caín, hubo un gran cambio, una aceleración del pecado que se desconocía en la creación de Dios antes de ese tiempo.
Irónicamente, Caín escogió establecerse en la tierra de Nod, que se traduce del Hebreo como deambular. No importa el estado espiritual del hombre, sigue siendo vagabundo sobre la tierra, en busca de un lugar de reposo. En lugar de regresar a la casa de su padre, Caín halló reposo en edificar un imperio conforme a su propio patrón. Construyó las primeras ciudades en la tierra para refugio. Pensó que había escapado del castigo de Dios, pero no importaba la apariencia externa, seguía estando bajo la maldición de ser fugitivo y vagabundo en la tierra. Mostraba una forma de piedad pero la negaba y se alejaba del poder de la misma.
El hombre fugitivo siempre intenta establecerse y construir con la esperanza de encontrar una insaciable necesidad de reposo. Para su desmayo, lo único que consigue todo su esfuerzo es frustrarle aún más. El hombre justo que está al día con Dios, se encuentra en un viaje con una cierta recompensa y conclusión. Ha cesado de sus propias obras y ha entrado en el reposo del Padre (lee Hebreos 4). No está empujado por la necesidad de construir su propio imperio porque ha encontrado su lugar en un reino eterno. Ahora está libre para explorar las profundidades extremas de su Creador. En lugar de llevar sobre sí la carga de edificar o de ejercer tiranía, ahora construye junto con otras piedras vivas una morada para Dios en el Espíritu. Grande es la paz y el reposo del hombre que abandona el camino de Caín para entrar en el reposo del Padre.
El historiador judío Flavio Josefo explica los cambios que ocurrieron en la tierra como resultado directo de que Caín liberara el pecado que estaba llamando a la puerta.
“Y cuando Caín hubo viajado por muchos países, junto con su esposa construyó una ciudad llamada Nod, que es un lugar llamado así, donde él estableció su morada; donde también tuvo a sus hijos. Sin embargo, no aceptó su castigo para enmendarlo, sino que aumentó su maldad; porque solo aspiraba a procurar para su propio placer corporal, aunque eso le obligara a ser injurioso a sus vecinos. Aumentó sus bienes con muchas riquezas mediante la rapiña (saqueo o robo) y violencia; animó a sus familiares a obtener placeres y despojos mediante el robo y se convirtió en un gran líder de hombres de caminos perversos. También introdujo un cambio en la forma de vida sencilla de los hombres de entonces; y fue el autor de las medidas y los pesos: Y viviendo en inocencia y generosidad sin saber nada de esas artimañas, llevó al mundo a una astucia maligna. Primero puso límites a las tierras: fundó una ciudad y la fortificó con muros, y llevó a su familia a vivir allí. Llamó a esa ciudad Enoc, conforme al nombre de su hijo mayor, Enoc. Pared fue hijo de Enoc, cuyo hijo fue Malaliel, cuyo hijo fue Matusela, cuyo hijo fue Lamec, que tuvo setenta y siete hijos con dos esposas, Sila y Ada. De los hijos de Ada, uno fue Jabal, que levantó tiendas y amó la vida de pastor. Pero Jubal, que nació de la misma madre, se ejercitó en la música; e inventó el salterio y el arpa. Pero Tubal, uno de los hijos de Lamec con la otra esposa, superó a todos los hombres en fuerza y fue experto y famoso en artes marciales. Buscaba lo que pertenecía a los placeres del cuerpo por ese método. E inventó el arte de hacer latón. Lamec fue también padre de una hija, cuyo nombre fue Namá. Y por su gran habilidad en asuntos de revelación divina, supo que tenía que ser castigado por el pecado del asesinato de Abel por parte de su hermano, lo que dio a conocer a sus esposas. Pero incluso estando aún vivo Adán, sucedió que la posteridad de Caín se volvió perversa en extremo, cada generación peor que la anterior. Intolerables en la guerra y vehementes en sus robos; si alguien era lento en el asesinato de personas, era entonces rápido en el comportamiento despilfarrador, en actuar injustamente y en dañar a cambio de obtener ganancia.” 2
En Caín vemos el nacimiento de una nueva marca de perversidad, una ambición de conseguir todo para el propio placer corporal, incluso a expensas de sus vecinos. Vemos codicia en el sentido de amasar una gran fortuna, reunida mediante el saqueo, el robo y la violencia. La codicia de Caín halló expresión en la invención de las medidas y los pesos, que se usaban con frecuencia para facilitar y legitimar el robo abierto. El establecimiento de los pesos y las medidas también indica una actitud de ambición, la antítesis de la generosidad. La ambición no solo alimenta el comercio sino que engendra robo y opresión. El camino de la sencillez, el vivir inocente y generosamente con los demás, se transformó en un mundo de astucia mañosa. En la ciudad de Caín tenías que mirar a tus espaldas.
En estas mismas líneas escribía Alfred Edersheim:
“Por otro lado, el que abrazaba las promesas se consideraba a sí mismo peregrino, extranjero en la tierra. Y tanto en el corazón como en la conducta externa, mostraría aquello en lo creía y lo que esperaba, el cumplimiento de la promesa. No necesitamos decir que uno es descrito por la historia de Caín y su raza. El otro, por la de Abel y las postrimerías de Set y de sus descendientes. Porque alrededor de estos dos, Caín y Set, como sus representantes, todos los hijos de Adán se agruparían conforme a sus tendencias espirituales… Abel escogería la vida del peregrino. Caín, la de la posesión establecida y el disfrute de la tierra.”
Por un lado vemos pastores nómadas, peregrinos y extranjeros esperando la Simiente prometida y la restauración de todas las cosas. También vemos lo opuesto, vagabundos como Caín, que buscan hallar el reposo mediante el arado de la tierra y la fundación de ciudades seguras.
Edersheim continúa:
“El lugar de Abel no podía permanecer vacío, si es que el propósito de la misericordia había de ser desarrollado. Consecuentemente, Él dio otro hijo a Adán y Eva, a quien su madre llamó de forma significativa ‘Set’, que significa “escogido” o mejor dicho aún, “compensado”, porque ella dijo, “Dios me ha escogido (compensado) con otra semilla en lugar de la de Abel, a quién mató Caín”. Sin embargo, antes de detallar la historia de Set y de sus descendientes, las Escrituras trazan hasta la quinta y sexta generación de Caín. Como ya sabemos, Caín había entrado en la tierra de “Nod”—“deambular”, “andar sin reposo”, para edificar ahí una ciudad que ha sido descrita correctamente como el establecimiento de los primeros fundamentos de ese reino en el que prevalece el “espíritu de la bestia” (lee Apocalipsis capítulos 17‐19). [Énfasis añadido]
Caín fue el primer hijo de perdición, el prototipo. Las ciudades corruptas y los gobiernos de los hombres son nuestra herencia de parte suya. El camino de Caín es el sistema de la bestia.
¿Qué tiene que ver con nosotros hoy día el camino de Caín, después de tantos años muerto? ¡Caín está muerto pero no sus caminos! La división entre los descendientes ha proseguido a lo largo de la historia. Las naturalezas de estos dos hermanos nos dan una visión de las relaciones de los hombres hasta el día de hoy. Esto se hace evidente al avanzar la historia.
Continuará...
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